Contra la vida quieta. Elvio Romero

Contra la vida quieta - Elvio Romero


Скачать книгу
un tizón que resalta hacia un confín lejano.

      La libertad, tan simple como un trigo lozano,

      cual la mesa raída y el vino de tu casa.

      ¿Escucharás también la nueva melodía?

      ¿No has aguardado acaso que la vida recobre

      la fabulosa gracia de vivir la alegría,

      de vivirla en las cosas más tiernas cada día,

      en el bucle de un niño o en tu mantel de pobre?

      Cuando regrese, Julio, habrá flores dichosas

      acogiendo el anuncio de las nuevas semillas.

      Todo tendrá el aroma de las cosas sencillas.

      La tierra, el alba pura se abrirán generosas.

      Nosotros, como siempre... cantando maravillas!

      PARAGUAY BAJO EL CIELO

      Y aun vosotros,

      resquicios ignorados, sitios despavoridos,

      fabulosos confines de mi encendida patria:

      ¿aún seguiréis así, hacinados,

      hurtándonos del pecho manantial inflamable,

      dejándonos la misma voz profunda

      como ráfaga usable para mejores días,

      estas gargantas secas, despiadadas,

      como un torrente antiguo de todas las llanuras?

      ¿Qué hay, valles profundos,

      qué hay entre vosotros y mi sangre,

      soledosos arcones, patios inmemoriales,

      que así, sin posible reposo,

      busco quemar la voz en vuestra luz temible?

      ¿Qué habéis hecho de mí que cuando toco el pecho

      buscando un pecho de hombre

      toco llanuras áridas, parajes solariegos,

      un espeso y viviente follaje conmovido?

      ¿Qué habéis hecho de todos vuestros hijos,

      con qué desasosiego desplomasteis la noche

      sobre el granito férreo de sus hombros;

      con qué cruel arcilla modelasteis sus torsos,

      en fragor de qué yunques vegetales sus manos

      que ya parecen árboles andantes,

      activas vestiduras de raíces fragantes?

      ¡Bien sé que ahora poco

      o nada valdría la voz si no llevara

      un puñado siquiera de ese fragor intacto

      que bruñe el consumido rumor de vuestra música,

      la herencia enloquecida del polvo y del escombro

      que horada vuestros límites de sombra,

      sin que nos duela el alto ramaje castigado,

      sin que nos acometa una sed

      de rabiosas centellas!

      Estos ácidos frutos

      de violentas pasiones, de zumos desabridos

      que ahora masticamos al trajinar el polvo,

      irremediables frutos de penuria y recuerdos:

      ¿acaso han madurado bajo el reloj de arena

      de estos años difíciles

      o es que son el resumen intacto y poderoso

      de vuestra savia trágica y oscura

      que nos arredra el fondo caliente de la sangre?

      ¡Pero qué amargo pozo,

      pero qué amargo pozo si alguna vez dejara

      de nutrirme en vosotros de un aliento terreno;

      qué amargo andar gozando claror de albas ajenas,

      no padecer la fiebre

      de esos hendidos y hoscos territorios lejanos,

      de la infalible luna lívida y polvorienta!

      ¿No es acaso posible

      que nos topemos siempre, cara a cara,

      con puntual asistencia bajo el ciclo perpetuo

      de las constelaciones, que hablemos largamente

      mordiendo la presencia de todo lo que es nuestro,

      librándome a los rumbos ignorados

      que me abran las fronteras -despejadas de sombrade vuestro corazón penoso y desolado?

      ¿No es acaso posible

      que todo salga de los innominados

      límites calcinados de las tierras sedientas:

      la libertad, la vida, el viento de los montes soleados,

      el agua que en la fuente de la mano extendida

      pudiera reflejar las estrellas remotas,

      lo que hace falta al hombre, el simple pan,

      el iris del cenit encendido,

      las anchas rutas para sus aventuras?

      ¿Aún seguiréis así,

      desmoronando barro fragoroso en las manos,

      aún así, fabulosos,

      consternados paisajes taciturnos,

      labrando nuestros rostros, asediando a la sangre

      y aposentando en ella frisos de sufrimientos

      y dando a cada cual un gesto, un verdadero gesto

      de gravedad solemne,

      de austeridad paciente e inmemorial?

      ¡Ay! ¡Surtidme de centellas!

      Llenadme la garganta de un tallo más profundo,

      de una voz con un eco de golpeados tambores

      con que pueda calar las más graves honduras,

      catar la faena dura del humus que en la noche

      verifica las gotas del sudor en la tierra.

      Abridme el brocal ciego de vuestro gran silencio.

      ¡Dejadme en el fervor como me habéis dejado

      para siempre en la vida!

      Конец ознакомительного фрагмента.

      Текст предоставлен ООО «ЛитРес».

      Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.

      Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного


Скачать книгу