Padres Fieles. Stuart Scott

Padres Fieles - Stuart Scott


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mando hoy, estarán sobre tu corazón.” Nuestros hijos deben ver a diario en nuestras vidas lo que queremos ver en las vidas de ellos. El Señor puede en el mismo momento darnos la gracia para impedir que les llamemos la atención de manera áspera y con palabras hirientes. Él puede seguir haciendo que crezcamos más y más en fidelidad para que traigamos gloria a él.

      Dios recibe todo el reconocimiento porque es solamente debido a la gracia de Dios que podemos renovar nuestras mentes y ser más como Dios. En otras palabras él recibe toda la gloria. La gloria de Dios abarca la manifestación de sus perfecciones maravillosas (a veces acompañadas de resplandor en las Escrituras, Ex. 33:18–23). Glorificar a Dios es darle el honor, literalmente “el peso” que le es merecido por sus perfecciones.7 La belleza de las perfecciones de Dios ha de ser reflejada en la vida de todo cristiano siendo obediente a su Palabra en el poder del Espíritu Santo. A la luz de lo que Dios ha hecho en nosotros por medio de Jesucristo, no hay algo, por común que sea, que no podamos hacer para la gloria de Dios. Nos gusta pensar en esto como el ser un “sacrificio vivo” para el Señor (Rom. 12:1). El apóstol Pablo explicó el significado de glorificar a Dios en términos claros y prácticos: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Cor. 10:31, énfasis añadido).

      Este “todo” incluye realizar fielmente las responsabilidades bíblicas de los padres. Los padres tienen dos responsabilidades principales hacia sus hijos, estas son: criarlos (1) en la disciplina del Señor y, (2) en la amonestación o instrucción del Señor.

      Responsabilidades Bíblicas Básicas de los Padres

      Padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor (Ef. 6:4)

      La palabra griega usada para expresar disciplina en este versículo es paideia, la cual lleva la idea básica de entrenar nuestra vida externa.8 Es un término amplio que abarca una orientación estructurada y un control, que sean bajo parámetros prácticos para la vida diaria, para estimular, redargüir, o reprender (debido a desobediencia y/o actitudes pecaminosos y por supuesto, como sea apropiado según la edad del niño o de la niña.)

      Por otro lado, amonestación o instrucción es la palabra griega nouthesia, la cual significa “poner o fijar en la mente.”9 Aquí la idea está dirigida a nuestra mente interna/nuestro corazón. Los padres han de instruir a sus hijos (tan fielmente como les sea posible), a pensar bíblicamente en cuanto a Dios, el hombre, Satanás el mundo y la vida.

      Por ejemplo, debemos enseñar a nuestros hijos en cuanto a lo que significa temer y amar a Dios (Prov. 1:7 y Mat. 22:37–40). Ellos necesitan entender que la prioridad de la vida es una relación con Dios. Que vivan en un hogar cristiano servirá para ayudarles a honrar y respetar a un Dios digno, para fomentar un deleite sincero y una lealtad a él. En la medida en que usted demuestre que ama a Dios con todo su corazón, será más fácil encontrar ejemplos de la fidelidad de Dios y de darle el amor y el honor que él merece.

      Cuando los padres instruyen y disciplinan a sus hijos no deben provocarlos a ira. Este principio se expresa de una manera un poco diferente en Colosenses 3.

      Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten. (Col. 3:21)

      Todo padre tarde o temprano, ha provocado sin necesidad a su hijo pero este versículo se refiere a una actividad habitual, continua. Con frecuencia los padres son más grandes, fuertes y coordinados y saben más que sus hijos. Cuando este es el caso es fácil provocar a los hijos a airarse al exigir de ellos más de lo que los hijos son capaces de hacer. Los padres pueden provocar a sus hijos de otras maneras tales como el ser crueles, burlarse de sus hijos, reaccionar de manera áspera, reaccionar exageradamente al disciplinar a los hijos, retirar su amor, o al no expresar que los hijos les son motivo de alegría.10

      Las Escrituras son claras cuando tratan el tema de proteger a personas de quienes podríamos fácilmente aprovecharnos y eso incluye a los niños. En lugar de provocarlos a ira, los padres tienen dos obligaciones con sus hijos de criarlos en (1) la disciplina del Señor y (2) la amonestación del Señor.

      Los padres no son los únicos en la familia que pueden glorificar a Dios al ser fieles. Si el hijo, o la hija es un cristiano, él o ella también lo pueden hacer. A igual que sus padres, los hijos tienen dos responsabilidades bíblicas, básicas: (1) obedecer a sus padres, y (2) honrar a sus padres.

      Responsabilidades Bíblicas Básicas del Hijo

      “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.” (Ef. 6:1)

      Los hijos deben obedecer a sus padres excepto cuando le piden que peque. Encontramos el mandato obedeced a vuestros padres claramente declarado en Efesios 6:1, pero Dios lo cualifica. Ellos han de obedecer “porque esto es justo.” El Señor nunca pediría que pecaran y por supuesto, un padre tampoco lo debe pedir. Además, Hechos 5:28–29 deja en claro que quienes son autoridad no tienen el derecho de exigirles que pequen a quienes están bajo su autoridad. Pedro explicó esto a sus propias autoridades diciendo que era “¡necesario obedecer a Dios antes que a los hombres!” cuando la exigencia de un gobernante iba en contra de lo que Dios exigía. Dios siempre es la autoridad suprema.

      La palabra griega que expresa “obedecer” es hupakouo.11 Esta es una palabra que se compone de hupa (“estar debajo”) y akouo (“dar atención” o “escuchar”). Nuestra palabra “acústica”, deriva de akouo. La acústica es todo aquello “relacionado con el sentido o los órganos de audición, al sonido, o a la ciencia de los sonidos.”12 Por lo tanto, la responsabilidad del hijo es escuchar, akouo, la instrucción de sus padres con la intención de obedecer. La razón de esto es que el hijo está bajo, hupa, la autoridad de sus padres.

      La obediencia conduce de manera lógica a la segunda responsabilidad básica del hijo.

      “Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.” (Ef. 6:2–3)

      Cuando se entregó este mandamiento incluía una promesa maravillosa de largura de vida. Según obedecía el hijo podría vivir bien y durante más tiempo, especialmente en vista de que la rebelión resultaba en apedreamiento.

      En su carta a los Efesios, Dios a través de Pablo resalta lo importante y beneficioso que es para un hijo que honre a sus padres. En verdad, un hijo honra a sus padres cuando les habla y habla de ellos de una manera amable y respetuosa y cuando busca someterse a la autoridad de sus padres mientras vive en su casa.

      Hasta este punto hemos visto que los hijos están bajo la autoridad de sus padres y los hijos tienen dos responsabilidades: (1) obedecer a sus padres y (2) honrar a sus padres. También hemos visto que para la gloria de Dios y por su gracia los padres pueden cumplir fielmente las dos responsabilidades básicas que tienen: (1) disciplinar a sus hijos y (2) instruirlos en las cosas concernientes al Señor.

      Nuestra Esperanza

      Cada hijo que Dios nos da es una bendición especial de él. No solo nos bendice con el hijo sino también con la promesa que cuando necesitamos ayuda, podemos siempre “acercarnos con confianza al trono de la gracia para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Heb. 4:16). Dios ha prometido que él es “fiel y no [nos] dejará ser tentados más allá de lo que [podemos] resistir . . .” (1 Cor. 10:13).

      Tenemos una gran esperanza tanto en la provisión diaria de la gracia de Dios como en la ayuda que hay para nosotros en la Palabra de Dios. La Biblia “se escribió para nuestra instrucción a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza” (Rom. 15:4). Recientemente hubo un comercial de televisión que declaraba que “los hijos no llegan con un manual de instrucciones.” Pues sencillamente eso no es verdad. La Biblia sí nos dice lo que tenemos que saber y Dios nos dará ayuda sobrenatural para poder ser fieles a la Palabra de Dios.

      Conclusión

      Hay personas que creen que los hijos no son una bendición y buscan como “devolver la mercancía”. Pero los hijos sí son en verdad, una bendición maravillosa. Otros creen que los hijos


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