De la deconstrucción a la confección de lo humano. Oscar Nicasio Lagunes López

De la deconstrucción a la confección de lo humano - Oscar Nicasio Lagunes López


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la mitología griega se da otra explicación: la dualidad es la consecuencia de un castigo. El Banquete de Platón se dedica completamente al tema del amor y el núcleo lo constituye el conocido mito relatado por Aristófanes:

      Pero, primero, es preciso que conozcáis la naturaleza humana y las modificaciones que ha sufrido, ya que nuestra antigua naturaleza no era la misma de ahora, sino diferente. […] la forma de cada persona era redonda en su totalidad, con la espalda y los costados en forma de círculo. Tenía cuatro manos, mismo número de pies que de manos y dos rostros perfectamente iguales sobre un cuello circular. Y sobre estos dos rostros, situados en direcciones opuestas, una sola cabeza, y además cuatro orejas, dos órganos sexuales y todo lo demás como puede imaginarse a tenor de lo dicho. Caminaba también recto como ahora, en cualquiera de las dos direcciones que quisiera […] Eran también extraordinarios en fuerza y en vigor y tenían un inmenso orgullo, hasta el punto de que conspiraron contra los dioses. Y lo que dice Homero de Esfialtes y de Oto se dice también de ellos: que intentaron subir hasta el cielo para atacar a los dioses. Entonces, Zeus y los demás dioses deliberaban sobre qué debían hacer con ellos y no encontraban solución. Porque no podían matarlos y exterminar su linaje, fulminándolos con el rayo como a los gigantes, pues entonces se les habrían esfumado también los honores y sacrificios que reciben de parte de los hombres, ni podían permitirles tampoco seguir siendo insolentes.

      Tras pensarlo detenidamente dijo, al fin, Zeus:

      Me parece que tengo el medio de cómo podrían seguir existiendo los hombres y, a la vez, cesar de su desenfreno haciéndolos más débiles. Ahora mismo, dijo, los cortaré en dos mitades a cada uno y de esta forma serán a la vez más débiles y más útiles para nosotros por ser más numerosos. Andarán rectos sobre dos piernas […]. Dicho esto, cortaba a cada individuo en dos mitades, como los que cortan las sebas y las ponen en conservas o como los que cortan los huevos con crines. Y al que iba cortando ordenaba a Apolo que volviera su rostro y la mitad de su cuello en dirección del corte, para que el hombre, al ver su propia división, se hiciera más moderado, ordenándole también curar lo demás. Entonces, Apolo volvía el rostro y, juntando la piel de todas partes en lo que ahora se llama vientre, como bolsas cerradas con cordel, la ataba haciendo un agujero en medio del vientre, lo que llaman precisamente ombligo. […] Así pues, una vez que fue seccionada en dos la forma original, añorando cada uno su propia mitad se juntaban con ella y rodeándose con las manos y entrelazándose unos con otros, deseosos de unirse en una sola naturaleza, morían de hambre y de absoluta inacción, por no querer hacer nada separados unos de otros. Y cada vez que moría una de las dos mitades y quedaba la otra, la que quedaba buscaba otra […]. Desde hace tanto tiempo, pues, es el amor de los unos a los otros innato en los hombres y restaurador de la antigua naturaleza, que intenta hacer uno solo de dos y sanar la naturaleza humana. Por tanto, cada uno de nosotros es un símbolo de hombre, al haber quedado seccionado en dos de uno solo, como los lenguados. Por esta razón, precisamente, cada uno está buscando siempre su propio símbolo.22

      El mito resuelve así el hecho de la dualidad sexual. La heterosexualidad no contradice la identidad fundamental; si, por una parte, el dato biológico constituye el punto de partida de la diferenciación sexual, por otra parte, muestra la identidad constitutiva de ambos sexos: individuos de la misma naturaleza. “La connotación sexual de cada sujeto atañe no ya a la naturaleza humana que es una e idéntica en cada uno, sino a la caracterización en dos modalidades fundamentales distintivas de su ser, la de la masculinidad y la de la feminidad, que constituyen los dos polos sexuados que fundan lo humano”.23 La identidad de la persona no es sólo biología; implica también la dimensión psicológica y espiritual; pero para entenderla no se puede ignorar la dimensión biológica.

       Diferencias genético-biológicas: el sexo biológico

      Desde el punto de vista de la ciencia biológica,24 pertenecer al sexo masculino o femenino está determinado, desde la concepción, por factores genéticos, gonádicos, hormonales y morfológicos. En biología se habla de:

      Sexo cromosómico. Éste se constituye por la presencia o ausencia del cromosoma Y en el patrimonio genético del individuo. El sexo femenino, además de otros 44 cromosomas, está determinado por dos cromosomas iguales, que se indican con la letra X; en la especie humana, la mujer se constituye con la fórmula 44+XX. El sexo masculino, además de los otros 44 cromosomas tiene un cromosoma igual a la X de la mujer y otro diverso indicado por la letra Y. “El sexo nace antes que nosotros. Hemos sido varones o mujeres desde el día de la concepción y lo hemos sido de modo irreversible. El desarrollo hormonal, la centralización neurológica, el ciclo fisiológico y la configuración morfológica de nuestra sexualidad no son sino fenómenos subsiguientes, pero también consecuentes, al fenómeno de la determinación genética del sexo”.25

      Sexo gonádico. El sexo cromosómico orienta el desarrollo de las gónadas en sentido masculino (testículos) o femenino (ovarios). El cromosoma Y o X activa algunos genes que dan origen a la diferenciación de las gónadas. El crecimiento y diferenciación de las glándulas sexuales se realiza sucesivamente sobre una base de tejidos diferentes, bajo la influencia de genes encargados del mecanismo de diferenciación gonádica en sentido masculino o femenino. El sexo gonádico está, por lo tanto, basado en las características histológicas de las gónadas: el varón posee tejido testicular, la mujer posee tejido ovárico. Las gónadas producen células germinales aptas para la reproducción; los espermatozoides para el varón y los óvulos para la mujer. Las gónadas, además, producen determinadas hormonas que influyen en la sucesiva formación y fisiología de los órganos genitales, lo que hace hablar de sexo hormonal, es decir, la testosterona producida por los testículos, y los estrógenos y progesterona producidos por los ovarios.

      Sexo ductal. Está formado sobre la base de los genes y las gónadas; en el varón se compone del epidídimo, conductos deferentes, vesículas seminales, próstata, glándulas bulbouretrales y parte de la uretra. En la mujer comprende el útero, trompas de Falopio y parte de la vagina.

      Sexo fenotípico o genital. Está determinado por las características anatómicas en el nivel de genitales externos. Mientras el sexo interno (cromosómico y gonádico) deriva de las estructuras diversas en los dos sexos, los genitales externos tienen un esbozo embrionario común, que después, bajo el influjo genético y de las hormonas sexuales masculinas y femeninas, se desarrolla de modo diferente: glande, pene y escroto en el varón; clítoris, pequeños y grandes labios (que forman la vulva) en la mujer. Sobre la base de este nivel de referencia se da, en el momento del nacimiento, la atribución legal y social del sexo.26 El desarrollo sucesivo lleva, en la pubertad y en la madurez, al crecimiento de los órganos sexuales internos y externos según las características propias de cada uno de los dos sexos.

      Diferencias genético-biológicas. Sobre la base de estas precisiones terminológicas y conceptuales, se puede decir que el individuo crece y se desarrolla a partir del patrimonio genético, bajo la acción de sustancias excitantes e inhibidoras, llamadas hormonas. En la formación del organismo, respectivamente masculino o femenino, tienen importancia fundamental las hormonas sexuales producidas por las gónadas testicular u ovárica, que a su vez dependen de los genes X y Y. En condiciones normales, el organismo se plasma en sus componentes genéticos, anatómicos, morfológicos y fisiológicos de modo diverso y complementario. El femenino de manera que sea un día apto a todas las funciones de la maternidad. El masculino para desarrollar las funciones de la paternidad. La diversidad-complementariedad atañe, por lo tanto, dos caracteres cromosómicos (presencia de X o Y en la última pareja de cromosomas), y caracteres endocrino-neurológicos, los caracteres fenotípicos y los fisiológicos.

      Desde el punto de vista anatómico-morfológico, la diferenciación se refiere a los órganos genitales y la forma general del cuerpo. Además de las diferencias estrictamente conectadas a los órganos de reproducción, se dan las morfológicas generales: estatura, esqueleto, piel, pelo, etc. Alexis Carrel, autor del célebre libro La incógnita del hombre, en relación con el problema femenino, escribe:

      Las diferencias que existen entre el hombre y la mujer no provienen


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