Historia económica de la Argentina. Domingo Felipe Cavallo
Buenos Aires.
El presidente Urquiza creó el Ejército Nacional. Llamó a la primera elección de senadores y representantes e inauguró el primer Congreso Nacional. El Congreso aprobó la ley que creó el sistema judicial federal y nombró la primera Corte Suprema. Urquiza nacionalizó la Universidad de Córdoba y varias escuelas secundarias e impulsó una política inmigratoria para establecer asentamientos de campesinos inmigrantes en las provincias de Santa Fe y Entre Ríos.
Pero la Confederación enfrentó grandes dificultades para implementar los cambios establecidos en la Constitución. No pudo financiar sus ambiciosos planes por modernizar la infraestructura, eliminar las aduanas domésticas, crear un banco y una moneda nacional, y promover la inmigración de agricultores europeos para crear asentamientos agrícolas. El intento de crear una oficina de aduanas alternativa en el puerto de Rosario tampoco tuvo éxito. Ello, sumado a la falta de recursos fiscales, hundió a la Confederación Argentina.
En cambio, el Estado de Buenos Aires, que mantenía sus ingresos aduaneros y cuyo banco seguía imprimiendo dinero, gozó de un período de prosperidad que fortaleció su determinación ya sea por ingresar a la Confederación manteniendo sus prerrogativas o declarar su independencia. Mitre lideró del Partido Nacional que defendía la primera alternativa. Valentín Alsina lideró el Partido Autonomista que abogaba por lo segundo.
Gracias a la fortaleza de sus finanzas, el Estado de Buenos Aires no solo pudo recrear su banco, sino también renegociar con la Baring Brothers. Se comprometió a pagar la deuda más el interés acumulado y firmó un acuerdo de reembolso. Baring Brothers reanudó su papel de agente financiero con el derecho de colocar deuda argentina en el mercado londinense.
En 1859, el gobernador de Buenos Aires, Valentín Alsina, ordenó a Mitre invadir Entre Ríos, pero Urquiza lo derrotó en Cepeda y Alsina se vio obligado a dimitir. Mitre se convirtió en gobernador y finalmente acordó negociar la incorporación de Buenos Aires a la Confederación mediante una reforma constitucional que garantizaría los privilegios de su provincia.
Estas negociaciones desembocaron en el Pacto de San José de Flores, que reconoció el derecho de la provincia de Buenos Aires a mantener su banco e imprimir su propia moneda, pero mantuvo la disposición constitucional de la federalización de la recaudación aduanera del puerto de Buenos Aires. Mitre convenció a Derqui de que Buenos Aires debía mantener el control de su aduana durante algún tiempo mientras ofrecía al resto del país una compensación monetaria. Buenos Aires aportaría 1.500.000 pesos fuertes por año al tesoro de la Confederación. En 1860, la Asamblea Constituyente aprobó la reforma, con lo que la Confederación Argentina y la provincia de Buenos Aires se unieron en la Nación Argentina.
Los conflictos entre el gobierno nacional y el de la provincia de Buenos Aires perduraron en temas tales como la intervención del gobierno nacional en asuntos provinciales. En particular, tras una revuelta política en San Juan para reemplazar al gobernador federal por Antonino Aberanstain, amigo cercano de Domingo Faustino Sarmiento, intervino el presidente Derqui. Envió al gobernador de San Luis, Juan Saá, a luchar contra los líderes de la revuelta. El Ejército Nacional capturó a Aberanstain y lo ejecutó. Esta decisión enfureció a Mitre, que tomó represalias suspendiendo la contribución monetaria comprometida al gobierno nacional.
Derqui se trasladó a Córdoba para comandar un ejército contra Buenos Aires. Desde Entre Ríos Urquiza también marchó contra Buenos Aires en la batalla de Pavón. Sorprendentemente, a pesar de los ataques iniciales exitosos, Urquiza decidió retirarse. Mitre ganó la batalla, la guerra y la presidencia.
La cuestión de establecer la ciudad de Buenos Aires como la capital de la nación estaba pendiente y llevó a una lucha entre Mitre y Alsina. En 1880 la Legislatura de Buenos Aires finalmente promulgó una ley reconociendo la federalización de la ciudad de Buenos Aires, como capital de la Nación.
Desde 1854 hasta 1859 el Estado de Buenos Aires había tratado de mantener un presupuesto equilibrado: introdujo una reforma tributaria ampliando la base imponible a las exportaciones, restableció el crédito externo y evitó el uso de financiamiento inflacionario. Sin embargo, entre 1859 y 1862, debido a diversos conflictos militares, incurrió en un déficit significativo, emitió gran cantidad de deuda, y su banco puso grandes cantidades de dinero en circulación. El gobierno de la Confederación, por otra parte, nunca tuvo la posibilidad de imprimir dinero por lo que había acumulado una deuda significativa con los acreedores nacionales. En 1862, el gobierno de Mitre recuperó los ingresos aduaneros para la nación, pero heredó las deudas tanto de la provincia de Buenos Aires como de la Confederación.
El horizonte aún se perfilaba tormentoso, pero al menos Argentina ya era una nación organizada y unificada, con una constitución ampliamente aceptada.
Mitre, Sarmiento y Avellaneda completaron tres períodos sucesivos de seis años entre 1862 y 1880, conocido como el período de las “presidencias históricas”. A pesar de persistentes conflictos violentos con varias provincias, de la prolongada guerra con Paraguay y de la lucha contra los nativos en la frontera, las tres presidencias contribuyeron de manera significativa al desarrollo institucional y económico del país.
También se beneficiaron de la normalización de las relaciones financieras con Gran Bretaña, iniciada antes de la reunificación, por la reestructuración del préstamo de la Baring Brothers que la Argentina había incumplido en 1827. El gobierno de Mitre, por ejemplo, consiguió financiamiento internacional para la guerra con Paraguay y para desarrollar infraestructura.
Los prósperos años de Sarmiento se enfocaron en promover la educación, pero la salud pública se convirtió en un problema evidente tras una epidemia de fiebre amarilla que mató a más de 14.000 personas en Buenos Aires.
Avellaneda enfrentó la primera crisis financiera y de deuda del país después de la normalización de las relaciones financieras externas. Su exitosa gestión de la crisis acompañó la expansión territorial luego que la Campaña del Desierto sentara las bases para el impresionante progreso económico que comenzó después de 1880.
Las cuestiones políticas entre 1862 y 1880
A pesar de los conflictos militares del período, Mitre se centró en la organización del gobierno nacional. No obtuvo la aprobación de la Legislatura de la provincia de Buenos Aires para la federalización de la ciudad, pero logró el compromiso por el cual la ciudad de Buenos Aires sería la sede del gobierno federal. La provincia seguiría controlando la aduana, pero proporcionaría al gobierno suficientes recursos para financiar los presupuestos provinciales. En 1866, una reforma constitucional nacionalizó las aduanas.
Mitre organizó el sistema de justicia federal y aplicó el Código de Comercio de la provincia de Buenos Aires a todo el país. Nacionalizó el Colegio San Carlos, un prestigioso colegio secundario para la élite de Buenos Aires, actual Colegio Nacional de Buenos Aires. También creó escuelas secundarias en varias provincias.
Mitre inició la construcción de un ferrocarril, el Central Argentino, de Rosario a Córdoba, así como un ferrocarril hacia el Sur. Una empresa privada en el Estado de Buenos Aires había creado el primer ferrocarril, el Ferrocarril Oeste, durante el mandato del gobernador Pastor Obligado.
Al final de su mandato, el Partido Nacional de Mitre y el Partido Autonomista de Adolfo Alsina tenían candidatos diferentes para la presidencia, pero ninguno de ellos parecía suficientemente fuerte para derrotar al otro. El coronel Lucio Mansilla propuso la candidatura de Domingo Faustino Sarmiento, que servía como embajador en los Estados Unidos y se había mantenido fuera de las batallas y divisiones internas durante la presidencia de Mitre. Adolfo Alsina, a su vez, aceptó ser candidato a la vicepresidencia.
Sarmiento gobernó de 1868 a 1874. En 1869 organizó el primer censo poblacional que sumó 1.880.000 habitantes en el país; 187.000 vivían en la ciudad de Buenos Aires. Ese mismo año, el Congreso aprobó el Código Civil redactado por Dalmacio Vélez Sársfield, abogado muy respetado de Córdoba.
Durante su presidencia, Sarmiento luchó los dos últimos años de la guerra con Paraguay y enfrentó la última rebelión de un caudillo.