Universidad, lasallismo y proyecto de vida. Óscar Augusto Elizalde Prada

Universidad, lasallismo y proyecto de vida - Óscar Augusto Elizalde Prada


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desarrollarse las clases, entre otros:

      Estudio es ayuntamiento de maestros et escolares que es fecho en algunt logar con voluntad et con entendimiento de aprender los saberes: et son dos maneras dél; la una es á que dice estudio general en que ha maestros de las artes, asi como de gramática, et de lógica, et de retorica, et de arismética, et de geometría, et de música et de astronomía, et otrosi en que ha maestros de decretos et señores de leyes: et este estudio debe ser establescido por mandato de papa, ó de emperador ó de rey. La segunda manera es á que dicen estudio particular, que quier tanto decir quando algunt maestro amuestra en alguna villa apartadamente á pocos escolares; et tal como este puede mandar facer perlado ó consejo de algunt logar (Alfonso X, 1807 [1265], p. 340).

      Para los castellanos, el Studium era un lugar, un espacio geográfico alejado de la vida cotidiana de las nacientes ciudades medievales, el cual tenía como fin último brindar la formación adecuada en artes, letras y leyes a los futuros consejeros del rey. “Etporque de los homes sabios los regnos et las tierras se aprovechan, et se guardan et se guian por el consejo dellos, por ende queremos en la fin desta Partida fablar de los estudios et de los maestros et escolares que se trabajan de amostrar et de aprender los saberes” (Alfonso X, 1807 [1265], p. 339). Para cumplir con el ordenamiento, se concibió una locación que debía propiciar el ambiente adecuado para el desarrollo de las lecciones que los maestros impartían a los escolares. De esta manera, el Studium se ubicaba en una villa que debía poseer adecuados paisajes, buenas posadas y provisiones materiales para el buen funcionamiento de las clases; asimismo, las personas que vivían allí debían estar al servicio de los escolásticos.

      Se vislumbra así una de las fuentes primarias que permite identificar el nacimiento de la institución universitaria, a partir de la regulación y la protección que brindaron los monarcas —en este caso de Castilla— a los estudios universitarios, los cuales en un principio seguían los lineamientos del monje benedictino Alcuino de York (735-804), quien al asumir en 781 la dirección de la Escuela Palatina Carolingia estructuró el plan de estudios que se implementaría en todas las escuelas y reinos de la cristiandad:

      […] organizó la enseñanza en tres grados: (1) Leer, escribir, nociones de latín vulgar, comprensión de la Biblia y de textos litúrgicos. (2) Estudio de las siete artes liberales; Trivium: gramática, retórica, y dialéctica. Quadrivium: aritmética, geometría, astronomía y música. (3) Estudio profundo de la Sagrada Escritura (Illanes y Saranyana, 1995, p. 7).

      EL FUNDAMENTO JURÍDICO DE LA UNIVERSIDAD

      Unido a los antecedentes de las escuelas municipales, parroquiales, monacales, catedralicias y palatinas, los orígenes de la universidad se remontan a las situaciones del contexto histórico del siglo XII. La Iglesia medieval enfrentó una de sus grandes crisis históricas: “la feu- dalización y desobediencia del clero, la comercialización de la fe y el surgimiento de nuevas herejías” (Mora, 2008, p. 61).

      La feudalización del clero se generó cuando los altos cargos eclesiásticos comenzaron a ser ocupados y monopolizados por las familias nobles de los estados feudales, lo que conllevó a considerar las sedes episcopales dentro de la lógica de los títulos nobiliarios, entrando en confrontación el poder espiritual de la Iglesia con el poder temporal de los príncipes. La desobediencia del clero frente a sus votos de obediencia, pobreza y castidad se manifestó en un incalculable listado de prácticas que no daban cuenta de la vida consagrada.

      Entre tanto, la comercialización de la religiosidad popular en la venta de sacramentos, el tráfico de reliquias y otras más, reflejó el estado de corrupción de la institución (Jiménez-Hurtado, 2009). Frente a esta situación, el papado lideró un proceso de reforma que pretendía transformar y organizar las bases estructurales de la Institución. El mencionado proceso se denominó reforma gregoriana. Uno de los objetivos fundamentales de la reforma era elevar el estatus del clero por medio de una educación sólida, sustentada en las artes liberales, que fuera el pilar del respeto y de la autoridad.

      Por eso el acto fundacional de las universidades puede rastrearse a través de los documentos legales de la Iglesia como lo son: sínodos, concilios, bulas pontificias o cédulas reales. Sin embargo, estos solo eran la formalización de la existencia de corporaciones de maestros y estudiantes —Universitas Scholarium et Magistrorum—, las cuales se habían organizado en torno al saber, demandando de reyes y papas la consolidación de una institución que cobijara las migraciones de escolares, quienes buscaban escuchar las lecciones de los hombres que se dedicaron al oficio, al arte de enseñar. Antes del reconocimiento y del respaldo jurídico, se dio la agremiación alrededor del conocimiento entre maestros y escolares.

      En el siglo XIII, el papa Gregorio IX, mediante la bula pontificia Parens Scientiarum, estableció la independencia jurisdiccional de la Universidad de París. Este papa otorgó el poder a los maestros y escolares de la universidad para establecer los reglamentos sobre los métodos de estudio, los horarios de clase, las ceremonias de grado, los exámenes, el régimen disciplinario y otros asuntos referentes a la vida académica. De esta manera, las universidades nacieron como una asociación de comunidades académicas horizontales —a ejemplo de las universitas muratorum— cuyo punto de cohesión era: “la autonomía jurisdiccional que les situaba bajo la autoridad directa del Papa, el derecho de huelga o secesión y el monopolio de la enseñanza superior en la ciudad” (Rodríguez, 1996, p. 12). La autonomía era la posibilidad que se dio para organizar el gobierno, elegir las autoridades y redactar las propias normas de manera independiente. El situarse bajo la tutela del Papa implicó la no intervención de las autoridades de la ciudad en la organización de la universidad. El derecho a huelga era el arma con que contaban los intelectuales para manifestar su inconformidad frente al intervencionismo de los funcionarios territoriales y desplazar sus cátedras —es decir, toda la universidad— a otra locación, poniendo en riesgo la estabilidad económica, política, social y cultural de la ciudad, manteniendo así el monopolio frente a la educación.

      La universidad, en un primer momento, fue una mera y espontánea combinación de discípulos y de maestros, o de ambos cuerpos, formada probablemente a imitación de los gremios que tanta importancia adquirieron durante los siglos XIII y XIV en todos los centros comerciales y artesanales de Europa. En la Edad Media, las agremiaciones de constructores (masones) y de comerciantes (burgueses) brindaron el modelo social que asumirían posteriormente Bolonia, París, Oxford, Salamanca, Heilderberg...

      VIDA UNIVERSITARIA

      En su estructura interna, la universidad poseía una organización por lugares de origen de escolares —v. gr. anglos, franceses, germanos, normandos, picardos (región al norte de Francia), entre otros—; a esto se le llamaba nación. La nación estaba constituida por maestros, quienes, al aceptar a los escolares, se hacían responsables de su formación, disciplina y bienestar. Cada una nombraba un procurador, que era el encargado de velar por las finanzas y los bienes inmobiliarios de los escolares, además de ser el garante de los exámenes que los alumnos debían presentar ante la universidad. Los escolares y los maestros estaban adscritos a las facultades: artes, derecho, medicina y teología; lo que quiere decir que:

      […] las facultades estaban conformadas por escuelas y cada escuela estaba dirigida por un maestro que podían tener bajo su control algunos jóvenes [.] Las escuelas estaban organizadas de manera que cada estudiante hacía parte de la universidad, siendo parte de la escuela de algún maestro; éste a su vez al aceptar al estudiante, se comprometía a presentarlo a los exámenes y velar por su disciplina y bienestar (Mora, 2008, p. 64).

      El rector o decano era el dirigente de la facultad. Su elección se daba a través de una asamblea constituida por los procuradores de las naciones y los representantes de maestros y estudiantes; ejercía funciones administrativas y diplomáticas, es decir, velaba por la disciplina académica y el buen funcionamiento de la facultad, además de ejercer las relaciones diplomáticas con los rectores o decanos de las otras facultades y los funcionarios del gobierno de la ciudad. La máxima autoridad de la universidad era el canciller, que por lo general también era el rector de la facultad de artes.

      Los escolares ingresaban a la universidad a los catorce años, pues se consideraba que a esa edad se había adquirido determinada madurez. El prerrequisito


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