Correr con el alma es posible. Ramón Abdala

Correr con el alma es posible - Ramón Abdala


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más en contacto con uno mismo. Es una manera de permitirse funcionar de modo natural y plácido, sin confundirse con las expectativas, deberes y esperanzas, temores y otras fantasías que interfieren con el flujo natural.

      Esta disciplina, después de más de ocho años de práctica, me cambió la forma de ver la vida. Lo aplico en todos los aspectos de mi propia experiencia. Puedo ir a todas partes llevando este centro en mi interior porque si estoy equilibrado puedo moverme en cualquier dirección que desee sin peligro de caerme y mi contacto con el mundo es sólido y real porque llega desde la raíz de mi existencia. Aprender ese arte especial me enseñó a hacer todo sin esfuerzo, de una manera fácil, sin cansarme. Si es necesario forzarlo es porque algo anda mal. Así, cuando corro, lo hago en forma relajada, natural, flexible, serena, armónica, disfrutando lo que hago porque el chi, energía, adquiere poder, que no es fuerza bruta sino esencia de identificación con la energía del universo.

      El propio estilo de los movimientos fáciles del thai chi que fluyen oscilando y volviendo sin pausa, con fortaleza, sin fuerza me permite continuar sin descansar practicando el chi. Es bueno para los atletas poder disfrutar del proceso, vivir intensamente lo que se hace sin pretensiones y con gran claridad, belleza, vitalidad, aceptando lo que nos va sucediendo y de esa manera poder reír, celebrar y aliviar los esfuerzos. Es el sentido de ser libres.

      Energía es también un término engañoso. No implica tensión nerviosa ni un anhelo mental fabricado artificialmente. Es algo sutil y poderoso que circula continuamente en el propio yo, por la mente y por el cuerpo. La acupuntura muestra los caminos de esta energía: el chi: es abierta, de libre movimiento y fluye espontáneamente como la circulación de la sangre o como la respiración, sin trabas y básicamente indefinible. El chi fluye en los meridianos corporales cuando un cuerpo está en estado de perfecta naturalidad y salud. La energía es la fuerza vital que surge espontáneamente adquiriendo potencia y poder.

      El símbolo del yin y yang es el entrelazamiento y la fusión del flujo de movimientos dentro de un círculo que está dividido en dos áreas equilibradas: una blanca y otra negra, cada una de las cuales tiene la forma de pez. Esta imagen muestra que dentro de la unidad existe la dualidad, la polaridad, contraste. La única forma de hallar el equilibro real es cuando las energías opuestas se mueven juntas y armoniosamente entrelazadas. Es la interacción en la unión, fluyentes, como la consumación entre dos fuerzas: macho y hembra, mente y cuerpo, bien y mal. Es el aspecto esencial de la vida.

      Para recuperar el equilibrio debemos darle la mayor importancia a la parte física y trabajar con cuerpo y mente en unidad. El proceso básico del movimiento es un sentido de conciencia y una sensación de ser, de estar unido, significa estar centrado en sí mismo: cuerpo y mente funcionando juntos.

      La práctica de thai chi me enseñó a soltarme, dejar que las cosas ocurran, lo que sea y cuando sea, aceptar, dejar ir sin esfuerzos, así las tensiones disminuyen. Dejar que esa fuerza que la gravedad trae, su efecto pueda fluir y atraerme al suelo, entregarme a esas fuerzas sin necesidad de ser débiles ni fuertes. Aprendí a no resistir, a aceptar y me predispuse a entregarme. Finalmente, el chi es una disciplina que nos ayuda a encontrar una comprensión constante del equilibrio viviente que hallamos en nuestro cuerpo. La resistencia provoca tensión, rigidez y es inútil, bloquea la energía. Debemos ser como el bambú: flexible como una caña y entonces es cuando se puede vencer el peso. La energía debe usarse como impulso.

      Cuando la energía se almacena en nuestro interior sin una descarga natural, comenzamos a generar tensión debido a que esa fuerza nos da la vida diariamente. Es necesario liberarla cuando sea necesario y regenerarla.

       La idea fundamental se basa en meditación y movimiento, flujo y conciencia.

       Encontrar el centro del movimiento

      La energía que utilizamos al movernos, el chi, es la energía respiratoria. Se ubica justo debajo del ombligo a cuatro dedos de éste, denominado tant-ien, se considera que es tanto un recipiente para el chi, como el centro desde el cual se originan nuestros movimientos. También significa campo o lugar. El tant–ien es el campo de energía intrínseca, el depósito de nuestra fuerza vital. Como es fuente de vida segura, el hará de los japoneses y el kath de los sufís se corresponden con el tant- ien.

      Un buen modo de centrarse es enfocar la atención hacia la respiración y tant – ien. Un patrón respiratorio circular y continuo significa que no se detiene la inspiración ni la expiración. El flujo circular de la respiración sube por la espalda, llega a la cabeza y baja por el pecho hasta el tant – ien, el círculo se extiende alrededor. Es importante que se pueda percibir la sensación del flujo, la secuencia completa del flujo de energía se inicia en el tant – ien y regresa a él.

      Toda expansión del cuerpo tiene su origen en el centro y vuelve a él. El espacio que nos rodea es llamado yin, al contrario que el espacio yang, que es el que ocupa el cuerpo. Tomar conciencia del espacio que nos rodea, como si fuera agua, como si estuviéramos sumergidos en ella, nos despierta el estado de equilibrio y conexión con lo que nos rodea. Cuando se confía en el movimiento suave y fluido, sin pensar ni frenarlo, el movimiento siempre ocurre. Es un dejarse ir de la conciencia.

      Mantener un estado de apertura a todo lo que nos rodea, sin perder el centro es la forma de lograr meditación en movimiento.

      El thai chi es un arte, no puede ser enseñado, debe ser experimentado con la práctica y encontrar lo que es adecuado para cada uno.

       Técnicas para correr

      Con una buena biomecánica de tu cuerpo y utilizando el chi, se puede correr como empujado por la gravedad, sin utilizar la fuerza, sin cansarse demasiado. Se logra eficiencia energética con disposición de generar más energía, se logra correr más relajado, flexible y en forma lo más natural posible, preservando la salud, evitando las lesiones. De manera que se disfrute del correr como lo hacen los niños, que corren con naturalidad y con alegría.

      Es muy importante prestar atención a la postura del cuerpo: el cuerpo debe estar en línea recta desde la cabeza, los hombros, la cadera hasta los tobillos y ligeramente inclinado hacia adelante para que se sienta atraído por la gravedad. La inclinación permite que la gravedad empuje el cuerpo hacia adelante, aliviando las piernas. Es fundamental la inclinación para que el centro de gravedad se mueva hasta caer frente al propio punto de contacto con el suelo y aterrizar suavemente debajo de la rodilla doblada, evitando el exceso de zancada. No se debe doblar la cintura, y es necesario mantener el pecho y las caderas hacia adelante, los hombros hacia atrás, mirar siempre hacia adelante con el mentón recogido para mantener la cabeza y la columna recta.

      Los brazos deben estar doblados en ángulo de 90 grados con movimientos cortos, compactos, relajados, como péndulos balanceando de adelante hacia atrás. Los codos no deben extenderse delante de la cintura. Las manos entreabiertas, relajadas, no se deben cerrar los puños y el pulgar hacia arriba.

      Los pies deben pisar con la parte delantera en el aterrizaje. Primero con la parte central y anterior del pie para entrar en contacto en forma gradual, suave y ligero, porque los pies están controlados por las pantorrillas. La contracción muscular absorbe mucho más la fuerza y el impacto sobre las extremidades es menor. Lo contrario, si primero golpean los talones, el golpe es más fuerte sin amortiguar la caída.

      Cadencia: de ser posible mantener una cadencia de 170 a 180 pasos por minuto.

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