En Estado sólido. Rodrigo Henríquez Vásquez

En Estado sólido - Rodrigo Henríquez Vásquez


Скачать книгу
aparente contradictoria combinación los comunistas recibieron grados de libertad para organizar sindicatos y otras organizaciones afines para ampliar su apoyo social. En Cuba, el Partido Comunista estuvo legalizado gracias al apoyo que le brindó a Batista. Eso le significó aumentar significativamente su adhesión de 5.000 militantes en 1937 a más de 120.000 en 1944. Incluso, y por primera vez en occidente, contar con dos ministros de Gobierno, Juan Marinello y Carlos Rafael Rodríguez.84

      Luego de la crisis de 1933 provocada por la caída de Gerardo Machado, diferentes sectores medios, intelectuales y algunos militares, apoyaron la presidencia provisional de Ramón Grau (septiembre de 1933 a enero de 1934). Este último era un reputado médico de tendencia nacionalista y socialista que llevó a cabo importantes reformas sociales como el derecho a voto femenino,la implantación de las ocho horas de trabajo,leyes de salario mínimo para los cortadores de caña, la creación del Ministerio del Trabajo y la promoción de leyes en pro de una reforma agraria, entre otras reformas.85 El Gobierno provisional de Grau sobrevivió hasta enero de 1934 cuando fue derrocado por militantes de derecha, dirigidos por Fulgencio Batista y financiados por los EE.UU.: el nacionalismo de los “auténticos” de Grau había intimidado los intereses estadounidenses en la isla.

      El férreo control político de Batista (que incluyó la persecución del PC cubano) también mostró una cara modernizadora parecida a la del reformismo militar de Ibáñez en Chile o de Getulio Vargas en Brasil, hacia 1930. En Cuba, este espíritu reformista se materializó en 1940 con una nueva Constitución que amplió la intervención del Estado en la economía.86 El triunfo e instalación del Gobierno de Batista tuvo una primera fase de mayor represión social con apoyo de los militares para, progresivamente, pasar, como sostiene el historiador Robert Whitney, a una etapa populista entre 1937 y 1940. Dicho populismo, a juicio de Whitney, fue una respuesta política al crecimiento de las masas trabajadoras que habían sido desplazadas por el tradicional clientelismo. La reacción populista enarbolada por Batista y su apelación al “pueblo” pudieron aunar las diferencias mediante el recuerdo a los sentimientos de la revolución de 1930.87

      El estatismo de Batista tuvo un momento estelar en julio de 1937 con el conocido Programa del Plan Trienal. Este persiguió el reconocimiento de la tierra como propiedad del Estado, fomentando la diversificación de los cultivos. En la sensible industria azucarera estableció la coordinación a través de un sistema de reparto de beneficios entre los propietarios de los ingenios, los colonos y los trabajadores. Aunque la intención de Batista era la nacionalización de esta industria, pudo al menos usar las ganancias del azúcar para mejorar los salarios de los trabajadores del campo y de pequeños colonos. Para validar este ambicioso programa, el militar buscó el apoyo de los sindicatos y campesinos ante la posibilidad de que el Plan Trienal fuera frenado en el Congreso. El factor popular y de masas pasó a tomar, entonces, una importancia vital en la política de Batista, logrando incluso que tanto el Partido Comunista Cubano como la Confederación Nacional de Trabajadores Cubanos (CNOC) y la Unión Nacional de Trabajadores del Azúcar se alinearan decididamente detrás del líder.

      Para los comunistas, la decisión de aliarse con Batista calzó en el giro internacional del comunismo del VII Congreso del Comintern confirmado por su secretario general Blas Roca (Francisco Calderío). A pesar de la apertura que significó abrazar la estrategia del frentepopulismo, ni Roca ni el PC cubano mantuvieron contactos fluidos con otros grupos de izquierda ni con el nacionalismo “auténtico” de Grau (tildado por Roca tiempo atrás de “socialfascista”). En ese contexto, la única alianza viable para los comunistas era con Batista.88 En septiembre de 1938, el militar cubano legalizó el partido Comunista con el argumento del “respeto a la representación popular”. De esta forma, permitió que 1.500 delegados comunistas fueran a la conferencia inaugural de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC) y que, en octubre del mismo año, asistieran otros tantos delegados a una invitación efectuada por Lázaro Cárdenas. Esto hizo creer a los comunistas en el progresismo de Batista y confiar en su giro hacia la izquierda.89

      Sin embargo, la oligarquía cubana no estaba de acuerdo con este nuevo lenguaje frentepopulista. Batista habló abiertamente de nacionalizar la industria azucarera cubana, apoyó la república española y la formación de un gran frente amplio antifascista. Consciente del rechazo que esto generaría, Batista trató de asegurar a la oligarquía que su reformismo era una apariencia para atraer al capital extranjero. En varias oportunidades señaló que su objetivo era crear una armonía entre capital y trabajo, a través de una gran fuerza política llamada Pueblo de Cuba. Finalmente, en las elecciones de noviembre de 1939 se enfrentaron dos fuerzas: el Partido Revolucionario Cubano Auténtico, o simplemente “Auténtico” y la alianza en torno a Batista formada por grupos como el Partido Liberal, la Unión Nacionalista, el Partido Realista y el Partido Comunista. Ambas alternativas apelaron a las masas y al “pueblo cubano”, por lo que el apoyo comunista hacia Batista fue crucial. Con él en el poder, los comunistas lograron que dos militantes, Juan Marinello y Carlos Rafael Rodríguez, llegaran a ser ministros, logrando además diez diputados y algunos alcaldes en ciudades de provincia. Posteriormente, los comunistas apoyaron al candidato continuista de Batista, Carlos Saladrigas, en nombre de la Coalición Socialista Democrática que perdió ante Ramón Grau San Martín en las elecciones de 1944.

      Al igual que en Cuba, los primeros años de la década de 1930 trasformaron el sistema político en Brasil. El fin de la República Velha (1889-1930) y la política del “café con leche” –en la que el poder se alternó entre Sao Paulo y Minas Gerais– tuvo como consecuencia directa la llegada al poder de una junta militar que, en noviembre de 1930, nombró como Jefe del Gobierno Provisorio al político de Río Grande do Sul, Getulio Vargas. Contaba con el apoyo de amplios sectores populares, medios y del tenentismo, cuyo prestigio creció a raíz de la fracasada experiencia de la Columna Prestes, pero que lo catapultó como líder de masas.90

      El tenentismo nació durante los años ‘20 de la joven oficialidad de la armada, proveniente de la clase media emergente post primera guerra mundial. Este grupo sintonizó con las demandas reformistas de sectores como los obreros industriales, en contraposición a las políticas oligárquicas de la República Velha o República Vieja. El descontento quedó plasmado en una serie de huelgas urbanas ocurridas entre 1919 y 1922, y en la revuelta de oficiales en Copacabana en 1922, que derivó en la llamada “Columna de Prestes” en 1924. Este movimiento (llamado así en honor a uno de sus cabecillas, el militar Luis Carlos Prestes), recorrió durante tres años la mayoría de los estados de Brasil tratando, sin éxito, de incitar a la población en contra del régimen de la República Vieja. A pesar de no lograr apoyos populares, Prestes pudo crear una mística en torno a sí mismo, y se transformó, gracias a la literatura de Jorge Amado, en el “caballero de la esperanza”, ganando el respeto y lealtad de la población civil, especialmente en las áreas rurales.

      Ante el fracaso de la “columna Prestes”, su cabecilla emigró en 1928 a Buenos Aires. Allí tomó contacto con dirigentes del Partido Comunista Argentino y con los líderes del Secretariado Latinoamericano del Comintern instalado en Montevideo. A comienzos de 1931 Prestes se declaró comunista y partió a Moscú invitado por el Comintern, interesado por la experiencia de los tenentes. Luego del VII Congreso del Comintern, el militar brasileño vuelve a su país junto a su esposa, la destacada comunista alemana Olga Benario, con el objetivo explícito de levantar la estrategia del Frente Popular en Brasil. El envío de Prestes y otros emisarios de la Internacional Comunista a América Latina mostraba el carácter internacionalista del comunismo mundial, aun cuando los líderes de Moscú desconocían la realidad política de Latinoamérica y de los demás países semi-coloniales. Por ello,con bastante voluntarismo e ingenuidad,el Comintern interpretó que Brasil reunía las condiciones para implantar el frentepopulismo. La cuestión que posiblemente incitó al Comintern en este sentido fueron las simpatías que la clase media políticamente emergente mantuvo con grupos fascistas. Esto hizo que los soviéticos vieran el símil de su análisis estratégico para la formación de frentes populares.91

      El movimiento fascista que más impresionó al Comintern fue el Integralismo, fundado en 1932 por Plinio Salgado. Sus ideas tuvieron éxito principalmente entre las nuevas clases profesionales. Para 1934 era uno de los movimientos políticos más importantes


Скачать книгу