¿Evasión o expulsión?. María del Carmen Parrino

¿Evasión o expulsión? - María del Carmen Parrino


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1992). En función de los hallazgos de la investigación, se observa que, cuando es mayor el grado de dificultad en relación con los estudios, es mayor la tasa de repetición y abandono, como en el caso de las carreras de ciencias.

      De acuerdo con las carreras, pueden establecerse algunas consignas generales, según las observaciones realizadas en el caso de ciencias: las dificultades para aprobar y la elevada exigencia de las carreras producen angustia, impotencia y un gran sentimiento de fracaso (Latiesa, 1992). En las carreras cuya expectativa laboral es mayor, también lo son el grado de compromiso y el rendimiento, como en Medicina y Derecho. Medicina es una carrera diferente para analizar, dado que sus alumnos son excelentes estudiantes, se presentan y aprueban; el alto compromiso que asumen con la carrera funciona como una motivación que les impide abandonar sus estudios, y los casos de abandono son el resultado de la autoeliminación. En Psicología, la deserción parece provocada fundamentalmente por la autoeliminación; ésta es una decisión de los estudiantes de abandonar en forma previa a rendir los exámenes, por el fracaso en sí y ante las dificultades que surgen por algunas asignaturas inesperadas en la carrera. En Letras, los alumnos no estudian porque deben conseguir un trabajo, dado su menor nivel socioeconómico.

      Factores del sujeto

      Las condiciones socioeconómicas y el contexto familiar se distinguen como la fuente principal de diversos factores que influyen directa o indirectamente en la deserción. Si bien la condición socioeconómica en sí no es un factor determinante del abandono, se considera que tiene relación directa con los logros educativos, ya que el bajo nivel educativo de la madre, la ausencia de los padres del hogar y la inserción temprana en la actividad laboral sí resultan condicionantes para el abandono (CEPAL, 2002).

      Se debe reflexionar en qué medida atañe la responsabilidad a agentes extrainstitucionales como el Estado, el mercado, la comunidad, los grupos de pares y la familia. En primer lugar, las condiciones laborales aparecen como uno de los factores que afecta el rendimiento y la persistencia. En otro sentido, las condiciones de organización y funcionamiento de la familia actual también pueden influir en el alejamiento intencional de los estudiantes de las aulas universitarias. Las familias monoparentales, las familias con ambos padres dedicados al trabajo en jornadas de labor sobreextendidas, o bien en condiciones de anomia, constituyen un soporte social que puede resultar insuficiente para jóvenes, sobre todo en las primeras etapas de los estudios superiores (CEPAL, 2002).

      En forma análoga, el informe IESALC (2006) clasifica las causas más importantes de la deserción en distintos grupos y denomina causas exógenas, tanto al sistema de educación superior como a la institución, a aquellas que están dadas en relación con las condiciones socioeconómicas del estudiante y de su grupo familiar, cuyos indicadores quedan expuestos por el nivel de ingresos, el nivel educativo de los padres, el lugar de residencia, el ambiente familiar y la necesidad de trabajar.

      “La decisión de abandonar no es un hecho puntual, sino que responde a un proceso, a una toma de decisión en la que se evalúan distintos factores”, sostiene Latiesa (1992: 337). La autora coincide con el alto grado de influencia que tienen en el proceso tanto el nivel de estudios de los padres como la necesidad de trabajar de los estudiantes.

      Aparicio (1998) corrobora esta premisa, ya que verifica empíricamente que la situación económica del estudiante es una de las causas que no le permite continuar con sus estudios; y, por otra parte, confirma que el nivel educativo de los padres influye significativamente en el caso de los graduados, donde se registran los mayores porcentajes con nivel educativo terciario o universitario completo, mientras que el resultado en el caso de los desertores indica que el nivel educativo de los padres es más bajo.

      Otras investigaciones sobre la deserción realizadas en Argentina, en la Universidad Nacional del Sur (Guevara, 1998: 27), sobre una población de desertores, también confirma como causas determinantes para el abandono la pérdida de interés por la carrera y las razones de índole económica.

      Según la investigación de Aparicio (1998), la historia ocupacional muestra que el trabajo puede ser una condicionante para el abandono, dado que la mayoría entre los que trabajaban lo hicieron durante todo el período que duró su cursado en la universidad y, en proporción, durante una mayor cantidad de horas que aquellos que se graduaron, que trabajaron menos horas y durante un lapso menor. Además, buena parte de la población universitaria se incorpora al mundo del trabajo mientras cursa su carrera en la universidad. Al trabajar y estudiar, claramente el problema que se refleja es el de superposición horaria, sumado a la falta de tiempo para estudiar cuando se lo realiza en forma simultánea, según revela la investigación.

      El estrato social, la herencia cultural, los niveles de compromiso para con el estudio y la historia educacional anterior presentan características definitivas en relación con los valores a favor del estudio. El origen social y el nivel cultural familiar inciden de dos formas: por un lado, en la selección que se realiza de la carrera; por el otro, en su perspectiva de logro. Si bien el origen social no determina el fracaso, sí es un condicionante en relación con el capital escolar acumulado, la necesidad de trabajar y ciertas condiciones conexas con ello. El trabajo es un condicionamiento importante, sumado a las autobarreras que el sujeto se impone para el logro y a la interacción sostenida con las instituciones.

      Fanelli (2002: 74) propone, entre otros, utilizar como indicadores del nivel socioeconómico familiar, la residencia, el nivel de ingresos familiar, el nivel educativo de los padres y la condición de actividad socioeconómica del estudiante.

      Los factores personales de los estudiantes son los más estudiados, dado que, ante el hecho de abandonar una carrera o una institución, como la decisión es personal del alumno, básicamente, a lo largo de los años, se ha enfocado la responsabilidad en su decisión individual, mientras que otras circunstancias laterales, pero que coadyuvaban al problema, se fueron dejando de lado.

      Posteriormente, se incluyeron en los estudios investigaciones y modelos que incluían otras perspectivas de análisis, como la institucional, y las variables de integración, adaptación y pertenencia de los estudiantes a las instituciones.

      Entre los factores personales que inciden sobre el problema del abandono, pueden considerarse el género, la edad, la formación académica previa, las aspiraciones y las motivaciones personales, la aptitud, la habilidad y el interés por la carrera, la madurez emocional, el grado de satisfacción con la elección y las expectativas de egreso en relación con el mercado laboral (IESALC, 2006; Fanelli, 2002: 74).

      Aparicio (1998) destaca también la falta de satisfacción de la carrera elegida respecto de las expectativas de los jóvenes como una de las causas que no les permiten continuar con sus estudios; mientras que Elena Guevara (1998) releva como la causa más frecuente para desertar la pérdida de interés por la carrera.

      En cuanto al género, puede aclararse que, si bien no es condición para ingresar ni para permanecer, las diversas políticas de democratización implementadas durante los últimos años han actuado positivamente, logrando lo que se dio en llamar la feminización de la matrícula. Es decir, parte del incremento notable de la matrícula de la educación superior en las últimas décadas corresponde al crecimiento exclusivo de la matrícula femenina. Además, diversos estudios avalan que el rendimiento femenino supera al masculino. No obstante ello, pueden señalarse como diferencias entre ambos géneros que el hombre se incorpora al trabajo o a la búsqueda laboral en forma más temprana que la mujer, mientras que la mujer tiene, como dificultades que interfieren con los estudios, el embarazo, la maternidad y las tareas del hogar, que generalmente asume. En ambos casos, es determinante la condición socioeconómica (CEPAL, 2002).

      En relación con el desempeño en la educación media, Latiesa (1992) sostiene que las variables personales y escolares no muestran influencia con respecto al rendimiento; mientras que la escolaridad previa predice el éxito o el fracaso. Para Aparicio (1994), por el contrario, el promedio del nivel medio no aparece asociado al fracaso, dado que la mayoría de los desertores no presentan repitencia en ese nivel. La autora observa que los desertores cuyos promedios son más altos no rindieron exámenes en la escuela media en diciembre ni en marzo, pero sí lo hicieron los promedios más bajos. Por ello, afirma que el rendimiento en el nivel medio no es un predictor de logro de rendimiento futuro que


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