¿Evasión o expulsión?. María del Carmen Parrino

¿Evasión o expulsión? - María del Carmen Parrino


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venta de productos, patentes y servicios. La implementación de programas de asignación de recursos destinados a objetivos específicos y fines determinados se realizó desde los gobiernos en la década de los 90. El Estado solicita también el incremento de las capacidades de planeamiento administrativo y control.

      Otro cambio de la educación superior, que ya está incorporado a su escenario, es el surgimiento de agencias nacionales e internacionales para la certificación de la calidad de instituciones y planes de estudio, tanto en el grado como en el posgrado. A través de estas agencias, se incrementó el control del sistema de educación superior, y en particular del sistema universitario, mediante la creación de distintos mecanismos de evaluación y acreditación utilizados para realizar un control académico y administrativo. De esta forma, se observa que lentamente se produce una intromisión del Estado en las instituciones de educación superior. Esta interferencia en la vida privada de las instituciones las afecta en su funcionamiento, y afecta la autonomía en un contexto de restricción de recursos, el surgimiento de mecanismos de regulación externa y la aplicación de mecanismos de incentivos (López Segrera, 2008). Por otra parte, el sector universitario de gestión privada toma una amplia relevancia, se produce un incremento notable del número de instituciones de educación superior en este sector, y su crecimiento ocasiona un desplazamiento de un alto número de estudiantes que elige para sus estudios el sector de gestión privada.

      El crecimiento sostenido de la matrícula y las políticas de democratización se manifiestan con consecuencias tales como la diversificación de las instituciones de educación superior, de las carreras y de las trayectorias de estudio, y los procesos de expansión institucional que dan cuenta de ello (Dias Sobrinho y Brito, 2008). El aula se convierte en un lugar caracterizado por la heterogeneidad del alumnado, las diferentes modalidades del aprendizaje y el aporte de las nuevas tecnologías.

      La flexibilización en las condiciones de acceso a la educación superior, dada en las últimas décadas, da lugar al incremento de las posibilidades de incorporación a las aulas universitarias para los sectores más desfavorecidos económicamente de la población, quienes se adicionan a los llamados estudiantes de segunda oportunidad –con relación a quienes no están incluidos en el grupo etario de dieciocho a veinticuatro años– y los trabajadores, que se suman a la participación femenina incorporada desde la posguerra (IESALC, 2006).

      Este fenómeno se tradujo en lo que se dio en llamar la masividad, caracterizada por un elevado número de alumnos en las aulas. Estas nuevas condiciones trajeron aparejados nuevos problemas para las universidades, que de ocuparse de la enseñanza para grupos de elite pasaron a ocuparse de grupos sumamente numerosos, cuya característica predominante es la heterogeneidad. Esta heterogeneidad se pone de manifiesto no sólo en el nivel socioeconómico de origen, sino también en los establecimientos de procedencia y en la formación recibida en la escuela media (Ezcurra, 2007). La consecuencia del fenómeno se enmarca en el deterioro de la calidad.

      La masividad se expresa en problemas concretos, como la falta de espacio físico real, dado que las aulas contienen cada vez un mayor número de alumnos, exponiendo una dificultad real para el dictado de las clases. De esta forma, se deterioran las condiciones de aprendizaje y se incrementa el número de alumnos por docente. Aun si los profesores mantienen su forma histórica de enseñanza, la clásica clase magistral está dirigida a un número mayor de alumnos. Si bien las metodologías de enseñanza se aggiornan, lo hacen en condiciones muy diferentes. Se produce el anonimato académico (Marrero, 1999): el profesor desconoce a sus alumnos; en el anonimato, los estudiantes pierden algunas de sus características propias e individuales, para desdibujarse en el grupo caracterizado por la cantidad de estudiantes que pertenecen a él. El docente realiza sus explicaciones dirigiéndose al grupo de estudiantes, pero difícilmente logra conocerlos y saber de sus progresos y sus dificultades. Los procesos de enseñanza y de aprendizaje se tornan más difíciles de llevar adelante, se manifiesta un incremento de la productividad del docente, y los rendimientos de los estudiantes son significativamente menores. Los aplazos, la repitencia, las ausencias y el abandono de las asignaturas dejan expuesta una situación que cada vez se vuelve más insostenible. El darwinismo académico se manifiesta como su corolario.

      En América Latina, el rezago escolar, el fracaso, la deserción y la repitencia son problemas de elevada envergadura, que necesitan de estudios y medidas urgentes; a la vez, se deben revisar tanto los mecanismos de selección como los grados de dificultad de las carreras, y se deben medir los tiempos reales de egreso de los estudiantes (Rama, 2006).

      Los países latinoamericanos realizaron importantes esfuerzos a fin de reducir la condición de exclusión de la que participaba una gran parte de su población. En virtud de estos cambios, aumentó el número de estudiantes, creció la matrícula y, a su vez, se produjo un incremento de la tasa de cobertura bruta para la población joven. El informe para la Educación Superior de IESALC (2006) señala que la tasa de cobertura para los quintiles de mayores ingresos en Latinoamérica resulta similar a las de los países desarrollados, pero los valores difieren según el quintil de ingreso per cápita. Es notable el incremento de la población estudiantil que pertenece a los quintiles de menores ingresos, lo que muestra el crecimiento del acceso de estos sectores a la educación superior; pero es de estos sectores de quienes se esperan el mayor desgranamiento y la mayor repitencia para los años siguientes.

      La masividad es la consecuencia de la apertura del acceso a la educación superior, no sólo de la matrícula femenina, sino también de estudiantes pertenecientes a los quintiles de ingreso más desfavorecidos. Es así como las aulas universitarias comienzan a poblarse de un número cada vez mayor de alumnos, que ingresan en búsqueda de una formación universitaria que les permita acceder a mejores puestos laborales y ascender en la escala social.

      Las tendencias a la democratización del acceso, que fueron iniciándose de desigual forma en todos los países en la época posterior a la posguerra, favorecieron el ingreso a la educación superior de un elevado número de estudiantes. No obstante, las instituciones no se encontraban preparadas para estos cambios; estaban dispuestas a brindar educación superior a un sistema de elite y, en cambio, se vieron forzadas a recibir un importante número de estudiantes que desbordaron sus posibilidades estructurales, edilicias, y su capacidad en plazas y recursos profesionales. De esta forma, la universidad, en el transcurso de algunas décadas, se enfrentó a la necesidad de adecuar sus recursos a las nuevas demandas de educación superior.

      El incremento masivo de los estudiantes en las aulas produjo que, en numerosos casos, se llegara a colmar su capacidad, o incluso a superarla, como ocurre en Argentina, donde el ingreso es directo de la escuela media. De esta forma, las universidades adaptaron sus estructuras y sus recursos a la nueva necesidad social que se plasma en el ingreso de un elevado número de estudiantes a las aulas. Los profesores comenzaron a dictar clases cada vez con un número mayor de alumnos, y el indicador dado por la relación número de alumnos por profesor se incrementó notablemente, y más aun en el primer año y en las carreras con mayor demanda. Entre las consecuencias de ello, se consideran el deterioro en la calidad de las clases y las dificultades concretas que aparecen en los procesos de enseñanza y de aprendizaje, con inconvenientes tanto para los profesores como para los alumnos; enseñar, dictar clases y evaluar se convierten en tareas cada vez más arduas y dificultosas para los docentes, pero también para los estudiantes, que encuentran mayor dificultad en acceder a los profesores, en hacerles consultas y en mantener con ellos un trato personal e individual, dado que los profesores se dirigen al grupo en su conjunto, a la masa de alumnos. Entre las dificultades y los problemas que aparecieron con la masividad se destaca el incremento en la brecha entre el número de ingresantes y los graduados, los cambios en la composición de la matrícula en relación con las edades de los estudiantes y los cambios y la variación en la elección de las carreras y en los ritmos de realización de las mismas (Boado, 2006).

      En resumen, los cambios socioeconómicos y culturales de las últimas décadas modifican la llegada de los estudiantes a las instituciones de educación superior que, de ser universidades de elite, pasan a un modelo de acceso a las masas (Ezcurra, 2012). Este incremento del acceso de la población con menor capital cultural y económico produce cambios en la conformación del estudiantado en el aula universitaria, en número y en composición; pero además se modifica el perfil del estudiante que


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