Manual profesional del masaje. Jesús Vázquez Gallego

Manual profesional del masaje - Jesús Vázquez Gallego


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físico. Entre otros remedios empleaba con sus enfermos el ejercicio físico, unciones y fricciones.

      Plinio, cuyo nombre era Cayo Plinio Segundo o Plinio el Viejo (años 23-79), escribió una amplia enciclopedia, cuyo ejemplar fue publicado en Venecia el año 1489, que contenía todos los saberes de su tiempo, que abarcaban física, astronomía, botánica, zoología y medicina, y que, a pesar de contener numerosos errores y prácticas supercheriles y exotéricas, dejó constancia de técnicas manuales para el tratamiento de ciertas enfermedades.

      Galeno, nacido en Pérgamo (actual Bergama, Turquía, 131-201? o 216?), ejerció la medicina en Esmirna, Corintio y Alejandría. Regreso a Pérgamo en 157. Finalmente en 162 se traslada definitivamente a Roma llegando a ser médico de los emperadores: Marco Aurelio, quien lo nombró médico de la corte imperial, Lucio Vero, Cómodo y Septimio Severo. Contribuyó de forma notoria a importantes avances del saber médico de la época. Desgraciadamente muchos de sus escritos se perdieron en un incendio (año 191), aunque llegó a escribir más de 400 obras. Sus conocimientos y enseñanzas continuaron vigentes durante toda la Edad Media, el Renacimiento e incluso en la Edad Moderna. Galeno utilizaba el masaje para favorecer y relajar la musculatura de los gladiadores. En una de sus obras escritas, Gimnástica, establece diversas pautas con nociones claras y concisas de diversas maniobras de masaje y el ejercicio con fines curativos. Su avanzado estudio de la anatomía y del masaje (en las pocas obras que se conservan) lo llevaron a realizar varias clasificaciones desde el punto de vista cualitativo y cuantitativo.

      En esta época el masaje siempre era aplicado con aceites y esencias. Era creencia generalizada que los efectos terapéuticos eran debidos a estas sustancias y al ejercicio físico y no a las maniobras manuales (Platón, Sócrates, Plinio, Plutarco).

      Como ya indicábamos anteriormente, todas las técnicas de masaje ven su decadencia con la caída del Imperio Romano, decadencia que se prolongó hasta bien avanzada la Edad Media. Aquí tienen un papel importante varios hechos. El primero de ellos es el predominio de la religión cristiana. Otro factor importante es la degradación de las técnicas masoterápicas en detrimento de manipulaciones más o menos eróticas, muy emparejadas al libertinaje que vivía en aquella época la sociedad romana, primero pagana y después cristiana. Los valores cristianos se preocupan más por el alma, por el espíritu, dejando a un lado la salud y el cuerpo. Y por añadidura, la aplicación de estos métodos cae en manos de charlatanes y oportunistas que desacreditan todavía más su empleo como remedio terapéutico.

      A pesar de la división del Imperio Romano, sobrevive la tradición hipocrático-galénica que se continúa en la medicina bizantina (siglos IV al VII), donde médicos como Zenón de Chipre, Oribasio, Alejandro de Tralles de la famosa “Escuela de Alejandría”, Herófilo, Erasístrato y otros continúan las prácticas de la medicina natural y, entre ellas, los masajes.

      Entre los años 450 y 600 se desarrolla en Japón la medicina a partir de la medicina tradicional coreana y china, y basada en los meridianos, las presiones y el masaje chino.

      Siguiendo cronológicamente con la evolución histórica de los tratamientos manuales, llegamos al mundo árabe, en el que forzosamente hemos de destacar como figura fundamental al médico Avicena, continuador en cierto modo de la medicina hipocrática y galénica.

      Avicena, (Abu Ali Al-Hussayn Ibn Sina) médico musulmán (930-1037), fue un fiel seguidor de la medicina galénica. Perpetúa la tradición del masaje, describe sus cualidades y establece ya unas indicaciones bastante precisas para la aplicación de las distintas técnicas para diversas patologías, así como el ejercicio físico. En su famosa obra Canon publicada hacia el año 1030, que fue la obra médica islámica más importante, Avicena escribe: “El objeto del masaje es dispersar los catabolitos formados en los músculos y no eliminados por el ejercicio, ya que la función restauradora después del ejercicio produce descanso” (fig. 2.3).

      Otro médico y cirujano árabe andaluz, Abul Qasin Khalaf ibn al-Abbas al-Zahravi, conocido como Abulcasis (Córdoba 936-1013), escribió un tratado de 30 tomos, el Al-Tasrif, que llegó a ser traducido a todas las lenguas cultas de la época. En él se refirió al masaje en diversos pasajes. Utilizó también las férulas, el yeso (introducido por el médico persa Rhazés, 850-923) y los vendajes fenestrados. Tanto Avicena como Abulcasis siguieron la tradición clásica, que actualizaron. Conocían las obras de Hipócrates, Aristóteles, Galeno, Paulo de Egina, Erasístrato y otros médicos del mundo grecorromano, las cuales habían sido traducidas siglos antes al árabe en Bagdad.

      Averroes (Córdoba, 1126-Marruecos, 1198), que estudió medicina, derecho y filosofía, dejó una importante obra escrita sobre estas materias. Destaca para nosotros El libro de las generalidades de la medicina. En la parte del libro dedicada a la conservación de la salud, describe la utilidad del masaje, la acción, los efectos y seis tipos de masaje: “Los tres cualitativos son fuerte, suave y moderado, y los tres cuantitativos son frecuente, poco e intermedio”. Recomienda el masaje después del ejercicio, así como la técnica a emplear: “Este masaje se debe hacer con rapidez, en lo que sea posible, como dice Galeno, las manos deben actuar sobre todo el cuerpo. Se debe emplear en él aceite de oliva de buena calidad”.

      En la Edad Media las técnicas de masaje siguen en desgracia como consecuencia del predominio del cristianismo, al considerar estos y otros contactos corporales como pecaminosos. Esta circunstancia supone un retraso en todos los avances científicos, pero muy especialmente en la utilización de la terapia física manual, que es usada únicamente por brujos, curanderos y magos. Es la época de florecimiento de la alquimia, practicada por árabes –de los que procede el nombre– y europeos.

      Figura 2.3. Avicena

      En el Renacimiento (finales siglo XV, principios XVI) surge la preocupación de las gentes por revisar los tratados antiguos. El mundo científico de la época, pero especialmente el médico, vuelve la mirada hacia atrás. Consecuencia de esta tendencia es que diversos sabios y estudiosos revisan aquellas técnicas olvidadas que se utilizaron en la Antigüedad clásica griega y romana, entre ellas la anatomía (Vesalio), el masaje y la actividad física como medidas curativas de diversas enfermedades y para el fortalecimiento corporal.

      Así, dentro del denominado “fenómeno humanista médico”, se revisan entre otras cosas las recomendaciones que hicieron Hipócrates, Asclepiades, Galeno, Avicena y otros, como es el caso de los escritos de Antonio Gazio (de Padua). En este momento todavía se sigue considerando en conjunto las fricciones y el ejercicio como un medio curativo. Aún no se lo denomina masaje, si bien es clara una vuelta a la tradición y los remedios médicos de las antiguas Grecia y Roma. La corriente helenista influye poderosamente en la terminología médica, aunque la palabra masaje no aparece todavía.

      Paracelso (Teofrastus Bombastus von Hohenheim, Suiza 1493-1541), formado en la Universidad de Basilea, fue un controvertido médico que rebatió en numerosas ocasiones las teorías de Galeno y Avicena, cuyas obras quemó públicamente. Introdujo la utilización de numerosos medicamentos, habló del líquido sinovial, descubrió las características de muchas enfermedades (sífilis, bocio), fue alquimista, escribió un importante tratado: La gran cirugía y empleó medicinas naturales y las técnicas manuales para distintas enfermedades del sistema locomotor. Introdujo el drenaje y la antisepsia. Escribió más de catorce volúmenes de medicina, naturismo y filosofía. Precursor de la homeopatía: “lo símil se cura con lo símil”. Utilizó las aguas balnearias. Basándose en prácticas alquimistas, se le puede considerar uno de los fundadores de la farmacología.

      Un texto de Leonard Fuschsio habla de la apoterapia, el ejercicio y el masaje; el movimiento y el descanso. Fue seguidor de Hipócrates.

      En el siglo XVI Ambroise Paré (1517-1590), nacido en Laval (Francia), primero barbero y después cirujano, formado en el hospital “Hotel Dieu” de París, fue


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