¿Evasión o expulsión?. María del Carmen Parrino
dada en el plano del sistema de educación superior, donde el estudio del problema permitirá definir políticas educativas destinadas a reducirlo. Aquí, la deserción se plantea como la pérdida de estudiantes del sistema de educación superior en su conjunto. Un segundo plano es el institucional, con foco en la institución, que involucra la problemática de la relación estudiante-institución. Una tercera perspectiva se ocupa del problema desde lo personal e individual propio del estudiante.
La perspectiva del sistema de educación superior
Desde una perspectiva sistémica, se define la deserción como “el abandono de todo el sistema formal de educación superior” (Tinto, 1989).
Pero aquello que para la institución de educación superior puede verse como un problema, para el sistema no resulta más que un traspaso entre instituciones (Fanelli, 2002). En este caso, no resulta ser una componente de la deserción en sí misma; pero sí será de interés estudiar los flujos del sistema en relación con los subsistemas de educación superior público y privado; o bien el flujo que puede producirse desde algunas instituciones en particular, como desde las megauniversidades hacia otras instituciones públicas o privadas.
El Informe sobre la Educación Superior en América Latina y el Caribe 2000-2005 opta por una definición para el término deserción en relación con el sistema de educación en su conjunto, que puede resultar una expresión más operativa o apropiada para los cálculos. Esta definición está tomada del trabajo realizado por el Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior (ICFES), La educación superior en Colombia. Resumen estadístico 1991-1999:
La deserción está dada por la cantidad de estudiantes que abandona el sistema de educación superior entre uno y otro período académico (semestre o año). En este caso la deserción se calcula como el balance entre la matrícula total del primer período, menos los egresados del mismo período y más los alumnos reintegrados en el período siguiente, lo cual genera el nuevo estado ideal de alumnos matriculados sin deserción. (IESALC, 2006: 158)
Por otra parte, el Informe sobre desgranamiento en educación, que realiza un análisis sobre la retención, elaborado por el Departamento de Análisis de la Información de la Dirección de Información y Estadística de la Dirección General de Cultura y Educación del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires (2010), indica qué entiende por el término. Su acepción expresa la deserción en función del completamiento o no del nivel de referencia primario o medio.
En este caso, “la deserción describe la cantidad de matrícula que habiendo configurado parte del sistema, sale del mismo definitivamente, sin haber completado la escolaridad correspondiente” (DGCE, 2009b).
La perspectiva institucional
Desde una perspectiva institucional, se define la deserción como “el proceso por el cual los sujetos abandonan la institución de educación superior alegando razones para ello” (Tinto, 1989).
El responsable institucional que considera la problemática en relación con la pérdida de estudiantes debe comprender qué aspectos de la deserción tienen relación con la institución, porque la definición concreta del problema permitirá proporcionar instancias de solución. Además, la deserción afecta la economía institucional y da real cuenta de la eficiencia institucional. Ana M. Fanelli (2002: 74) la define indicando que el “abandono es el residuo no explicado después de tomar en consideración dentro de la matrícula a aquellos que exitosamente se han graduado”.
Otros autores explican la deserción mediante la incorporación de otros conceptos. Margarita Latiesa (1992)[6] asocia el abandono en forma directa con el fracaso y el rendimiento. En este sentido, tipifica el fracaso como la eliminación por exámenes o la autoeliminación por no presentarse a los exámenes. A su vez, especifica que muchas veces se reduce el rendimiento a la certificación académica dada por el listado de notas. Por otra parte, define el rendimiento en sentido amplio, que caracteriza a su vez en las siguientes definiciones: llama éxito a la finalización con la graduación, retraso a la finalización que utiliza más tiempo que el planteado en los planes de estudio, y distingue un abandono en sentido general, que abarca a todo tipo de alumno, y un abandono en sentido estricto, que corresponde exclusivamente a quienes dejan definitivamente los estudios universitarios. El rendimiento en sentido estricto lo asocia directamente con las notas que obtienen los estudiantes. Plantea, al igual que otros autores, las serias dificultades que se producen cuando se intenta evaluar la deserción en términos estadísticos. La autora expresa que el “abandono es la no finalización como producto de la deserción en alguno de los cursos” (Latiesa, 1992: 101-105).
Las mismas definiciones anteriormente mencionadas guían la investigación de Miriam Aparicio (1998).[7] Esta autora hace referencia al fracaso académico en relación con un cierto número de exámenes desaprobados y la no presentación a exámenes. El concepto de rendimiento considera sólo un aspecto del fracaso, si bien éste es un aspecto cuantificable.
Por otra parte, se distinguen diferentes categorías de deserción o abandono, que incluyen la perspectiva institucional y la sistémica.
El abandono involuntario (por incumplimiento administrativo o violación de reglamentos); dejar la carrera para iniciar otra en la misma institución; dejar la carrera para iniciar otra en otra institución; dejar la universidad e irse a otra para completar estudios iniciados; renunciar a la formación universitaria para iniciar itinerarios formativos fuera de la universidad, o incorporarse al mundo laboral; interrumpir la formación con la intención de retomarla en el futuro; y otras posibilidades. (Cabrera y otros, 2006: 173)
La perspectiva del sujeto
Para Tinto (1989), “desertar significa el fracaso para completar un determinado curso de acción o alcanzar una meta deseada, en pos de la cual el sujeto ingresó a una institución de educación superior particular”.
Para el estudiante, abandonar la universidad puede significar un paso en función de sus propios objetivos, en relación con un ajuste en la carrera elegida, con un nuevo programa, con participar de otra institución o con una adaptación a cambios producidos en la vida personal que no necesariamente se asocien con el fracaso. La definición de abandono puede tener una significación positiva para el estudiante y no estar asociada al fracaso, mientras que puede resultar negativa para el responsable institucional.
En este proceso de abandono individual, se focaliza el sujeto en relación con sus motivaciones personales, sus habilidades y destrezas, y la energía que pone en la consecución de sus metas. Inicialmente, el estudio de la deserción estaba enfocado en este aspecto, y todas las responsabilidades recaían sobre los alumnos. Estudiar una carrera universitaria implica varios años de compromiso sostenido, que no todos los estudiantes están dispuestos a asumir. Tinto (1989) explica la complejidad de pretender definir el problema desde lo individual, ya que encierra múltiples aspectos y consideraciones. En cambio, en relación con los objetivos que el sujeto tenía respecto de la institución, puede significar, o no, un fracaso, ya que se habla de una “comunidad de intereses” que contempla tanto al sujeto como a la institución.
El Informe sobre la educación superior en América Latina y el Caribe 2000-2005 opta por otra definición para el término deserción. En este caso, está tomada de la Comisión Sectorial de Enseñanza, “Bases del llamado a proyectos de investigación: deserción estudiantil año 2003”, de la Universidad de la República de Uruguay; el término queda definido como sigue: “la deserción se puede definir como el proceso de abandono, voluntario o forzoso de la carrera en la que se matricula un estudiante, por la influencia positiva o negativa de circunstancias internas o externas a él o ella” (IESALC, 2006: 157). Así, la deserción es una condición individual y dada en relación con la carrera.
En cuanto al carácter del abandono, éste puede ser temporario o definitivo. En el primer caso, se hace referencia a una interrupción momentánea en los estudios, que posteriormente signifique un retorno a la misma institución, o bien a otra, conocido como stop-out; o bien una instancia definitiva que es el hecho interesante de analizar (Fanelli, 2002).
Otra caracterización hace referencia a la deserción voluntaria, en tanto es el estudiante quien decide renunciar