Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018). Carlos Medina Gallego
de lucha de su población. En todas las pugnas desarrolladas por la USO, el ELN estaría presente a través de su militancia en el desarrollo de acciones de sabotaje como acompañamiento militar a estas. Aun cuando no se tuvo, ni ha tenido nunca una influencia marcada en la orientación política del sindicato, pues allí convergen las más distintas posiciones y organizaciones políticas, sí se tuvo una influencia significativa en un importante sector de trabajadores de los que salieron hacia las montañas Carlos Uribe Gaviria y Juan de Dios Aguilera, quien había sido dirigente sindical.
En otros sectores obreros, en especial en la ciudad de Medellín, se iría conformando un núcleo de trabajadores simpatizantes y militantes del ELN, que darían origen a prácticas sindicales independientes y a colectivos de trabajo sindical, que a la vez que desarrollaban la lucha gremial y reivindicativa difundían entre los sectores obreros las ideas del ELN. Manuel y Antonio Vásquez tuvieron durante algún tiempo la relación con los trabajadores de Antioquia y orientaron su trabajo político con las masas y las tareas de apoyo logístico al grupo guerrillero: Luis Carlos Cárdenas Arbeláez, Ramiro Vargas, Mauro Orrego, serían, entre muchos otros, algunos de los que se destacarían en el desarrollo de su condición de militantes del ELN. La influencia irradiaría después hacia otros sectores de trabajadores en distintos lugares del país, interviniendo sus organizaciones gremiales, en particular, las de los empleados públicos, el magisterio y el sector bancario.
Surgida como una organización campesina, el ELN no podía dejar de influenciar formas de organización gremial de los trabajadores del campo, estableciendo con ellos un estrecho acercamiento que lo llevaba a orientar sus luchas y generar sus movimientos de protesta a través de marchas e invasiones de tierra. Con la aparición de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC), el ELN entra a establecer relaciones y a trabajar a su interior en la definición de sus propuestas políticas, al igual que lo harían otras organizaciones. No obstante, la ANUC iría definiendo un propio perfil, sin que la presencia de las organizaciones políticas pudiera expresarse en forma hegemónica. Un importante trabajo realizó el ELN, con los campesinos de El Sarare, algunos de los cuales conformarían posteriormente el Frente Domingo Laín, después de un prolongado trabajo de masas y un profundo adoctrinamiento entre los habitantes de la región. En Santander, Antioquia y Bolívar, los sectores campesinos contaban con un persistente trabajo de organización por parte del ELN, principalmente guiados por la concepción de la línea Sincelejo, que constituía el sector independiente de la tutela gubernamental, la llamada línea campesina, frente a la línea Armenia que era en lo esencial de medianos y grandes propietarios de tierra.
Con la muerte de Camilo un importante grupo de cristianos laicos y clérigos, desarrollaron, en el contexto de las transformaciones que venía teniendo la Iglesia y en particular de las orientaciones sociales de las encíclicas papales y de las formulaciones del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), un movimiento de sacerdotes comprometidos con los intereses y las angustias de los desposeídos. El Concilio del Vaticano II y la conferencia de Medellín se constituyeron, sin proponérselo, en el punto de referencia desde el cual surgió un compromiso de la llamada Iglesia de Base, con el desarrollo de las luchas populares. En ese contexto surgió el movimiento de Golconda y el de los Sacerdotes para América Latina (SAL).
La experiencia de Golconda, aun cuando tiene antecedentes que se remontan en el tiempo, fundamentalmente se desarrolla entre los años de 1968 y 1969 como un movimiento sacerdotal que pregona una acción pastoral de compromiso con las realidades sociales y políticas que vive el país. Muchos sacerdotes se acercaron e hicieron parte del movimiento revolucionario de la época, y se constituyeron, incluso, en militantes de las organizaciones armadas. Más que una influencia interior en Golconda, la Organización lo que hizo fue canalizar el entusiasmo que despertó Camilo en clérigos y laicos cristianos hacia un compromiso revolucionario. Movidos por ese entusiasmo, llegaron a Colombia Domingo Laín, Antonio Jiménez Comín y Manuel Pérez Martínez, sacerdotes españoles, que buscaban seguir los pasos de Camilo en el interior del ELN, como efectivamente lo hicieron.
Pese a la influencia que el ELN ha mantenido sobre importantes sectores cristianos, de las llamadas Comunidades Eclesiales de Base, no ha dejado de producirse en su interior un amplio, profundo y en ocasiones difícil debate en las relaciones entre marxismo y cristianismo.
No obstante lo anterior, las limitaciones en la concepción del trabajo revolucionario con la población y los sectores sociales organizados, no le permitieron al ELN, durante esta época, consolidarse como un proyecto político con un importante arraigo popular. La falta de políticas claras en sus relaciones con las organizaciones de masas y su concepción estrategista fueron aislando a la Organización de los proyectos y propuestas de los sectores sociales, y reduciendo su trabajo a extraer rápidamente de ellos, los mejores activistas y dirigentes para clandestinizarlos y convertirlos en militantes y combatientes de la Organización. Esto no significa que durante muchos años la militancia del ELN no haya hecho presencia en las organizaciones gremiales y el movimiento social tratando de influenciarlo y aprender de él, desde luego, con resultados muy precarios.
El camino de las contradicciones internas del ELN
En el desarrollo alcanzado por el ELN, hasta 1967, se venía presentando internamente una serie de contradicciones en el aspecto político e ideológico, que hacían referencia, entre otras cosas al papel de lo político y lo militar en la lucha revolucionaria. Pese a que las contradicciones tenían un origen múltiple cuyo fundamento esencial lo constituían concepciones políticas, prácticas culturales, circunstancias psicológicas, realidades específicas de la cotidianidad de la vida guerrillera, etc., comenzaron a desarrollarse intereses particulares en torno al poder de la Organización a través de aspectos predominantemente morales que condujeron a la postre a un manejo maniqueo de estas.
En la lucha por sostener el ELN como un proyecto político-militar, fueron madurando puntos de vista y actitudes que se convirtieron con el tiempo en causa de marcadas “desviaciones” políticas y prácticas militaristas inconcebibles, cuya expresión interna fue el tratamiento inadecuado a las diferencias ideológicas y el sacrificio innecesario de vidas humanas. La contradicción central giraba en torno a la subordinación de lo político a lo militar o viceversa, pero se desdobló en una confrontación entre quienes provenían del trabajo urbano y quienes avalaban el trabajo rural como fundamento esencial del proyecto armado. Lógicamente, quienes tenían una mayor inclinación a fortalecer el trabajo político eran los integrantes de extracción urbana, que habían sido fogueados en la lucha de masas y en los movimientos de izquierda, y tenían una concepción práctica y una experiencia acumulada de ese tipo de trabajo que los convocaba a defenderlo como un elemento capital para que el proyecto se fuera “llenando de pueblo”. Quienes tenían una mayor inclinación hacia el desarrollo del aspecto militar eran los integrantes de extracción campesina, que no eran muy hábiles para el trabajo político, vivían en un analfabetismo político mayor y contaban con unas condiciones físicas, intelectuales, socioculturales y de adaptación al medio, que los convocaba “naturalmente” hacia las prácticas militares; pero además, toda su experiencia cercana en la lucha política estaba en relación con la época de La Violencia y el desarrollo de las guerrillas liberales.
Poco a poco, se fueron configurando dos grupos que llevaron a que los aspectos de la contradicción se polarizaran, en lugar de integrarse y complementarse en una práctica consecuente con lo que se promulgaba. Estaba, por un lado, el grupo de los citadinos, que hacía los énfasis en el aspecto político del trabajo revolucionario, liderado por Víctor Medina Morón; por el otro, estaba el de los campesinos, cuyo énfasis se centraba en el desarrollo del aspecto militar y que lideraba, en alguna forma, Fabio Vásquez.
El año de 1967 fue de bastante tensión y dificultades para el ELN, los operativos militares en el área del Opón obligaron a la Organización a desplegarse hacia el cerro de los Andes. Allí, en un ambiente enrarecido, surgen de nuevo las contradicciones y el enfrentamiento de los dos grupos que se venían configurando. Desde mediados de julio y hasta septiembre, la guerrilla deja de operar militarmente para discutir y elaborar el plan de trabajo de los meses siguientes. En esas reuniones, la situación se fue haciendo cada vez más difícil; el principio de la autoridad suprema en el primer responsable de la Organización