Cuestiones disputadas. Rafael Paz
objetivo no es la sustitución de un universo atemperado de sentidos por un caos cuya divisa sería la mera negatividad de la fragmentación, sino la apuesta al surgimiento de nuevos modos de ligadura fundados en la apertura de flujos pulsionales y pensamientos bloqueados desde la neurosis infantil.
Es decir, y la pretensión es enorme, la búsqueda es de una transformación metapsicológica en los modos de pensar, ampliando las posibilidades otorgadas a la fantasmatización y creando nuevos recursos de realización para el cuerpo erógeno, liberándolo en la proporción que sea posible de su captura por las fascinaciones y restricciones de los circuitos objetales primarios.
Para lograr lo cual el desarrollo de un análisis pone en marcha un proceso cognitivo tensado entre apertura, contención e “insight”.13
Apertura a lo que emerge entre resistencias con familiaridad inquietante; contención, que como veíamos implica confianza en las posibilidades de incorporación y sobreponerse al reflejo expulsivo paranoide y, finalmente, establecimiento de lazos nuevos de sentido y autoobjetivación benevolente.
Estos círculos virtuosos generan por acumulación un reservorio de experiencias más allá de los contenidos específicos que en cada momento se elaboren, importantes para atravesar los momentos de transferencia negativa o la aridez de fases de desentusiasmo o franco escepticismo.
Supone un pensar reversible, que si fuera crucial en los desarrollos cognitivos de Piaget, desde una perspectiva psicoanalítica del conocimiento también lo es.
Implica el atreverse a recorrer las facetas del otro y admitir lo irremisiblemente oculto, con las repercusiones emocionales a que nos expone y la inteligibilidad tramitándose entre, en un ida y vuelta relacional que compromete a los protagonistas en “juegos de lenguaje” que se saben insuficientes para agotar el sentido.
Ernesto, varón de edad mediana, sueña que un cachorro intenta mamar de sus pechos, voluminosos, femeninos; se lo saca de encima con violencia.
El sueño le causa gracia, y lo vincula con agudeza al rechazo a hacerse cargo, emocionalmente, de un hijo de su nueva pareja.
Lo que la (auto) interpretación oculta, y que a renglón seguido la sesión aclara, es el escenario fantasmático de lucha entre cachorros, en el cual compite por el pecho de la madre con un hermano.
La solución estabilizada de haber introyectado los pechos maternos, trasuntada en una actitud de orondo padre nutricio con sus propios hijos, con los consiguientes goces y fatigas, corre el riesgo de entrar en crisis.
El sucesivo examen de las diferentes fantasías implicó traslaciones entre lugares del Self y de los objetos, indicando reversibilidades propias de un profundo estado elaborativo.
Supone, en efecto, la pérdida de posiciones consolidadas, así como de las omnipotencias que las impregnan: la bisexualidad, la completud de amamantamiento, el constituirse en objeto de deseo oral, el disfrutar del “masoquismo femenino” consiguiente...
Los que promovemos, son modos de conocimiento altamente personalizados, pero también permeables hacia lo mítico-fantasmático.
Operando entonces en un registro distinto al de las dominantes de rendimientos y claridades funcionales aunque sin soslayar su compromiso con la razón práctica de cotidianidades y proyectos.
MÁS, ACERCA DEL PENSAR PSICOANALÍTICO
Supone legitimar:
la ocurrencia,
el pensar precario,
el sentir que toma forma de pensar.
Incluye:
El pensar como unir, tanto lo separado que estuvo unido en espacios primarios o primordiales, como lo que nunca lo estuvo, en cuyo caso nos hallamos en otra dimensión que la de “restablecer nexos asociativos”.
El pensar como descubrir, sean elementos o configuraciones ocultas, y admitir lo dilacerante de atravesar la superficie de lo dado.
El pensar como concebir. Sea el concebir pasivo de tolerar; el concebir activo de engendrar; el concebir exploratorio de construir; el dejar que los pensamientos tengan lugar.
Traigamos de nuevo a colación la concurrencia lúdica y entusiasta en la sesión con Ernesto: buena y nutricia.
Las figuras transferenciales que encarnábamos contaban con el trasfondo del sueño como referencia simbólica que se sostenía y recubría el contexto analítico con su particular realidad.
La penumbra transferencial no derivó en lo ominoso que caracteriza las atmósferas confusionales; de esta manera pudimos desplazarnos en la trama regresiva, incluso como objetos parciales y femeninos, pero sosteniendo un hacer lúdico y sublimatorio a distancia operativa de erotizaciones homosexuales.
El preconsciente puede entonces ser redescubierto con benevolencia, sin suponerle tanta consistencia como la que le otorgan remanencias de un racionalismo ingenuo, asentado como está en la modulación de una significancia que sólo se sostiene por el renovado pacto entre seres que se necesitan profunda y recíprocamente, aunque lo disimulen.
Pues constituye, en efecto, el caudal sintáctico-semántico-pragmático donde las experiencias singulares se amoldan a las coordenadas básicas de tiempo, espacio y distancia, volviéndose digeribles por los otros.
Allí se codifica lo previsible; de donde su connaturalidad con lo institucional, que se mantiene merced a la dialéctica constante de encuentros y desencuentros, y estabiliza sentidos y gamas de lo esperable en el lecho común de las costumbres, frente a las heterogéneas formas de ser.
No se trata sólo de defensas que operan por mera exclusión de lo extraño, temido o insoportable, ni tampoco de una instancia radicalmente autónoma, ubicada más allá de la impregnación fantasmática de la realidad, sino de la administración de una simbólica asentada en lo razonable de Eros y en el control de los miedos, lo cual permite abrir la red personal a una convivencia vinculante.
Cabe entenderlo siguiendo el modelo de la elaboración secundaria de los sueños, que señala –a la vez– brotes ficcionales impensados y el trabajo sobre lo que retorna de lo reprimido para adecuarlo a la discursividad del conjunto, y por ende a la normativa equilibrante o superyoica que son su trama conectiva.
Es allí donde podemos situar la adquirida capacidad de análisis, producto nuevo de límites indiscernibles con la razón analítica y las sensibilidades de la “emocionalidad común” que las dominantes adaptativas y la condición de adulto sofocan.
EL TRIÁNGULO EPISTÉMICO
Es oportuno en el comienzo trazar un esquema que exprese el marco de fondo con que nos moveremos.
En él se integra lo hallado en el campo, lo reconstruido y las modulaciones de lo imposible14, que convergen en la gestación de la consistencia propia de los materiales y correlativamente de las verosimilitudes de nuestra clínica.
Allí se fundan procesos inferenciales específicos, que relacionan: repetición/ creación en el campo analítico - neurosis infantil - trama originaria de constitución del psiquismo.
En tal oficio de paciencia constatamos no sólo la viscosidad de los investimientos propios de cada analizando, sino el trasfondo imaginario/simbólico que insiste como marcas de lo genérico en lo singular de cada destino irrepetible.
Desde