La sal y el Estado colombiano. M Joshua Rosenthal
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Fuente: los valores poblacionales en esta y en las tablas siguientes provienen del censo de 1835.
Nota: la legislación fue aprobada en 1821, pero los cobros tuvieron lugar solo en 1823.
a Las cifras de la población solo incluyen los distritos que estaban reportados en la recaudación de impuestos, no la totalidad de la población de Boyacá.
b En pesos.
c Por individuo, en pesos y en reales.
Un análisis por distrito realizado en 1845 agrega información a este perfil sobre el trabajo en cada cantón. Los Cantones del Centro, Santa Rosa, Sogamoso y Tenza, tenían crisis ocupacionales acordes a los centros comerciales y de producción artesanal (tabla 3).
Tabla 3. Profesiones por cantón en Boyacá en 1845
Fuente: AGN, SR, Gobernación de Tunja, leg. 30, fols, 469-568, octubre-noviembre de 1845; 88 respuestas al cuestionario titulado “Cuadro que manifiesta que prod. de la agricultura, ganaderia, industria, minas en el distrito de […]”.
El Cocuy era uno de los cantones en Tundama y sus zonas montañosas habitables estaban densamente pobladas (figura 3). Los pueblos de El Cocuy se ubicaban a más de 2000 metros por encima del nivel del mar, excepto Espino y La Salina, que estaban a 1994 y 1439 metros, respectivamente.37 Codazzi describía el clima en el cantón de El Cocuy como frío y sano y en muchas partes templado; aunque La Salina era más caliente por su menor altitud, se consideraba que, aun así, su clima era saludable. Las bases económicas de El Cocuy eran los cultivos típicos de la zona de montaña: papas, maíz y fríjoles. En los municipios de El Cocuy, Chita, Güicán y Chiscas, abundaban las ovejas y las cabras. La industria local incluía la producción en pequeña escala de textiles y dos forjas. El cantón comerciaba con sus vecinos, los indígenas tunebo del oriente de Boyacá y Santander, y con la distante Bogotá. Se traían los productos manufacturados de Santander o de Bogotá, los productos agrícolas de los climas más calientes y el ganado de Casanare. El trigo, los textiles artesanales y la sal también se exportaban. Nada de esto era indicio de una economía fuerte, pero Codazzi era optimista sobre el futuro del cantón.
Manuel Ancízar, quien viajó con la Comisión Corográfica, también era optimista sobre El Cocuy como parte de Tundama, un área madura con un potencial de “163 000 habitantes, de los cuales el mayor número es de blancos y bien conformados, y el resto de indios pacientes, vigorosos, en quienes la rutina parece hacer los oficios del alma, y la humildad ser el compendio de todas sus virtudes”.38 Ancízar, incluso, se refería con optimismo a Chita, pueblo vecino de La Salina y del cual se desprende su nombre oficial, y que varias veces a lo largo del siglo fue descrito como “problemático”. Sus alabanzas, sin embargo, las hacía en los términos raciales de la época:
El distrito entero cuenta poco más de 7900 vecinos blancos, robustos y firmes de mejillas firmemente iluminadas, consagrados a la agricultura en pequeño y a la cría de ovejas, que suministran la excelente lana de que los naturales fabrican bayetas y ruanas muy durables y de buen tejido. El pueblo, como todos los antiguos que fueron de indios se resiente de su origen, y lo demuestra en el desarreglo de las calles y pésima disposición de las casas; pero en cambio las gentes son de índole sana y trato sencillo, virtudes que, unidas al amor al trabajo, constituyen una población moralmente inmejorable, aunque ajena a las superficialidades de la ponderada cultura de otras naciones.39
En este sentido, El Cocuy se asemejaba a los cantones de Santander y tenía un potencial similar. Sin embargo, tal desarrollo se sustentaba en un futuro cada vez más lejano. De hecho, durante todo el siglo XIX la producción de sal de La Salina fue la industria más importante del cantón. En este mundo pauperizado, lleno de promesas y decepciones, se desarrolló la historia de la sal y del Estado.
Figura 3. Cocuy: Mapa del cantón, 1825
Fuente: Mapas y planos, Mapoteca n.o 4, ref. 94 A.
Notas
1 Para algunas notas adicionales de Caicedo, véase el Archivo General de la Nación de Colombia (AGN), Sección Colonial (SC), Fondo Salinas, legajo (de aquí en adelante abreviado como leg.) 7, fols. 297-301, septiembre a diciembre de 1806. Los esfuerzos de Caicedo coinciden con el esfuerzo de la Expedición Real Botánica dirigida por José Celestino Mutis en 1783, véase Jorge Orlando Melo “La idea del progreso en el siglo XIX, ilusiones y desencantos, 1780-1930”, en Revista de Estudios Colombianos, 36 (2010): 16-29.
2“Informe relacionado a los datos estadísticos”, AGN, Sección Repúbica (SR), Gobernación de Tunja, leg. 23, fol. 41, enero de 1837.
3 Calvo, “Informe del administrador de las salinas de Chita y Múneque”, en Memoria de Hacienda de 1904, sección 2, ii.
4 S. A. M. Adshead, Salt and Civilization (Nueva York: St. Martin’s, 1992), 178. Sobre el Estado y los monopolios de la sal, véase Kwan Man Bun, The Salt Merchants of Tianjin: State-Making and Civil Society in (Honolulu: University of Hawai‘i Press, 2001). También véase Mark Kurlansky, Salt: A World History (Nueva York: Walker, 2002).
5 Esta tradición se remonta al nacimiento de la República y perduró durante décadas. Sobre la práctica del Gobierno de cubrir sus deudas domésticas a través de la emisión de pagarés redimibles por sal en las salinas de Cundinamarca, véase Luis Fernando López Garavito, Historia de la Hacienda y el Tesoro en Colombia, 1821-1900 (Bogotá: Banco de la República, 1992), 20-21. Para un ejemplo posterior, véase Anuar Hernán Peña Díaz, Sal, sudor y fisco: el proceso de institucionalización del monopolio de la sal en las Salinas de Chámeza, Recetor y Pajarito, 1588-1950 (Bucaramanga: División de Publicaciones UIS/Universidad Industrial de Santander, 2008), 212, 226.
6 Para esta discusión abordo las Memorias de Hacienda, que fueron publicadas como volúmenes y gacetas oficiales seriadas, como una presentación novedosa de la acción estatal en la esfera pública. Sobre esto, véase Benedict Anderson, Imagined Communities: Reflection on the Origin and Spread of Nationalism (Nueva York: Verso, 2006). Sobre el desarrollo de la esfera pública en Colombia antes de la Independencia, véase Víctor Uribe-Urán, “Birth of a Public Sphere in Latin America during the Age of Revolution”, Comparative Studies in Society and History 42, n.o 2 (abril 2000): 425-457. Sobre la historia de los esfuerzos realizados por las “élites modernizantes” para aumentar la “capacidad cognitiva” del Estado, véase el capítulo 2 de Lawrence Whitehead, Latin America: A New Interpretation (Nueva York: Palgrave Macmillan, 2006). En cuanto a los trabajos que utilizan memorias, véase Malcolm Deas, “The Fiscal Problems of Nineteenth-Century Colombia”, Journal of Latin American Studies 14, n.o 2