¿Evasión o expulsión?. María del Carmen Parrino

¿Evasión o expulsión? - María del Carmen Parrino


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la demanda de conocimientos a nivel global, produciendo un incremento de la matrícula de educación superior que crece a fin de equiparar el retraso en formación del capital humano que se detecta en distintas regiones de América Latina con respecto al resto del mundo globalizado (García-Guadilla, 2003).

      Julio Seage y Pedro de Blas (1974) analizan los problemas de la expansión de la enseñanza superior; ya en la década del 70, plantean que la masificación y sus diversas consecuencias son producto de la expansión sostenida de la educación terciaria. Entre sus consecuencias, señalan que produce un detrimento de la calidad en la enseñanza universitaria, pero también en el fracaso y la prolongación de la duración de las carreras. Además, otra consecuencia es la influencia en la desvalorización de los títulos, dado el desajuste entre el número de profesionales y la oferta de puestos de empleo.

      El crecimiento y la diversificación de la matrícula, que se vuelve un fenómeno sostenido en el tiempo, y la creciente demanda de educación superior surgen como respuesta a los dos grandes movilizadores de la masificación: la globalización y la sociedad del saber, que exacerban los niveles de competencia en la lucha por los mercados laborales, que exigen cada vez mayor calificación y logran una mayor propensión al estudio como elemento diferencial de quienes desean acceder a los mejores puestos de trabajo. Las familias acompañan este proceso invirtiendo y resignando rentas y costos de oportunidad a tal fin. El Estado adquiere un rol eminentemente supervisor mediante la fiscalización y el control de la calidad de la educación superior. Si bien la diversificación de la matrícula otorga una mejor representación de la sociedad que se espeja a su semejanza en las aulas, produce como problemas la deserción y la repitencia, que se incrementan en proporción. Además, surgen circuitos diferenciados de educación superior, que se distinguen por la calidad y se asocian a sectores también diferenciados (Rama, 2006).

      La masificación se presenta con la fuerza de una revolución, y es en respuesta a esta expansión desmedida y explosiva como se han producido muchas de las transformaciones de la educación superior desde la etapa de la posguerra, con el baby boom, hasta nuestros días. Philip G. Altbach y otros (2009) presentan la demanda de acceso como la fuerza más poderosa, dado que las economías modernas la exigen, y se presenta a la sociedad como una posibilidad para la movilidad social, a la vez que como una contribución al éxito económico y al desarrollo de las regiones. Asociada a ella, se encuentra la deserción, en tanto problema que se analiza.

      3. El problema a nivel internacional

      La necesidad de la educación, y de la educación universitaria, toma relevancia dado que “el proceso educativo forma parte de las condiciones de supervivencia y de evolución de la humanidad”, señala Augusto Pérez Lindo (2010a). La Declaración Universal de los Derechos Humanos proclama, en su artículo 26, parágrafo 1, que “el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos”.

      En coherencia con esta declaración, la Conferencia Mundial de Educación Superior (Unesco, 2009) manifiesta en su Declaración Final:

      La educación superior en tanto bien público e imperativo estratégico para todos los niveles educativos y base de la investigación, la innovación y la creatividad debe ser asumida con responsabilidad y apoyo financiero por parte de todos los gobiernos. (Unesco, 2009)

      Las políticas de democratización establecidas por los diferentes países y fomentadas desde los organismos internacionales produjeron cambios efectivos en el acceso a la educación superior, que quedaron expresados en el incremento de la matrícula en valores absolutos y en incrementos notables de las tasas de cobertura en los diferentes países. En el Documento producto de la Conferencia Mundial de Educación Superior (Unesco, 2009), se sostiene que, si bien “en los últimos diez años se han hecho grandes esfuerzos para mejorar el acceso y asegurar la equidad, este esfuerzo debe continuar, aunque el acceso en sí mismo no sea suficiente. Debe asegurarse el éxito de los estudiantes”.

      Asegurar el éxito conlleva disminuir los procesos que profundizan las desventajas propias de quienes pertenecen a los quintiles más desfavorecidos. Si bien el acceso masivo a la educación superior favorece la incorporación de franjas de la población cuyo acceso se encontraba vedado anteriormente, aun así la desigualdad se mantiene a pesar de la mayor inclusión, porque las dificultades económicas y culturales, y las profundas desigualdades impiden un desempeño adecuado, manteniendo la desventaja inicial con efectos en la repitencia y el abandono (Altbach y otros, 2009).

      En el gráfico siguiente, pueden revisarse los guarismos correspondientes a las tasas de graduación y abandono para una selección de países de la OCDE, y el promedio estimado para el grupo de países. En general, se presentan serias dificultades para encontrar información certera y comparable, pero los índices dan cuenta de la situación privilegiada de algunos de los países del cuadro, si se los compara con guarismos propios de Argentina o América Latina. El informe Education at Glance 2008: OCDE Indicators da cuenta de que los valores presentados han sido calculados por diferentes métodos, en algunos casos por cruces de variables y en otros por seguimientos de cohortes, y, además corresponden a distintos años alrededor del 2000. Las tasas de abandono difieren, pero toman valores elevados; cabe considerar también, en el caso de los Estados Unidos, que los valores corresponden únicamente a estudiantes full time. Es decir que, si se incorporaran cohortes con la totalidad de estudiantes, full time y part time, el resultado sería aun más elevado para la tasa de abandono. Japón presenta una tasa de abandono de 10%; Francia, de 21%; Reino Unido, de 35%; México, de 39%, y a Estados Unidos le corresponde una elevada tasa de 53%.

      El crecimiento histórico de las tasas de ingreso a la educación secundaria y el consecuente incremento de las tasas de graduación en dicho nivel presionaron sobre las universidades, incrementando también, notablemente, las tasas de ingreso a la educación superior. Sin embargo, las desigualdades económicas y sociales que caracterizan algunas regiones del planeta, como América Latina, se muestran contundentes y se manifiestan en las bajas tasas de graduación, que se reducen notablemente en tanto se incrementan los niveles educativos.

      En América Latina, los diferentes países implementan políticas públicas tendientes a favorecer la inclusión de los grupos marginados y las franjas más desfavorecidas de la población, ya que la inclusión social es parte del discurso político y fomenta la construcción de la democracia mientras afianza los derechos ciudadanos, donde el desarrollo de la educación siempre adquiere un lugar de relevancia. Además, la educación superior otorga a los sujetos poder económico, y quienes alcanzan los niveles más altos de educación obtienen beneficios que regresan a la sociedad en forma de riqueza económica. El crecimiento y el desarrollo de diferentes grupos sociales, étnicos, de mujeres e indígenas y otros sectores, cuyo acceso a la educación superior se ve más impedido, transforman a las instituciones y a los países en pluralistas (Lacerda Peixoto, 2009).

      Sin embargo, habilitar el acceso a la educación superior no es sinónimo de destruir las desigualdades. Las posibilidades para participar del mercado laboral mejoran en tanto se incrementan los años de estudio, y tanto más en la medida en que puedan certificarse esos años que se invirtieron en estudiar. Entonces, si bien son mejores las opciones laborales para quienes se gradúan en la escuela media, aun más se incrementa el ingreso per cápita y las posibilidades de ascenso en la escala social en la medida en que se incrementan los años de escolaridad y se asciende en los niveles de educación. Pero, para ello, además del acceso a la educación superior, se deben dar la permanencia y la finalización mediante la obtención del título que se logra con la graduación. Sin embargo, las bondades y las ventajas de las que provee la graduación están reservadas en mayor proporción a los sectores más favorecidos de la población, hecho que puede comprobarse al cruzar los indicadores de logros educativos con los quintiles de ingreso per cápita de origen de los distintos sectores,[4] tal como puede observarse en la correlación entre los quintiles de ingreso y los resultados en relación con los logros educativos, sobre la base de la información suministrada por la CEPAL (2007).

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