Bastardos de la modernidad. Alexander Torres

Bastardos de la modernidad - Alexander Torres


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“desenmascara” ahí la supuesta “ilustración” o “iluminismo” que sería propio de la sociedad civil capitalista; rebate su autoafirmación como una ←36 | 37→sociedad que habría “desencantado el mundo” (como lo dirá más tarde Max Weber), que prescindiría de todo recurso a la magia, a la vigencia de fuerzas oscuras o irracionalizables, mientras cumple sus afanes lo mismo por incrementar la productividad del trabajo que por perfeccionar el ordenamiento institucional de la vida pública. Descalifica la mirada prepotente de esta sociedad sobre las otras, las pre modernas o “primitivas” … (“La religión de los modernos” 44)

      Cuatro ethos de la modernidad

      En cuanto a la colonización del mundo de la vida, una herramienta teórica útil para interpretar las repercusiones de ésta es lo que Bolívar Echeverría denominó el ethos realista. Echeverría identifica en La modernidad de lo barroco (publicado originalmente en 1998) cuatro ethos (o ethe) modernos, que define como “ ‘usos y costumbres’ ” o como “el ‘refugio y abrigo’ civilizatorio elemental de la modernidad capitalista” (172). Éstos son el ethos realista, el clásico, el romántico y el barroco. Es importante destacar que no se dan “nunca de manera exclusiva” (172). Stefan Gandler, principal exégeta de Echeverría, caracteriza los ethos del siguiente modo:

      [e];l ethos realista niega la contradicción entre valor [de cambio] y valor de uso y a la vez da más importancia al valor. El ethos romántico también niega esta contradicción pero se inclina hacia el valor de uso. El ethos clásico reconoce la existencia de esta contradicción y se apega a la lógica del valor mientras que el ethos barroco la reconoce también pero tratando de salvar –a pesar de todo– la dinámica del valor de uso. (56)

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      En otras palabras, el ethos realista, “que hoy en día es [la modalidad] dominante a nivel mundial a partir de su preeminencia en los países del ‘centro’ ” (Gandler 56), es decir, “los países de centro-norte de Europa y EE.UU.” (55), equipara el valor de cambio o la plusvalía con el valor de uso. El ethos romántico, por su parte, le da a la primacía del valor económico un “sentido positivo o favorable” (Echeverría, La modernidad de lo barroco 91). El ethos clásico, aunque reconoce la contradicción en la equiparación entre valor de cambio y valor de uso, acepta el estado actual de la modernidad capitalista. Pero el ethos barroco, “que en América Latina coexiste en general con el dominante ethos realista” (Gandler 57), trata “de salvar –a pesar de todo– la dinámica del valor de uso” (56). Cabe destacar que para Echeverría el valor de uso es la “forma ‘natural’ ” del “proceso de producción/ consumo” del mundo de la vida (Echeverría, La modernidad de lo barroco 91, 90). Con todo este trasfondo en mente, se verá cómo en los Bildungsromane contemporáneos de este estudio se revela una crítica al “mito del ‘progreso’ ” y el entrecruzamiento de la biopolítica con el capitalismo moderno (Beriain 20).

      El concepto de Bildung ante la creciente colonización del mundo de la vida


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