Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018). Carlos Medina Gallego

Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018) - Carlos Medina Gallego


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hasta entonces, la fuente fundamental de sus recursos, en dinero, había sido el producto de acciones como los de la Caja Agraria de Simacota, el asalto al tren pagador y la expropiación de nóminas, como la realizada en el Aeropuerto Gómez Niño, pero tal vez su principal soporte económico había sido durante esos primeros años el apoyo campesino.

      Desde entonces115, el ELN ha sostenido la práctica de “retención económica”, como una fuente de recursos para financiar su sostenimiento y expansión. No obstante, no constituye su principal fuente de ingresos; esta ha sido desplazada por la “impuestación” a las empresas transnacionales, pero, sobre todo por la creación de una economía de guerra que compromete la inversión en el sector financiero y productivo del país.

      A finales de 1969, la guerrilla cruza el río Magdalena, de Santander hacia Antioquia, y se instala por la zona de la ciénaga de Barbacoa, que en ese momento pertenecía al municipio de Remedios. Durante los meses siguientes se cubre con presencia guerrillera el área de San Pablo, Remedios y Segovia; el trabajo de colonización armada está a cargo de Manuel y Antonio Vásquez Castaño116.

      En 1970, la guerrilla rural del ELN estaba compuesta por aproximadamente cien hombres en armas, divididos en tres grupos bajo la responsabilidad de Fabio, Manuel y Antonio Vásquez, José Solano Sepúlveda y Ricardo Lara quienes conformaban el Estado Mayor. Estos grupos se subdividían en pequeñas comisiones, con el objeto de realizar operativos militares y trabajo político e ir abriendo nuevas zonas.

      Entre 1969 y 1972, la Organización busca abarcar una extensa área geográfica que compromete más de 50 000 kilómetros cuadrados, en los departamentos de Santander, Bolívar (sur) y Antioquia (nordeste). Así, en 1971, el ELN contaba con seis grupos operando en esta extensa área: un grupo de 20 hombres comandado por Fabio Vásquez, que se localizó en la región de San Pablo en el sur de Bolívar; otro bajo la responsabilidad de José Solano Sepúlveda, con aproximadamente 15 hombres operando en Santander; un tercer grupo, a cuya cabeza se encontraba “Isidro” operando con 15 hombres en la región de Casabe; otro grupo, bajo la dirección de Ricardo Lara compuesto por 20 militantes, desarrollándose en el departamento de Bolívar; un quinto grupo, abriendo territorio en el departamento de Antioquia a cargo de Manuel Vásquez, con 30 hombres; y en el mismo departamento, un grupo de 15 hombres bajo la responsabilidad de Antonio Vásquez, que se reunía y operaba en ocasiones con el grupo de Manuel Vásquez.

      Los primeros encuentros de las FARC y el ELN

      Las relaciones del ELN con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y con otras organizaciones políticas, en distintas regiones de Santander y Antioquia, fueron ocasionales durante estos primeros años de vida del ELN. En un comienzo, en razón del mismo desarrollo de las dos organizaciones, el cual apenas era incipiente, los encuentros estuvieron cargados de respeto y camaradería. No obstante, con el tiempo se permitió madurar una actitud vanguardista y sectaria que distanció durante muchos años las dos organizaciones, generando incluso enfrentamientos entre ambas por divergencias políticas o por simple recelo territorial. Esta situación se mantendrá hasta bien entrada la década del 80, momento para el cual la dinámica misma del conflicto nacional convoca la unidad en la Coordinadora Nacional Guerrillera (CNG), inicialmente, y luego en la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (CGSB).

      Pese a lo anterior, durante el periodo comprendido entre 1969 y 1973, se produjeron encuentros, e incluso se compartieron, cordialmente, territorios y campamentos. El ELN sostuvo una posición de respeto frente al trabajo realizado por las FARC, y en especial por el Partido Comunista Colombiano, que era directamente el encargado de efectuar el trabajo amplio en los distintos sectores y movimientos sociales.

      En 1971, el grupo de Ricardo Lara entra en contacto con un grupo de las FARC, conducido en ese entonces por “Martín” y “Argemiro”, compartiendo por varios días un campamento en el que intercambiaron opiniones y experiencias en el marco de unas relaciones de “cordialidad y fraternidad”. Pero posteriormente, en el departamento de Antioquia, el mismo grupo, al entrar en contacto con las comisiones comandadas por Manuel y Antonio Vásquez Castaño, encontró unas relaciones bastante tensas, produciéndose el distanciamiento entre ambas organizaciones. Para ese entonces, había madurado por parte del ELN, una actitud vanguardista que repercutió profundamente en sus relaciones con otros grupos.

      En general, no fueron muchos los contactos entre las dos organizaciones armadas durante estos años. Los procesos de acercamiento comenzarían a producirse muchos años después, como consecuencia de las dinámicas que la guerra fue adquiriendo en el país. En la primera década de surgimiento de estas organizaciones, los contactos, siendo ocasionales, estuvieron dirigidos básicamente a compartir experiencias, ayudarse mutuamente en aspectos logísticos y a ocupar, sin confrontarse, una misma región. El ELN se benefició ampliamente en su proyecto de expansión y desdoblamiento organizativo de las bases campesinas trabajadas políticamente por el Partido Comunista, sin que ello condujera a la fragmentación de las formas de organización y a la sustracción de las bases del partido. Esto no significa que algunos militantes del partido no terminaran colaborando, e incluso militando en el ELN, pero en general, era una dinámica que la época posibilitaba, dada la precariedad de los proyectos.

      Las relaciones con la base campesina

      Grandes limitaciones de orden político y práctico tuvo el ELN, durante los años que precedieron los operativos de Anorí, para relacionarse con la base campesina. La experiencia del Opón, en la que todo el trabajo se había derrumbado ante la primera ofensiva del Estado los había vuelto cautelosos en el desarrollo del trabajo de masas. Pero también la concepción misma que tenían de la lucha guerrillera, que aún no lograba distanciarse en la práctica de la concepción foquista, le marcaba pautas muy estrechas al trabajo campesino, el que se orientó básicamente a conseguir apoyo logístico y realizar tareas de seguridad para el grupo.

      Este enfoque, además de las limitaciones en la formación política del conjunto de los cuadros, generó una práctica en la que se le prestaba poca atención al trabajo organizativo de nucleación, el cual sí hacía el Partido Comunista Colombiano, por ejemplo. Bajo esta perspectiva, todo el trabajo centraba su atención en canalizar para la Organización aquellos que se mostraban más dispuestos a colaborar y mayor interés por incorporarse a la guerrilla.

      La atención a la población campesina, en las áreas de operación, era superficial y espontánea, dada la poca importancia que al interior del grupo se le daba, durante estos años, a la formación ideológico-política, no solo interna, sino también de los campesinos. Manuel Vásquez tuvo como preocupación central la formación política de la base guerrillera y campesina, la cual encontraba supremamente baja; como resultado de esa preocupación, comenzó conjuntamente con Antonio Vásquez y otros miembros de la Organización a elaborar el periódico Simacota con un contenido que superara los aspectos estrictamente agitacionales y fortaleciera lo educativo, como parte esencial para el proceso de formación política de la base guerrillera y del movimiento campesino. Entre mayo de 1972 y mayo de 1973 se produjeron once números del periódico Simacota. Después de la muerte de Manuel en Anorí, el periódico dejó de circular durante casi diez años. El número 12 de la publicación apareció en octubre de 1981, como un documento de formación y discusión interna del ELN.

      Hubo muchos esfuerzos realizados por el Estado mayor, y en particular por Manuel Vásquez, sentían la necesidad de manejar con el sector campesino y con el movimiento de masas unas relaciones cargadas de formación política y de crecimiento organizativo. Sin embargo, la capacidad de la Organización en su conjunto era precaria, lo que se expresaba en actitudes y comportamientos que terminaban por imponer criterios autoritarios y de fuerza. La forma vertical en que se trazaban las orientaciones, o se hacían los llamados al campesinado para que colaborara con la guerrilla, muchas veces infundía más temor que respeto, e impedía que madurara una participación plenamente consiente de profunda convicción en la lucha. Esta situación traería a la postre graves consecuencias que se manifestarían en permanentes delaciones, deserciones, juicios y ajusticiamientos.

      Motivados por necesidades que desbordaban los intereses puramente políticos y entraban a comprometer


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