Tres para Estar Listos. Howard A. Eyrich
comentario de Hebreos 13:4, que enfatiza este privilegio (que al mismo tiempo también es responsabilidad), dado por Dios. Escriben así:
Esto cambió cuando descubrí que la palabra en Hebreos 13:4 en griego era koite, que significa «cohabitar mediante la implantación del espermatozoide masculino». Koite tiene su raíz en la palabra keimai, que significa «acostarse» y tiene parentesco con la palabra koimao, que a su vez significa «causar sueño». Aunque nuestra palabra «coito» proviene de la palabra latina coitio, la palabra griega koitetiene el mismo significado e indica la relación experimentada por una pareja casada en la cama al «cohabitar». Basado en este significado, el texto de Hebreos 13:4 se traduce de esta manera: «El coito en el matrimonio es honorable en todo y es sin mancilla». La pareja, en el coito, se apropia del privilegio posible y dado por Dios de crear nueva vida para otro ser humano, como un resultado de la expresión de su amor. 24
De acuerdo a los dos testamentos, Dios ha declarado con claridad que el matrimonio debe ser permanente (Gn 2:24-25; Mt 19:1-15). Dios lo ha instituido. Él ha delineado sus propósitos o diseño. Él ha declarado su permanencia.
Si el matrimonio es instituido por Dios, ¿no debería el pastor que habla en nombre de Él para establecer este pacto entre hombre y mujer (“los declaro marido y mujer”) ser muy cuidadoso y estar razonablemente seguro de que la pareja que él une comprende la naturaleza y responsabilidad del matrimonio? ¿No deberíamos preocuparnos de que estén concientes de las implicaciones prácticas y las demandas que vienen sobre ellos? ¿No hará Dios responsable al pastor por un pacto que se ha ejecutado ignorantemente? Creo que una evaluación teológica y honesta demanda una respuesta afirmativa a cada una de estas preguntas.
La naturaleza del hombre y la naturaleza del matrimonio
El cristiano es aquel que tiene el poder de romper el pecado en su vida por estar unido a Cristo Jesús a través de la fe (Ro 6:1-10). Sin embargo, él es un pecador salvo por la gracia. El pecado no ha sido erradicado de su vida. Demasiado a menudo el cristiano escoge no disfrutar de los beneficios de su unión con Cristo y prefiere ponerse bajo el control de ese dictador defenestrado: el pecado. Siempre que esto suceda, se volverá egoísta, resentido, amargado y capaz de cometer cualquier pecado tales como el adulterio o el asesinato. En general, se podría decir que se vuelve orientado a sí mismo.
Jane es una mujer cristiana cálida, afectuosa y dinámica. Usualmente, ella escoge ejercitar su libertad de la atadura del pecado en términos de su matrimonio. Pero periódicamente, la responsabilidad que tiene sobre cuatro niños pequeños, además de un esposo vendedor que viaja tres o cuatro días por semana, hacen que sienta autocompasión, la cual pronto se convierte en resentimiento. Para cuando Pablo llega a casa el jueves o el viernes por la tarde, Jane está totalmente orientada a sí misma. Sus palabras son agudas y llenas de resentimiento, no es afectuosa y no responde como compañera sexual.
Pablo, frecuentemente, tiene tensión en su trabajo, los clientes están insatisfechos con las entregas, los aviones fallan en sus itinerarios, y esa mujer sexualmente provocativa le ha hecho aún más difícil mantener su mente pura. Todo esto le da la oportunidad de cuestionar por qué Dios ha permitido que tenga una existencia tan anormal.
Tales situaciones representan la realidad del cristianismo, y es este conocimiento el que la pareja debe tener antes de entrar al matrimonio cristiano.
El matrimonio es una relación íntima y permanente. No se trata de una relación en la que las personas puedan esconder lo que son en algún momento, tampoco se puede tolerar el egoísmo. El matrimonio es la relación más desinteresada que los humanos conocen. Todo lo que uno es, toca e influencia al otro. Es nuestra oportunidad suprema para lograr compañía; pero como el Señor mismo lo diría: «¿Pueden dos caminar juntos a menos que estén de acuerdo?». Esta compañía demanda unidad, y la unidad requiere amor, y el amor es posible solo en la unión con Cristo (Ro 6:11; 1 Co 13: 4-8). La emoción romántica pronto se verá afectada por las responsabilidades y tentaciones de la vida.
La consejería prematrimonial puede ser usada efectivamente para clarificar a cada pareja joven que la naturaleza humana no puede ser cambiada por una ceremonia nupcial. Presenta la oportunidad para el pastor-consejero de cultivar el aprecio de la pareja por la naturaleza del matrimonio y de enseñar a los dos a aplicar las soluciones de Dios frente a las dificultades creadas por sus propias naturalezas pecaminosas salvas por gracia.
Hallarás que este programa se orienta a la solución de problemas. Es un esfuerzo para ayudar a las personas a enfrentar, de manera realista, la naturaleza humana y la del matrimonio. Está diseñado para tratar problemas reales —como los de Pablo y Jane— y buscar soluciones desde la perspectiva de Dios.
La responsabilidad del pastoreo
¡Las ovejas necesitan un pastor! La comprensión de las ovejas en nuestra cultura moderna es muy limitada. Pero cuando las Escrituras fueron hechas, la sociedad agraria a la que pertenecían sentía el impacto cuando Dios hablaba a su pueblo como a ovejas y a sus ministros como pastores. Como personas modernas que somos, podemos aprender mucho acerca de ovejas y pastoreo; sin embargo, podemos hacerlo simplemente observando las figuras que Dios emplea para describirse a sí mismo y a sus siervos.
En Isaías 40:11 y Ezequiel 34:14-15, Dios habla de su liderazgo y cuidado, diciendo: «Como pastor apacentará su rebaño. En su brazo llevará los corderos, junto a su pecho los llevará; y pastoreará con ternura a las recién paridas». «En buenos pastos las apacentaré y en los altos montes de Israel estará su pastizal; allí dormirán en buen redil y con pastos suculentos serán apacentadas sobre los montes de Israel. Yo apacentaré mis ovejas y les daré aprisco, dice Jehová, el Señor».
Todo buen asistente de la iglesia está familiarizado con la figura del Salmo 23; pero podría no estar conciente de sus implicaciones en el contexto histórico. En el Nuevo Testamento, el Señor Jesucristo en Juan 10 se refiere a sí mismo como el buen pastor que lleva, va delante y que, incluso, da su vida si es necesario. ¡Cómo requieren pastoreo las ovejas! Son esparcidas cuando no lo tienen (Ez 34:5). Una vez que el rebaño es desparramado, las ovejas se confunden, «cada una irá por su camino» y «vagarán» (Isaías 47:15).
Mientras Dios describe su relación con su pueblo como la de un pastor con sus ovejas, emplea la misma figura para tratar las implicaciones con sus ministros. Pablo, escribiendo a los ancianos en Éfeso, en Hechos 20:28 dice: «Por tanto, mirad por vosotros y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre». Posteriormente, en su carta a los efesios, habla del pastor-maestro como uno de los individuos dotados por el Espíritu Santo y dado a la iglesia para capacitar a los santos (Ef 4:11-12). La palabra que se traduce como pastores es literalmente «pastor de ovejas». La forma en infinitivo para la misma palabra es la que Pablo usa en Hechos 20:28, en donde se traduce «apacentar», haciendo referencia a la responsabilidad que tenían los ancianos hacia la iglesia de Dios. Acerca de esta palabra, el obispo Trench comenta: «… todo el oficio del pastor, guiar, guardar y cuidar del rebaño, así como alimentarlo»25 es a lo que a esto se refiere. Entonces, es el pastor, bajo el pastoreo de Dios, quien tiene la responsabilidad de cumplir con estas obligaciones hacia la grey.
¿No requiere tal cuidado que el pastor se involucre en la consejería prematrimonial? ¿No es esta una justificación teológica para que el pastor involucre a la pareja en la exploración de las aplicaciones prácticas de los principios bíblicos que se relacionan con el matrimonio?
Si el Pastor en jefe guía a su rebaño a «sendas de justicia», entonces, como sus siervos, también es lo menos que nosotros podemos hacer. Así como Dios nos guía hacia una meta (léase pastos verdes y agua fresca en el lenguaje del Salmo 23), así mismo la consejería prematrimonial nos guía para evitar la tendencia de vagar y, al mismo tiempo, para cimentar metas y objetivos que mantengan a la pareja sujeta a ellos.
Mayordomía de las vidas y riqueza
En el capítulo 19 del libro de Lucas, el Señor Jesús enseñó acerca de la mayordomía en una parábola. Habló sobre cierto hombre noble que entregó dinero a tres