Compendio de la fe cristiana. John Schwarz

Compendio de la fe cristiana - John Schwarz


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es el libro de los levitas, los sacerdotes que descendían de Leví, uno de los doce hijos de Jacob. Levítico contiene orientaciones para los sacrificios rituales, instrucciones respecto a la ordenación de los sacerdotes, reglas concernientes a la pureza ritual (incluyendo las de alimentos limpios e inmundos), instrucciones para la celebración de las fiestas litúrgicas y una variedad de normas sobre la santidad. En el capítulo 16 de Levítico encontramos las instrucciones para la observación del Yom (día) Kippur (expiación), el día más solemne en el calendario judío (el equivalente judío del Viernes Santo de los cristianos), que tiene lugar diez días después de Rosh Hashanah, el año nuevo judío, que llega en septiembre o en octubre. Yom Kippur es el día en que Israel confiesa sus pecados, tanto los “visibles como los invisibles” a fin de poder reconciliarse con Dios. Levítico contiene el mandamiento de Dios: “Amar a tu prójimo como a ti mismo” (Lv. 19.18), que Jesús presentó como el segundo mandamiento en importancia (Mr. 12.31).

       Números

      Números trata sobre la organización (numeración) de las doce tribus y de la misión de cuarenta días que llevaron a cabo doce espías que se aventuraron en la Tierra Prometida para recoger información. Los israelitas tuvieron miedo de los cananeos y se negaron a invadir la tierra que Dios había prometido a Abraham, lo cual trajo sobre ellos el juicio de Dios: durante cuarenta años estuvieron deambulando por el desierto, un año por cada día que los espías habían estado en la tierra de Canaán. Números contiene la conocida bendición aarónica: “El Señor te bendiga y te guarde… [y] el Señor te mire con agrado y te extienda su amor… [y] el Señor te muestre su favor y te conceda la paz” (Nm. 6.24–26).

       Deuteronomio

      Deuteronomio (la “segunda ley” o “repetición de la ley”) es una nueva narración de la relación pactual de Israel con Dios, porque la mayoría de los ancianos había muerto durante los largos años en el desierto. El capítulo 6 contiene la Shema (una palabra hebrea que significa “oír” o “escuchar”) que es el credo o confesión monoteísta de Israel: “Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas” (Dt. 6.4 y 5). Jesús dijo que este era el más grande de todos los mandamientos (Mr. 12.28–30). Deuteronomio fue la base para las respuestas que Jesús dio a Satanás cuando fue probado en el desierto: no vivimos solamente de pan (8.3); hemos de adorar a Dios únicamente (6.13); y no debemos poner a prueba al Señor (6.16).

       LOS LIBROS HISTÓRICOS: SURGIMIENTO Y CAÍDA DE ISRAEL

      La sección siguiente en el Antiguo Testamento contiene la historia de Israel en la tierra de Canaán, la tierra que Dios había prometido a Abraham. Las fechas que se mencionan en esta sección han sido tomadas de A History of Israel (Una historia de Israel), de John Bright, reconocida autoridad en el campo de la historia de Israel.

       La invasión y la conquista de Canaán (Josué y Jueces)

      El libro de Josué es la narración sobre la invasión a Canaán en el 1250 a.C., cuarenta años después de la fecha estimada para el Éxodo, en el 1290 a.C. Después de la invasión inicial en Jericó y la conquista de territorio en la meseta central del país, fue necesario un largo período de conquista para someter la región. El libro de Jueces relata la historia de Israel en la Tierra Prometida desde la muerte de Josué hasta el comienzo de la monarquía. Es la historia de personajes carismáticos como Débora, Gedeón y Samsón, a quienes Dios llamó y puso al frente de Israel cuando era atacada por sus vecinos. El período de Josué y Jueces a veces se designa como “confederación tribal”. Se extiende desde 1250 a.C. hasta 1020 a.C., cuando comenzó la monarquía con el rey Saúl.

      Geográficamente, la tierra de Israel era (y hoy sigue siendo) muy pequeña: aproximadamente 240 km. de largo por 120 km. de ancho. ¿Por qué quería Dios que Israel tuviera una tierra que le perteneciera? Tal vez porque Dios quería que los israelitas se asentaran como pueblo, en lugar de vivir como nómades. ¿Y por qué la tierra de Canaán? Quizás porque estaba en el cruce de los caminos del mundo (Europa, Asia y Africa), un lugar donde Israel podía ser “luz para las naciones”.

       La monarquía (Rut, 1 Samuel y 1 Crónicas)

      Durante el período de los jueces, la principal amenaza a Israel fueron los filisteos. Estos eran ambiciosos y belicosos, y empezaron a moverse hacia el interior desde la costa del Mediterráneo, donde habían desembarcado provenientes de la isla de Creta, en el 1100 a.C. A raíz de la amenaza que significaban los filisteos, los israelitas pidieron un “rey que nos gobierne … como las otras naciones” (1 S. 8.19 y 20). El primer rey de Israel fue Saúl (alrededor de 1020 a 1000 a.C.). Fue ungido por Samuel, la figura más grande que encontramos en el Antiguo Testamento entre Moisés y la monarquía. Saúl era un gran guerrero, pero era una persona inestable y fue una desilusión como el “ungido” de Dios.

      • El rey David: el héroe más grande de Israel (2 Samuel, 1 Reyes y 1 Crónicas). Dios le dijo a Samuel que ungiera a David como sucesor de Saúl (1 S. 16). David era el hijo menor de Isaí, un agricultor de Judá. Nació en Belén en el año 1030 a.C. David gobernó Judá y luego todo el territorio de Israel durante cuarenta años: desde la edad de 30 años hasta los 70 (entre el 1000 y el 961 a.C.). Fue un líder carismático; un gran jefe militar que doblegó el poder de los filisteos y extendió y dio seguridad a las fronteras de Israel; fue un genio político que unificó las tribus del norte y del sur al ubicar la capital en la ciudad neutral de Jerusalén (la ciudad de David); una figura religiosa que trajo el arca del pacto a Jerusalén, escribió salmos de adoración a Dios y oró pidiendo perdón y regeneración después de haber cometido adulterio con Betsabé (Sal. 51).

      El plan de Dios para nuestra salvación se vuelve más específico en la narración davídica. Por medio del profeta Natán, Dios promete a David que de su “casa” (sus descendientes) vendrá aquel cuyo “reinado no tendrá fin” (2 S. 7.12–16). Mateo y Lucas actualizan esta promesa cuando ponen de manifiesto en la genealogía de Jesús que José, el padre legal de Jesús, era descendiente de David (ver Mt. 1.6 y Lc. 3.31). Lucas, en el relato del nacimiento de Jesús, informa que Gabriel le dijo a María, refiriéndose a Jesús: “Él será un gran hombre … Dios el Señor le dará el trono de su padre David, y reinará sobre el pueblo de Jacob para siempre. Su reinado no tendrá fin” (Lc. 1.23–33).

      • Salomón: el gran monarca (1 Reyes y 2 Crónicas)

      Salomón fue el segundo hijo que David tuvo con Betsabé. Salomón tuvo muchas esposas, incluyendo mujeres extranjeras con quienes contrajo matrimonio para establecer alianzas políticas. Para algunas de ellas hizo levantar altares e ídolos a sus dioses paganos. También impuso impuestos al pueblo y lo forzó a trabajar para su administración y en sus proyectos de construcción, incluyendo el templo en Jerusalén (Templo de Salomón), que fue su legado más famoso, ubicado en el sitio donde actualmente se encuentra el Domo sobre la Roca, en Jerusalén. Salomón recibió sabiduría como don (1 R. 3.5–12), como se observa en el relato sobre las dos mujeres y el bebé (1 R. 3.16–28), pero “hizo lo que ofende al Señor y no permaneció fiel a él como su padre David” (1 R. 11.6). Salomón murió en el 922 a.C. Roboam, su hijo, no pudo mantener la unidad de las doce tribus y en consecuencia Israel se dividió en dos reinos. Las diez tribus del Norte se constituyeron en la nación de Israel, con su capital en Samaria; las dos tribus del Sur, Judá y Benjamín, formaron la nación de Judá, con capital en Jerusalén.


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