Tres para Estar Listos. Howard A. Eyrich
énfasis en este enfoque es que el problema básico de la sociedad es la opresión y la explotación de las clases desposeídas por parte de las poderosas. La salvación entonces es la liberación de tal opresión. El método de liberación debe ser el apropiado a la naturaleza específica de la situación».17 Dentro de la amplia familia de la liberación, también están las feministas, quienes también, reflejando la agenda del movimiento en cuanto a rescatar a los oprimidos, plantean el cambio de las estructuras familiares y de los roles genéricos tradicionales. Esto se lograría liberandoa la mujer de la opresión cultural de los hombres. Las libertadoras feministas Cook y Meireles (ambas enseñan en seminarios latinoamericanos) escriben: «Nuestra intención es descubrirnos como mujeres que comparten su fe en un Dios justo, quien da la vida y los mandamientos a todos los seres humanos para desarrollarnos como hermanos».18 Este triunfo de igualdad es posible solo si las mujeres cooperan con Dios, el liberador, para declinar el yugo de servilismo impuesto por los hombres. Las feministas asumen, frecuentemente, que la Biblia apoya la finalización de toda jerarquía dentro del matrimonio. Notemos la siguiente cita tomada de una tesis escrita en la Universidad Bíblica Latinoamericana de San José Costa Rica, una institución eminentemente liberal:
Es evidente que [el libro de Génesis] fue escrito por hombres y es producto de la cultura patriarcal de esos días. El interpretarlo literalmente es afirmar tal conducta. La mujer allí es minimizada en todo aspecto: es el origen del pecado; por lo cual, los hombres siempre se justifican, y lo que es peor, el hombre aparece como la víctima que cae inocentemente por la incitación de su pareja; adicionalmente se intenta mostrar a Dios favoreciendo al hombre. El texto en 1 Corintios 14:34-36 es también mal interpretado respecto a los roles de la pareja. Estos son claros ejemplos de cómo los textos han sido usados para sostener y practicar la discriminación y devaluación de la mujer y, por este medio, justificar las acciones denigrantes del hombre hacia ella.19
Como se refleja en esta cita, una debilidad primaria de la teología de la liberación es un acercamiento a priori a la Biblia. Es decir que toman su interpretación particular de los factores sociales, económicos y políticos para usarlos como los lentes a través de los cuales se examina la Palabra de Dios. Por ejemplo, muchos liberacionistas asumen que el conflicto de clases es el punto focal de la historia bíblica. Esta perspectiva se aplica al texto, haciendo de la Biblia un registro de las luchas entre oprimidos y sus opresores. Al mantener esta metodología, las feministas ven la estructura a la luz de su propia agenda, que se refleja en las siguientes palabras escritas por uno de sus proponentes: «Leer la Biblia con los ojos de una mujer es tomar en cuenta lo que hemos reflejado de los mitos sexistas acerca de ella. Es asumir la perspectiva de género para comprender lo que Dios desea para la mujer en la actualidad».20
Tal procedimiento para el estudio de la Biblia es «inapropiado porque impone una serie de vendas interpretativas en el exegeta, condicionándolo a ver el texto como el soporte para una agenda en particular».21 Un trabajo teológico apropiado debe comenzar con un examen serio del texto bíblico y no viciado. La Escritura debe permitirnos llegar a nuestras propias conclusiones, incluidas aquellas que tratan con los roles de marido y mujer. Solo de esta forma, se podrá desarrollar una doctrina apropiada acerca del matrimonio y la familia, que provea respuestas reales al dilema intrafamiliar.
Una mejor forma. La respuesta a los problemas sociológicos que enfrenta la iglesia evangélica no es la inacción ortodoxa, muy común entre los evangélicos, tampoco el activismo no ortodoxo, característico en la teología de la liberación. Los evangélicos tradicionales estarán de acuerdo con que los teólogos de la liberación «deben permitir que la Escritura tenga su impacto correctivo sobre ellos y así llevarlos a una mayor armonía con la verdadera enseñanza y práctica de un pasaje»22; sin embargo, ellos tampoco son consistentes con la intención de la Biblia como suponen. El hacer una interpretación adecuada debe, necesariamente, llevarnos a una correcta aplicación, una que esté en consonancia con la intención del pasaje. Es en este punto que los evangélicos generalmente se quedan cortos. Dada su aceptación de la autoridad de la Escritura, normalmente interpretan la Biblia de acuerdo con los principios históricos de la hermenéutica. Sin embargo, tal preocupación por el texto no se refleja en acción a favor de aquellos que sufren bajo la carga de la desintegración familiar o matrimonial, en un sentido son tan no ortodoxos como su contraparte liberacionista. Después de todo, Dios demuestra consistentemente una preocupación compasiva por las víctimas legítimas (ver Sal 68:5; Dt 24:14, 17-18), y esto es algo por lo que la iglesia evangélica debería preocuparse y emular. Las Santas Escrituras deben tener su «impacto correctivo sobre los evangélicos tambiény así llevarlos a una mayor armonía con la verdadera enseñanza y práctica de un pasaje».23
Renovar matrimonios y familias
Mientras la iglesia evangélica confronta los problemas sociológicos que afligen el hogar, y busca hallar soluciones verdaderas y bíblicas, hay varias consideraciones que pueden proveer una dirección inicial.
La transformación bíblica debe llevarnos a una transformación en el hogar. El evangelio de la nueva vida en Cristo ha atraído a multitudes en Latinoamérica. Los testimonios son de miles de individuos transformados y colocados en un nuevo rumbo de honra a Dios, con este simple pero poderoso mensaje. Y esto, ciertamente, es causa de júbilo. Sin embargo, en un mundo marcado por la profundización de la crisis familiar, es esencial que este cambio personal se traslade también a la esfera de lo doméstico. El crecimiento espiritual debe medirse por el progreso en la manifestación de amor, paciencia, bondad, etc., hacia aquellos con quienes vivimos. Más aún, debe recordarse que, debido al carácter fundamental de la familia, la última medida del impacto de la iglesia evangélica en la sociedad será su habilidad para resistir el giro social hacia la tendencia a la ruptura, y la promoción de una cultura de armonía familiar y matrimonial bíblicamente orientada. Solo si esto se alcanza, podemos decir que el legado evangélico para la sociedad será profundo y duradero.
Es esencial una advertencia acerca de la naturaleza insidiosa de las tendencias relacionales en la sociedad. La palabra insidiosa significa «operar o proceder de formas conspicuas o inofensivas al parecer, pero con efectos graves en realidad». Observando el pantano moral de nuestra sociedad, algunos evangélicos son tentados a concluir que, por contraste, los problemas dentro de la iglesia son insignificantes. Sin embargo, la presencia de estas enfermedades en cualquier medida debería ser causa de preocupación. En realidad, indican que ciertos puntos de vista del mundo han hallado cabida dentro de la iglesia. Dada la propensión de la naturaleza humana a sucumbir frente a la fascinación del mundo, tal cabida puede incrementar su esfera de influencia, aunque imperceptiblemente, en detrimento de la vitalidad espiritual de los evangélicos. Una de las razones para que esto suceda con tanta facilidad es que los creyentes son bombardeados por actitudes modernas acerca del matrimonio y la familia. Esto se da primordialmente por los medios de comunicación invasivos que promueven sin restricciones valores y estándares que van contra la enseñanza bíblica. Por ejemplo, un vistazo ligero a las telenovelas latinoamericanas producidas en varios países es suficiente para confirmar su visión moral nada cercana a la Biblia. La promiscuidad, infidelidad e, incluso, los estilos de vida alternativos (como el homosexualismo) son continuamente presentados. Idealmente, la iglesia actúa como sal y luz en el mundo para oponerse a tal decadencia. Sin embargo, con frecuencia, actitudes y valores del mundo calan en la vida de los creyentes y, a través de ellos, en la iglesia. Por este motivo, la filtración de las perspectivas no bíblicas del matrimonio y la familia deben ser reconocidas y combatidas.
Se debe promover activamente la renovación matrimonial y familiar . Por donde sea, los evangélicos defienden la prioridad bíblica del matrimonio y la familia. Es esencial tomar esta prioridad en serio, haciendo todo esfuerzo posible para detener la desintegración familiar dentro de sus propios círculos. Esto involucra el usar todo recurso necesario para llegar a los esposos en conflicto, padres e hijos separados y guiarlos hacia las soluciones que glorifican a Dios.
Inevitablemente, esto debe incluir una consejería bíblica efectiva que aplique la verdad de Dios a las vidas individuales. El contacto extensivo con latinoamericanos en una gran variedad de denominaciones ha convencido a este autor de que muchos