Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018). Carlos Medina Gallego
Consejos de guerra adelantados al ELN entre 1968 y 1973
El ELN tuvo que afrontar, en corto tiempo, varios consejos de guerra en los que se juzgó, en tribunales militares, a los miembros de la Organización detenidos por delación o en acciones militares. No es mucha la información a la que se pudo acceder a este respecto en el desarrollo de la investigación. No obstante, los recursos de la memoria colectiva de quienes se entrevistaron sobre el tema, permite trazar una breve reseña de estos eventos.
A pesar de haberse realizado a mediados de 1965 el Consejo de Guerra de Pamplona, en el que se comienza a poner en práctica la defensa política del proyecto revolucionario ante los tribunales militares, los dos consejos de mayor resonancia fueron el llamado Consejo de Guerra del Siglo, realizado entre los años 1968-1969 en Bogotá, y el Consejo de Guerra del Socorro, que se inició entre febrero y marzo de 1973.
El Consejo de Guerra del Siglo
Bajo la presidencia del coronel Alberto Luis Olarte, se desarrolló en Bogotá, a partir del 13 de diciembre de 1968, el denominado Consejo Verbal de Guerra del Siglo, contra 215 miembros del Ejército de Liberación Nacional, 88 de los cuales se encontraban como sindicados presentes.
En el marco de una dinámica que comprometía la práctica de la delación, el arrepentimiento y la verticalidad revolucionaria, en el desarrollo del juicio se hizo presente un amplio cuestionamiento a la política de la Organización, a sus limitaciones y deficiencias, lo que sirvió como base para madurar en el espacio de este proceso una reflexión crítica de la historia del ELN.
Fueron objeto de discusión, durante el juicio, las más diversas temáticas relacionadas con la vida interna de la guerrilla, desde los comportamientos cotidianos, las contradicciones internas y la dinámica propia de los grupos que se confrontaron, hasta los procesos que terminaron con los fusilamientos de dirigentes y militantes de la Organización. La lucha política al interior del ELN, encontró allí otro escenario de confrontación: las diferencias entre la ciudad y el campo, los privilegios del Estado Mayor, la radicalidad y las llamadas “desviaciones pequeñoburguesas”, fueron objeto de una profunda reflexión crítica; esta, desde luego, no estuvo al margen de particulares estados emocionales, resentimientos, intereses y justificaciones personales.
Dos elementos se destacan en este juicio. Por una parte, la manera como se comprometió el trabajo del periodista mexicano Mario Renato Menéndez Rodríguez, el que se hace aparecer como pieza fundamental del proceso y a quien se le atribuye el hecho de haber dado información que posibilitó la captura de algunos de los sindicados. Segundo, el testimonio de Jaime Arenas Reyes (1971), que sirvió de base para la escritura de su libro La guerrilla por dentro, el que más allá de cualquier juicio de veracidad, se constituye en material ineludible para abordar la historia del ELN.
En relación con Renato Menéndez, el ELN ha guardado una actitud de reconocimiento de su labor periodística al servicio del proceso de difusión latinoamericano de la lucha revolucionaria de la organización guerrillera, en especial en los primeros años. Además, ha absuelto al periodista de toda responsabilidad en los acontecimientos y hechos que dieron origen al Consejo Verbal de Guerra del Siglo (entrevista con Nicolás Rodriguez Bautista, diciembre de 1992).
La aparición del libro de Arenas, generó en el ELN una reacción crítica y de desconocimiento del particular punto de vista del autor sobre su historia, lo que desde luego fue considerado como un acto grave de traición y delación que justificaba su ejecución. Esta efectivamente se llevo a cabo como se ha visto.
El consejo juzgó y condenó a los 88 miembros que se encontraban presentes, los que habían sido capturados en diversas circunstancias en Bogotá, Bucaramanga y otras ciudades y sitios del país. Entre los detenidos que fueron juzgados en ese proceso se encontraban Julio Portocarrero, Claudio León Mantilla, Eusebio Barrera, Enrique Granados, N. Liévano, Jaime Arenas, José Manuel Martínez Quiroz y Sandino (N. N.), de quien los testimonios aseguran se destacó por la defensa que hizo de la historia y la causa del ELN.
El consejo profirió su veredicto el 17 de diciembre de 1969, después de haber escuchado la intervención del fiscal, teniente coronel Luis A. Andrade, de 47 defensores militares y civiles y de varios de los detenidos. Este juicio tuvo una duración de un año.
El Consejo de Guerra del Socorro
Antecedentes y desarrollo
En junio de 1972, en la quebrada de Inanea, en el desarrollo de los operativos que el Ejército adelanta contra el ELN, es decomisado el equipo de Fabio Vásquez Castaño, el cual contenía información de las redes urbanas y los grupos guerrilleros rurales, una abundante correspondencia de las relaciones entre la ciudad y el campo, información de las operaciones militares realizadas, planes tácticos y estratégicos. Como consecuencia de esta situación, se desmantelaron algunas de las principales redes urbanas, siendo detenidos 210 militantes, simpatizantes y colaboradores del ELN, principalmente en Aguachica, Charalá, Bucaramanga, Socorro, Bogotá, Medellín, San Vicente de Chucurí y Barrancabermeja. La mayoría de los detenidos salió libre seis meses después, consolidándose para el proceso un grupo de 48 integrantes del ELN, entre los que se encontraban cuatro mujeres.
El consejo se inició entre finales de febrero y comienzos de marzo de 1973. En el desarrollo del juicio se fueron presentando divisiones al interior del grupo, que terminó con configurar dos posiciones frente a la actitud que debían asumir los revolucionarios en estos casos: la primera posición defendía la “ruptura” (desconocimiento del ejercicio de la justicia del régimen que se confronta). Esta es una tesis de los argelinos, que plantea el aceptar que se han cometido delitos contra el Estado y la legislación vigente, porque se desconoce por parte de los revolucionarios su legitimidad. Esta posición estuvo liderada y defendida por los hermanos Ojeda y un grupo de militantes que se agruparon a su alrededor. La segunda posición sostenía que el “proceso de ruptura” se debía dar en momentos concretos de la lucha, en los que las fuerzas revolucionarias estuviesen relativamente fortalecidas, esta posición fue liderada por Fernando Chacón y otros militantes. Las dos actitudes frente al juicio generaron entre los grupos enfrentamientos. El balance que el ELN hace de estas posiciones es el de que tras de ellas se escondían las deficiencias, y los errores, que se habían cometido en las indagatorias en que la delación estuvo presente, generando dificultades para algunos de los implicados y nuevas detenciones. Esto, en alguna medida, se evidencia cuando los abogados denuncian una serie de errores procedimentales, arbitrariedades en el derecho a la defensa y en el trato con los detenidos, lo que obliga a suspender el juicio en el mes de mayo. El proceso se reactiva meses después en la ciudad de Bogotá. Para entonces, ya se había adelantado la Operación Anorí y un nuevo grupo de militantes detenidos durante las operaciones como resultado de distintas circunstancias es vinculado a este juicio, entre ellos, en el mes de noviembre, Ricardo Lara y Domingo Rodríguez.
La experiencia de la cárcel, los consejos de guerra, los interrogatorios violentos, las prácticas de intimidación permanente, enfrentaron a muchos de los militantes a situaciones que solo pueden entenderse en el marco de un análisis del comportamiento humano ante la adversidad extrema. El prototipo de “hombre nuevo” de “revolucionarios verdaderos”, encontraba en aquellas circunstancias, un cuestionamiento práctico que no siempre fue bien sorteado y generó actitudes de doble moral, donde solo cada cual sabía exactamente hasta donde había cumplido con las premisas de lealtad y sacrificio que la Organización les había trazado. Así como hubo gestos de sacrificio inmensos, en los que se les fue la vida, también se presentaron situaciones y actitudes que desvirtuaban cualquier propósito revolucionario.
El Consejo de Guerra, se prolongó durante más de un año, tiempo en el que la coyuntura política nacional se fue transformando y permitió que, al levantarse el estado de sitio para las elecciones de 1974, los detenidos pasaran a la justicia ordinaria y encontraran allí los caminos de su libertad.
Entre los que quedaron detenidos se encontraba Ricardo Lara Parada, que contó con el tiempo para elaborar conjuntamente con otros militantes del ELN, que estuvieron a su lado e influyeron en su determinación,