Contra la vida quieta. Elvio Romero
el Elvio Romero más intimista y cantor del amor sincero y humano. El poema “Fuego primario” es un prodigio de lírica amorosa. “Por qué” es el reclamo de la vida familiar que no pudo ser. En buena parte de las composiciones, se reflejan los sentimientos de los amantes y se percibe un cambio de tonalidad, bien representada por la sustitución, aunque sea momentánea, de la tercera y de la primera persona por la segunda, dado que en esta ocasión sí que existe un interlocutor concreto: la amada. La sentimentalidad se vuelve en ocasiones erotismo liberalizador y el amor es un recodo en el camino de la vida donde se goza con plenitud. Pero este poemario comparte año de aparición con Esta guitarra dura (1961), en el que nuestro autor intensifica su fervor hacia revolucionarios con nombre y apellidos, como Dionisio Arturo Guerrero y Pilar Paredes.
Elvio Romero alcanza un tono poético consumado en Un relámpago herido (1967). Es allí donde se encuentran esos versos tan destacados en su producción: “Fue un relámpago herido, fue un serrano / relámpago en la piel esa corriente / de rumor imantado y sonriente / fertilizada al roce de la mano” (del poema que da título a la obra), o “Somos hijos de la intemperie, / de la indolencia y de la tierra” (de “A la intemperie”). Publicado también en la Editorial Losada, como casi toda su obra, son versos luminosos, de secretos revelados y de noches largas de más de cien años de lluvias. El ansia de totalidad y de perfección del conocimiento es aún mayor en esta obra. La poesía amorosa que recoge está llena de imágenes irracionales, donde se combina la prosopopeya y la metáfora corporal. El autor opta por transformar el verso en prosa lírica en alguna composición como “Varadero”, o por una mayor condensación del contenido en poemas más breves, como “Huésped”.
Sin embargo, esta alegría ante el conocimiento y el amor se desploma cuando Elvio asume su condición de exiliado y su extrañamiento. El poemario dedicado al exilio -su exilio- por antonomasia es Destierro y atardecer (1975), que reúne composiciones sobre el tema escritas desde 1962 hasta la fecha de publicación. El contraste entre el allá y la nostalgia del acá está muy presente en este poemario. Sombras que corren, contrasentidos, vacíos, recuerdos umbríos... Es tarde para el poeta cuando alguien le habla de su país. Se perciben sentimientos de tristeza recorriendo los versos, la desazón, la ausencia de esperanza y, por tanto, la caída en el escepticismo, hasta entonces imperceptible en el autor. Todo para consumarse en “Epitafios del desterrado” que, como bien señala el título, son juegos poéticos repletos de fuerza y síntesis de sentimiento: “Difícil es que pueda dormir bajo la tierra / quien no ha podido nunca dormir sobre la tierra”.
El poemario más denso de Elvio Romero es Los innombrables (1970). Los innombrables son todos aquellos que hoy en día asustan a nuestra comodidad aburguesada: los justos, los pobres, los perseguidos, los rebeldes, los trabajadores conscientes de su realidad, los hombres del sur que gimen ante la opulencia del norte... los desechados de las glebas, que “apenas tenían nombre” por vivir en pobres tierras. Son los pobres y perseguidos que aparecen en “De caminante”, o en ese “Tren con banderas”, en cuyos vagones cabría el Paraguay entero y en el que se condensaría toda la fuerza de las gentes con el afán soterrado de la libertad. “El hombre inmóvil” nos incita a pensar, y es lícito poder seguir soñando “con un país que fuera una corriente de ríos al andar”, como expresa Elvio en “Con ese mismo corazón que cantaba”.
En El viejo fuego (1977), Elvio Romero declara que "si toda la vida me llené con tu nombre", el viejo fuego, metáfora casi ceremonial del amor, no ha de desaparecer. El amor es aquí viaje hacia la lumbre y galope ("Cabalgata") y por ello está asociado al sendero, a la intemperie y a los vientos cordilleranos ("El amor"). Es también ansia de plenitud que lo abarca todo: la amada y la tierra ("Bajo una luna grande"), la casa de la infancia y los padres lejanos ("Son ellos") y el abrazo solidario con los otros ("La historia de mi corazón").
Pero Elvio sigue cantando a su gente, al mundo que dejó sólo físicamente. Incluso, opta por buscar la raíz ancestral de su pueblo en Libro de las migraciones (1966), formado por una única estrofa de carácter mítico a la que precede un intenso prólogo en prosa poética donde se rememora la tierra sin mal y los movimientos de aquellos indígenas antecesores del pueblo paraguayo, quien no ha hecho sino seguir los pasos de aquellos. Las siguientes obras publicadas, Los valles imaginarios (1984) y Flechas en un arco tendido (1994), siguen la línea marcada por sus anteriores obsesiones temáticas, pero con una tendencia más pronunciada hacia la mirada evocativa de su país.
Antes de concluir, hay dos detalles curiosos en la biografía de Elvio Romero. Su obra fue declarada de “utilidad pública” por la dictadura de Stroessner. Sería un acto absurdo, pero de cara al exterior no empeoraba su imagen, ya que no quedaba mal que un autor comunista pudiera ser leído dentro de las fronteras, incluso en la enseñanza media y superior. Podrá parecer contradictorio que un régimen que tildó al comunismo como el monstruo más dañino para el género humano, declarara relevante a un escritor que militaba en ese partido. Pero eso sí: Elvio Romero leído, no recitado, porque la censura no era aplicable en lo artístico, pero sí en lo político, y hay una diferencia notable entre el autor leído y el escuchado. Stroessner había prohibido solamente algunas obras concretas, en realidad más por motivos políticos personalistas y extraliterarios (como la participación del autor en la política activa de oposición dentro del país) que por la ideología desplegada en el texto. Total, ¿para qué prohibir si el número de lectores en Paraguay se puede contar con los dedos de las manos?
El segundo detalle es que nuestro poeta fue el primer Premio Nacional de Literatura de la historia paraguaya. Lo obtuvo en 1991, fecha tan reciente que rinde cuentas del valor que adquirió la literatura en el primer momento de la transición democrática en el país, y también de su nula importancia social hasta entonces. Fue un premio, además de muy merecido, muy significativo del deseo de romper con la división entre los dos Paraguay: el de los exiliados y el de los insiliados.
Terminemos indicando que Elvio Romero es un poeta de la vida, simbolizada por el fuego en sus composiciones, de la vida posible y plausible, donde reine la justicia, la camaradería y el amor. Elvio reivindica la fantasía, pero no la que se destina a adormilar conciencias, sino aquella tan necesaria, especialmente en su maltratado Paraguay, que las despierta y las vuelve reivindicativas. Por algo es el poeta paraguayo más conocido en el exterior, a pesar del silencio que prevalece sobre la literatura de su país.
Notas
1 La tesis más o menos establecida es la de Hugo Rodríguez Alcalá, en “El vanguardismo en Paraguay”, Pittsburg, Revista Iberoamericana, 118-119 (enero-junio 1982), pp. 241-255.
2 Así se titula la mejor antología paraguaya de poesía social, que preparó el poeta Luis María Martínez, y que se publicó en Asunción, Ediciones Intento, 1986.
3 Hugo Rodríguez Alcalá – Dirma Pardo Carugati: Historia de la literatura paraguaya (2ª edición), Asunción, El Lector, 1999, p. 132.
4 Las preferencias líricas y autores predilectos de Elvio Romero pueden determinarse con la lectura de El poeta y sus encrucijadas (Asunción, El Lector, 2002), texto que reúne los artículos literarios de nuestro autor. Su devoción a Miguel Hernández tuvo reflejo suficiente en su ensayo biográfico subjetivo Miguel Hernández. Destino y poesía, (Buenos Aires, Losada, 1958).
5 Su poesía ha sido musicada por autores y conjuntos paraguayos como Vocal Dos.
DÍAS ROTURADOS (1948)
PRESENTO A TACAXÍ
Yo puedo presentaros:
Tacaxí, manchado en lodo,
cincelado