Universidad, lasallismo y proyecto de vida. Óscar Augusto Elizalde Prada
artes liberales del trivium: gramática, lógica, retórica. La permanencia en esta facultad era de seis años, repartidos en cursos anuales. Tanto scholarum como magistrorum se entrenaban en la retórica forense de Quintiliano, aprendiendo las reglas de la enunciación y la argumentación oral. De igual manera, y con el ánimo de cultivar el arte de la escritura, los escolásticos centraban atención en el conocimiento y uso de las figuras literarias, las cuales les proporcionaban la exactitud en sus fórmulas filosóficas y teológicas. Finalmente, era la lógica —o la dialéctica— la que les daba los principios y las reglas del racionamiento que debían aplicar en la indagación de sus problemas.
El método empleado por los maestros dentro de las escuelas era: lectio, quaestio, disputatio, determinatio, reportatio. La lectio era la cátedra impartida por el maestro en forma oral a sus escolares; se daba en cualquier lugar en la ciudad a una hora determinada. Las aulas como hoy se conocen aún no existían. El maestro por lo general empleaba la dialéctica para abordar los temas o problemas de la clase. El momento que seguía o con el cual se articulaba la lectio era la quaestio, que consistía en la formulación de una pregunta que se ubicara en la frontera del conocimiento —de la razón y la fe—. Esta pregunta debía tener un alto contenido lógico, con el fin de generar la discusión y de cuidar a los estudiantes y a los maestros de no caer en formulaciones que fueran contrarias a la fe. La questio generaba la disputatio, la discusión sobre el tema propuesto por la pregunta. En ella acudían los principios de autoridad de la Biblia, los concilios o las formulaciones de los Padres de la Iglesia, pero también entraban en escena las categorías y los analíticos aristotélicos. El ejercicio era concluido con la determinatio o respuesta a las objeciones planteadas por la posición contraria de la disputatio.
A MANERA DE CONCLUSIÓN
Las comunidades de asociación horizontal iban de ciudad en ciudad ofreciendo sus servicios, entrando en constantes negociaciones con las autoridades civiles y religiosas de los feudos. Con el ánimo de mantener su independencia y de no romper la organización interna que poseían, constructores y comerciantes establecieron un sistema que les brindó la posibilidad de mantener su autonomía e independencia frente a las ciudades. Las normas económicas, políticas y sociales, al igual que los líderes, eran establecidos por el consenso que se daba dentro de la agremiación. Los conflictos que se presentaban se solucionaban al interior del sistema comunitario. De esta manera, la comunidad de organización horizontal se convirtió en un estado dentro del estado, en un gobierno migratorio dentro de los gobiernos de las ciudades. Este es el antecedente histórico de la autonomía universitaria:
Las universidades fueron, dentro de la textura ciudadana, una dimensión política nueva cuyos estatus corporativos y más tarde sus símbolos visibles y escudos, les permitieron demostrar y ejercer sus actos autónomos internos e identificarse institucionalmente como el studium —la cátedra— o gran tercera fuerza de derechos y deberes frente al imperium —el trono— o el poder político y al sacerdotium —el ara— o poder eclesiástico, de los cuales dos últimos poderes las universidades supieron defenderse cuando les fue menester batallar (Borrero, 2008. p. 36).
Cabe preguntarnos, nueve siglos después del acto fundacional: ¿pertenecemos a esta tradición universitaria?
REFERENCIAS
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Para profundizar
1. Teniendo en cuenta la etimología de la palabra “universidad”, el contexto sociopolítico en el que aparece y su estructura organizativa, haga un cuadro comparativo de semejanzas y diferencias entre la universidad medieval y la contemporánea
2. A la luz del texto, escriba tres valores fundamentales de la génesis de la universidad que deberían mantenerse hoy. Justifique su elección.
3. A partir de las realidades contemporáneas, ¿cuál sería su propuesta de enseñanza para la universidad de hoy?
Capítulo 2
La universidad colombiana:
configuraciones y desafíos
José Alberto Silva Rivera{3}
L a universidad es una de las más grandes instituciones que surgió como respuesta al reto de hacerse más humano, más persona. Como se vio en el capítulo anterior, surgió a finales del siglo XI y comienzos del siglo XII en Europa como universitas studiorum et magistrorum. Hoy se puede afirmar que no hay nación o grupo social que no cuente con una universidad, ni ser humano que no anhele ser parte de ella, pues representa el máximo logro del desarrollo de la cultura.
La universidad sobrevive después de tantos siglos, cual semilla encarnada en las diversas culturas particulares, gracias a una dinámica principal: la preservación de la misión humanizadora por parte de quienes la integran, frente a los retos de los tiempos y las circunstancias particulares en las que ha logrado asentarse. Preservar esta misión exige la conciencia y la participación de los que la conforman: directivos, maestros, estudiantes, investigadores, administrativos e inclusive los padres de familia y la sociedad en general. Esto implica reconocer los itinerarios actuales de la universidad y los desafíos que se originan en ese transitar.
En este