Compendio de la fe cristiana. John Schwarz
padres de las doce tribus de Israel. Los descendientes del cuarto hijo de Jacob, Judá, fueron luego la tribu remanente: la tribu a la que se le confió la misión de llegar a ser “luz para las naciones” de parte de Dios; de esa tribu nacieron más adelante José y María, padres de Jesús.
• José. El Génesis termina con la historia de José, el undécimo hijo de Jacob y también su favorito, que fue vendido como esclavo por sus hermanos envidiosos. José fue llevado a Egipto y con el tiempo llegó a ser el segundo después de faraón, el funcionario que le seguía en la jerarquía del gobierno. Los hermanos de José fueron a Egipto a comprar granos porque había una hambruna en Canaán. Se reencontraron y reconciliaron con José, y luego se instalaron, con Jacob, en Gosen, al norte de Egipto. José dijo a sus hermanos: “Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien” (Gn. 50.20) para continuar llevando a cabo las promesas que había hecho a Abraham, a Isaac y a Jacob.
EL ÉXODO: EL “CENTRO” DEL ANTIGUO TESTAMENTO
El Éxodo —la milagrosa liberación de Israel de su esclavitud en Egipto— es el hecho individual más importante en la historia de Israel. El relato del Éxodo se lee cada año durante la Pascua. Es la historia del ángel de la muerte que hirió de muerte “a los primogénitos de Egipto pero pasó de largo en las casas de los israelitas” (Ex.11 y 12), después de lo cual Moisés guió a los Israelitas para salir de Egipto.
Se ha dicho que el Nuevo Testamento se escribió después de que los seguidores de Cristo habían experimentado el Cristo resucitado; es decir, desde el otro lado de la cruz. Se puede decir lo mismo del Antiguo Testamento: se escribió después de que los Israelitas habían “experimentado” el Dios de Abraham, Isaac y Jacob; es decir, desde el otro lado del Mar Rojo.
Moisés: Liberador y legislador (Éxodo 2 a 4)
Al abrir el libro de Éxodo, llegó al poder en Egipto un faraón (palabra hebrea para designar al rey de Egipto) cuyo nombre no conocemos, que “no había conocido a José”, es decir, no reconoció los privilegios que se habían concedido a su familia. Este faraón (probablemente Seti I o Ramsés II) tuvo temor de los israelitas porque con el tiempo se iban poniendo “más fuertes y numerosos” que los egipcios. Impuso cargas pesadas a los Israelitas, pero estos continuaron multiplicándose, de modo que el faraón ordenó que todo israelita recién nacido varón fuese arrojado en el Nilo. Moisés escapó de la orden del faraón porque su madre lo puso sobre las aguas del Nilo en un canasto de mimbre, y éste fue recogido de las aguas por la hija del faraón, quien decidió cuidar y criar a Moisés. El nombre Moisés viene ya sea de una palabra hebrea que significa sacar de (Ex. 2.10) o, en caso de recibir el nombre que le dio la hija de faraón, de la palabra egipcia que significa hijo de.
Los padres verdaderos de Moisés eran levitas (Leví era el tercer hijo de Jacob). Cuando Moisés tenía 40 años (Hch. 7 divide la vida de Moisés en tres períodos de 40 años cada uno) mató a un egipcio que había golpeado a un israelita, después de lo cual huyó a Madián, al Este de Egipto, en lo que hoy es Arabia Saudita. Moisés se casó con Séfora, hija de Jetro, y tuvo dos hijos varones; se radicó en Madián como pastor de ovejas. Dios oyó el “clamor” de los Israelitas y “se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob” (Ex. 2.24). Llamó a Moisés desde una “zarza ardiente”, una zarza que ardía pero no se consumía, para que sacara a los Israelitas de Egipto.
Moisés le preguntó a Dios: “Supongamos que me presento ante los israelitas y les digo: “El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes.” ¿Qué les respondo si me preguntan: “¿Y cómo se llama?” YO SOY EL QUE SOY, respondió Dios a Moisés” (Ex. 3.13 y 14). Estas palabras se refieren a la naturaleza y al carácter de Dios. Nos dicen que Dios es un ser vivo y activo. En el Antiguo Testamento YO SOY EL QUE SOY se expresa por medio de cuatro consonantes: YHWH (hay mucho debate sobre el origen y significado de esto). En el siglo X se agregaron dos vocales para facilitar la pronunciación: A, por Adonai (“Señor”) y E por Elohim (“Dios”), y así llegó a ser Yahweh. (Jehová es la traducción de esta palabra al lenguaje popular, pero no hay evidencia alguna de que los Israelitas hayan jamás usado este nombre para referirse a Dios.)
El Éxodo y el pacto sinaítico (Éxodo 12 a 24)
Dios preparó cuidadosamente a Moisés para su “llamado”. Primero, por medio de su madre biológica, milagrosamente contratada por la hija de faraón como “nodriza” de su propio hijo (Ex. 2.8–10). Ella le dio a Moisés conciencia de su herencia y lo preparó para su misión. Segundo, por medio de su formación en la casa de faraón (Hch. 7.20–22), que lo capacitó para enfrentar más tarde al propio faraón. Tercero, por sus años en el desierto de Madián, que lo prepararon para guiar a los Israelitas a la península del Sinaí, y a través de ella, al sitio donde recibieron los mandamientos de Dios. Los dos grandes hechos en la vida de Moisés fueron el Éxodo y el pacto en el Monte Sinaí.
• El Éxodo de Egipto. El Éxodo (la “salida de”) tuvo lugar después de que “los Israelitas vivieron en Egipto [durante] 430 años” (Ex. 12.40). Aunque el Éxodo es el hecho más importante en la vida de Israel, no sabemos dónde sucedió. No fue en el Mar Rojo al extremo sur de la península de Sinaí sino más probablemente en un lago o en el Mar de los Juncos (yam suf en las Escrituras hebreas). Tampoco sabemos la fecha exacta, y las opiniones están divididas entre el 1446 a.C., sobre la base de 1 Reyes 6.1, y 1290 a.C., sobre la base de datos arqueológicos (esta es la opinión mayoritaria). Tampoco sabemos con certeza cuántas personas participaron o cómo exactamente se llevó a cabo la “liberación” a través del agua.
En el Éxodo, Israel se encontró con el Dios de sus antecesores, que los salvó de una muerte segura. Ese fue y llegó a ser el momento decisivo de la historia de Israel, que los judíos celebran con una comida ceremonial (Seder), las dos primeras noches de la Pascua, de manera muy similar a la que los cristianos conmemoran la muerte redentora y la resurrección de Jesús en el viernes santo y el domingo de resurrección.
• El pacto sinaítico. Después de escapar de los soldados de faraón, que fueron ahogados en “el mar” (Ex. 14.28), Moisés condujo a los Israelitas a través de la península del Sinaí. En el Monte Sinaí, Dios ordenó a Moisés que dijera al pueblo de Israel que “si [ellos] eran del todo obedientes entonces serían su propiedad exclusiva entre todas las naciones” (Ex. 19.5). Dios entró luego en un pacto con Israel, que Moisés selló con la sangre de un novillo (Ex. 24.5–8). (En el Nuevo Testamento, Jesús selló el nuevo pacto con su propia sangre.) La historia siguiente de Israel en la Tierra Prometida —desde su ingreso con Josué en el 1250 a.C. hasta la caída de Jerusalén en el 586 a.C.—gira en torno a su fidelidad y, con más frecuencia, su infidelidad al pacto sinaítico.
La esencia o los términos del pacto sinaítico están contenidos en los Diez Mandamientos (Ex. 20.3–17), que llegaron a ser la ley religiosa y moral de Israel. (La expresión Diez Mandamientos proviene de Éxodo 34.28.) Los cuatro primeros mandamientos (los tres primeros para los católicos y los luteranos, ya que los enumeran de manera diferente) son los más importantes, porque hacen una distinción y separación entre los israelitas y los pueblos vecinos. De estos cuatro, el primero es el más importante de todos: Israel no tendría otros dioses por encima ni junto a “el Señor tu Dios. Yo te saqué de la tierra de Egipto, donde eras esclavo” (Ex. 20.2). El capítulo 10 de este libro contiene un breve comentario de cada uno de los Diez Mandamientos.
LEVÍTICO, NÚMEROS Y DEUTERONOMIO
Los tres últimos libros del Pentateuco instruyen a los israelitas sobre