Reino, política y misión. Alberto Roldán
Aires: Nueva Creación, 1995, p. 132).
80 Sobre la expresión “acción de Dios en la historia”, de amplio uso en la literatura teológica, Rudolf Bultmann ha hecho unas observaciones dignas de tomar en cuenta. Dice que cuando nos referimos al “acto de Dios”, estamos hablando, al mismo tiempo, de nuestra propia existencia, dado que la vida humana se vive en un tiempo y un espacio, y solo puede ser en una forma de encuentro del ser humano con Dios. Tal tipo de lenguaje no es ni simbólico ni pictórico, sino analógico, ya que supone una analogía entre la actividad de Dios y la del ser humano. Por otra parte, critica el pensamiento mitológico que considera la actividad divina como una interrupción en la historia o en la naturaleza. Por lo tanto, concluye: “El único modo de preservar el carácter no mundano, trascendental de la actividad divina, es considerarla no como una interferencia en los sucesos mundanos, sino algo realizado en ellos de tal modo que la trama cerrada de la historia, tal como se presenta a la observación objetiva, se mantiene imperturbada” Rudolf Bultmann. Nuevo Testamento y mitología. Buenos Aires: Almagesto, 1998, p. 80).
81 Paul Lehmann. La ética en el contexto cristiano. Montevideo: Editorial Alfa, 1968, pp. 90.
82 Julio de Santa Ana. “Algunas referencias teológicas actuales al sentido de la acción social”. En VV. AA. Responsabilidad social del cristiano, p. 42.
83 Johannes Verkuyl. “The Biblical Notion of Kingdom”. En Charles Van Engen, Dean Gilliland y Paul Pierson. The Good News of the Kingdom. Maryknoll, NY: Orbis Books, 1993, p. 73. En su más conocida obra, Contemporary Missiology, Verkuyl ya había planteado la pregunta sobre cuál es el último objetivo de la missio Dei, y respondió que, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, por medio de palabras y hechos, Dios reclama su intención de traer el Reino para expresar y restaurar su dominio de autoridad liberadora. Por ello, de las muchas imágenes que provee el testimonio bíblico, Verkuyl escoge el reino de Dios como la más clara expresión de sus propósitos con el mundo (Johannes Verkuyl. Contemporary Missiology. An Introduction. Grand Rapids: Eerdmans, 1978, p. 197).
84 Charles van Engen, “Faith, Love, and Hope”. En Charles Van Engen, Dean S. Gililand y Paul Pearson. The Good News of the Kingdom. Maryknoll, NY: Orbis Books, 1993, p. 261
85 Ibíd.
86 Verkuyl, óp. cit., p. 73.
87 Por ejemplo, las aretai que se describen en el pasaje de 2 Pedro 1.3–7 se encuentran también en el estoicismo.
88 Míguez Bonino contrasta precisamente estas dos visiones cuando dice: “También aquí tenemos que advertir el contraste entre los conceptos de paz basados en la tradición grecorromana, que concibe la paz como ausencia de conflicto, como una calma casi ‘natural’ y la concepción dinámica de la Biblia como un orden que Dios quiere e invita al hombre a buscar para establecer la justicia en medio de las tensiones de la historia” (José Míguez Bonino. Ama y haz lo que quieras. Buenos Aires: La Aurora, 1976, p. 131, nota 27).
89 Emilio Castro. A Passion for Unity. Ginebra: WCC, 1992, p. 9.
90 José Míguez Bonino. “El reino de Dios y la historia”. En C. René Padilla (editor). El reino de Dios y América Latina. El Paso: CBP, 1975, p. 83. Analizamos con mayor profundidad este trabajo de Míguez Bonino en el capítulo “El reino de Dios en la teología latinoamericana”.
91 Ídem, p. 85
92 Emilio Castro. Llamados a liberar. Buenos Aires: La Aurora, 1985, p. 109.
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