De la deconstrucción a la confección de lo humano. Oscar Nicasio Lagunes López

De la deconstrucción a la confección de lo humano - Oscar Nicasio Lagunes López


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de una ilusión”.33 En consonancia con sus ideas juveniles antes expuestas, Nietzsche da por sentado el carácter irreal de la verdad y afirma, en contra, que “el arte tiene más valor que la verdad”.34 En su comentario, Heidegger abunda que la objeción inmediata que se antoja referir a Nietzsche, rezaría: “también la frase de Nietzsche sobre la verdad es una ilusión y, por lo tanto, no precisamos seguir ocupándonos de él”; pues bien, prosigue Heidegger, a dicha frase “los artificios refutativos de la mera sagacidad no sólo no la conmueven, sino que ni siquiera la tocan”,35 antes bien, remite a un fundamento que “exige que se ahonde en él de manera más profunda”,36 y que pone a la metafísica de Nietzsche en conexión de prosecución y liquidación de la metafísica que se inició con Heráclito.

      Dicho fundamento secreto, oculto en el pensar de Nietzsche, se va mostrando cuando se mira a otras sentencias similares del filósofo: “la verdad es la especie de error sin la cual una determinada especie de seres vivientes no podría vivir”.37 Con esta última frase, abunda Heidegger, se entra de lleno en la temática nietzscheana de la verdad como valor. Y es aquí justamente, en el ámbito del tener por verdadero algo, donde se halla la respuesta de Nietzsche a la pregunta por la esencia de la verdad. A continuación, el texto que Heidegger cita:

      La estimación de valor ‘creo que esto y esto es así’ como esencia de la “verdad”. En las estimaciones de valor se expresan condiciones de conservación y crecimiento. Todos nuestros sentidos y órganos de conocimiento están desarrollados exclusivamente en referencia a condiciones de conservación y crecimiento. La confianza en la razón y sus categorías, en la dialéctica, o sea la estimación de valor de la lógica, sólo demuestra su utilidad para la vida demostrada por la experiencia: no su “verdad”.

      Que tenga que haber una serie de creencias; que esté permitido juzgar; que falte la duda respecto de todos los valores esenciales: esto es presupuesto de todo lo viviente y de su vida. O sea que es necesario que algo tenga que ser tenido por verdadero, no que algo sea verdadero.38

      Heidegger explica el párrafo haciendo hincapié en que el giro de lo epistémico a lo volitivo lo da aquí el pensamiento occidental, al asumir la problemática de la esencia de la verdad dentro del tema de la voluntad de poder.39 Y el núcleo de la convicción de Nietzsche se halla en la dislocación existente entre “tener por verdadero” y “mundo en devenir”. Y precisamente porque, según Nietzsche, el mundo real es un mundo en devenir, la verdad es un error, una ilusión y, a fin de cuentas, un saber aparente. Justo, pues, lo contrario de lo que la metafísica occidental siempre quiso. De esta manera, la pretendida adaequatio medieval o la ομοιωσις clásica quedan aquí rebasadas por el flujo continuo del devenir del mundo. De cara a la inestabilidad superante del devenir del mundo, el hombre hace una estimación de valor y establece una creencia: “tener a esto y esto por algo que es de tal y cual modo”.40 El conocer es un creer, tener por verdadero algo.41

      Ahora bien, en el texto antes citado, Nietzsche aclara que dicha estimación de valor la realiza el ser humano en función de la conservación y aumento de la vida misma; eso que él llama entonces verdad es, más que verdad objetiva pura o meramente epistémica, una verdad-para la vida. Heidegger lo dice así:

      La verdad y la captación de la verdad no sólo están al servicio de la ‘vida’ en cuanto a su uso y su aplicación, sino que su propia esencia y el modo en que surgen, y por consiguiente también el modo en que se llevan a cabo, son impulsados y dirigidos desde la ‘vida’.42

      Entonces, lo que aquí Nietzsche está defendiendo es la concepción del ser mismo del conocimiento, y de su ejercicio concreto, como un acto interesado que la vida despliega a través de las facultades del sujeto. Aparece, pues, una primera versión del binomio activo conocimiento e interés. Aunque en la perspectiva de Nietzsche no son sino una y la misma cosa, todo conocimiento es en sí mismo interesado o, el interés de la vida por auto-conservarse y auto-incrementarse es cognitivo.

      Prosiguiendo este desarrollo, el párrafo de Nietzsche, citado anteriormente, añade que precisamente porque requerimos “ser estables en nuestras creencias para poder prosperar, lo hemos convertido en que el mundo ‘verdadero’ no es un mundo cambiante y en devenir, sino un mundo que es”.43 Y por esta necesidad básica, la vida misma pone valores o, con más exactitud, dispone valores en orden a la conservación y aumento de sí misma. Por esta razón, Heidegger comenta que a eso se debe que la vida “implante una creencia de ese tipo en algo a lo que se atendrá, de manera estable y en toda ocasión”.44 Como se ve, la vida, que es en sí cognitiva, parcializa la realidad y toma a cuenta partes de la misma que le interesan. En suma, lo que la tradición llamó ente, como exterior y objetivo, asume aquí otro matiz radical: “ente quiere decir lo tomado como consistente y fijo… y así asegurar la existencia consistente de la vida misma.”45

      Al final de este recorrido puede comprenderse el enfoque de Nietzsche: la “verdad” es la ilusión de que algo es consistente y fijo en el continuo devenir del mundo. Importa resaltar cómo Nietzsche siempre pone la palabra verdad entre comillas, ya que con ello quiere destacar que “no puede ser lo más elevado de la vida porque niega el carácter vital de la misma, su querer ir más allá de sí, su devenir”.46 Abundando en este aspecto, Heidegger añade una aclaración medular:

      Nietzsche expresa con frecuencia este pensamiento de un modo extremo y exagerado en forma sumamente equívoca: «no hay verdad» (n. 616). Pero también aquí escribe verdad entre comillas. Esta ‘verdad’ es, por su esencia, una ‘ilusión’, más en cuanto tal ilusión es una condición necesaria de la ‘vida’. ¿Pero entonces hay «verdad»? Ciertamente, y Nietzsche sería el último en querer negarlo. Con ello, su sentencia de que no hay «verdad» dice algo más esencial: que la verdad no puede ser lo primaria y propiamente determinante.47

      Así pues, toda esta meditación conduce a la conclusión nietzscheana, muy presente en sus últimos años de lucidez, de que “lo verdadero no puede ser el valor supremo”,48 ya que dicho sitio lo ocupa, por primacía, la vida misma del sujeto cognoscente. De ahí la frase de Nietzsche: “no ‘conocer’, sino esquematizar, imponer al caos regularidad y formas suficientes de manera que satisfaga nuestra necesidad práctica”.49 Aparece aquí con claridad un criterio pragmático de verdad que conecta al conocimiento con la satisfacción y conservación de la propia vida.50 Por su parte, Heidegger destaca también que Nietzsche ha vuelto a entrecomillar el término conocimiento,51 al igual que lo ha hecho con el término verdad, indicando así que lo que el conocimiento enfrenta es el caos real, mismo al que le pone orden bajo la forma de verdad, y así puede regular el hombre su comportamiento práctico.

      Ahora bien, Nietzsche ha declarado que, de cara a la vida, la verdad no es el valor supremo, sino sólo aquello que fomente, cuide y aumente la vida: el arte. La razón de esta sustitución está, en opinión de Heidegger, en que: “El arte no copia lo que está allí delante ni lo explica desde otra cosa que esté allí delante, sino que transfigura la vida, la eleva a posibilidades superiores, aún no vividas, que no están suspendidas ‘por encima’ de la vida, sino que, por el contrario, la despiertan nuevamente desde ella misma a su estado de vigilia.”52

      Inspirado por estos textos, Heidegger completa por su cuenta: “El arte es así el experimentar creador de lo que deviene, de la vida misma, y también la filosofía —pensada de modo metafísico, no estético— no es, en cuanto pensar pensante, otra cosa que ‘arte’”. Y la razón de este ensalzamiento del arte estriba en que éste “llega más cerca de lo real, de lo que deviene, de la ‘vida’, que lo verdadero, lo que ha sido fijado e inmovilizado.”53

      Al respecto, aclara más adelante Heidegger, se ha prejuzgado a menudo que Nietzsche lucha contra la ciencia en favor de la vida, “mientras que, en verdad, lucha en favor del saber en honor de la ‘vida’ originariamente comprendida y de su meditación… (y esto sólo se entenderá cuando


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