De la deconstrucción a la confección de lo humano. Oscar Nicasio Lagunes López
de la totalidad de la persona. Porque el hombre no es la mujer, porque el uno no es igual al otro, en cuanto que no tiene las características correlativas del otro, cada uno debe ponerse frente al otro como un “tú”. Ahora bien, el “tú” dice siempre relación al “Yo” y viceversa. En la unión conyugal, cada uno se pone en el otro, se dona a sí mismo al otro y, por esta donación recíproca, el uno hace ser al otro, da valor al otro, realiza y perfecciona al otro. Por este recíproco ser en el otro cada uno en sí, los elementos de la realización conyugal, es decir, las dos personas sexuadas, llegan a ser una sola cosa, el unum de lo humano, realizando el “hagamos al hombre” del Génesis, entendido como unidad totalidad del “varón y mujer los creó”.
En este contexto, la dualidad sexual adquiere un significado diverso:
La distinción sexual, que aparece como una determinación del ser humano, supone diferencia, pero en igualdad de naturaleza y dignidad. La persona humana, por su íntima naturaleza, exige una relación de alteridad que implica una reciprocidad de amor. Los sexos son complementarios: iguales y distintos al mismo tiempo; no idénticos, pero sí iguales en dignidad personal, son semejantes para entenderse, diferentes para completarse recíprocamente.49
La estructura propia del ser humano es la dualidad para la unidad. Nacidos diversos como hombre y como mujer, han nacido para la unidad, y es precisamente a través de la propia identidad masculina o femenina que esta unidad se realiza.
La feminidad realiza lo “humano” tanto como la masculinidad, pero con una modulación diversa y complementaria. […] Feminidad y masculinidad son entre sí complementarias, no sólo desde el punto de vista físico y psíquico, sino ontológico. Sólo gracias a la dualidad de lo “masculino” y de lo “femenino” lo “humano” se realiza plenamente.50
CONCLUSIÓN
En el análisis presentado he realizado una argumentación racional, basada en los datos biológicos y psicológicos que tenemos a disposición, dentro de una visión integral de la persona. Para poder dialogar con personas ajenas a argumentaciones inspiradas en concepciones religiosas, me parece que este modo de proceder es el adecuado. Quiero terminar con un texto del Papa Francisco, que sigue esta misma línea de argumentación, racional, pero que se presenta como una llamada de atención seria para la fe católica fundada en el dato primordial del Génesis: “Varón y mujer los creó”. Sin esta identidad humana fundamental, ninguna evangelización es posible.
Otro desafío surge de diversas formas de una ideología, genéricamente llamada gender, ‘que niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Ésta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva, radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer. La identidad humana viene determinada por una opción individualista, que también cambia con el tiempo’. Es inquietante que algunas ideologías de este tipo, que pretenden responder a ciertas aspiraciones a veces comprensibles, procuren imponerse como un pensamiento único que determine incluso la educación de los niños. No hay que ignorar que ‘el sexo biológico (sex) y el papel sociocultural del sexo (gender), se pueden distinguir pero no separar’.51
Como el Papa dice en el mismo número, “el reto hoy día no es defender una fe o una moral, sino custodiar nuestra humanidad”. No caigamos en el pecado de pretender sustituir al Creador. Somos creaturas, no somos omnipotentes. Lo creado nos precede y debe ser recibido como don. Al mismo tiempo, estamos llamados a custodiar nuestra humanidad, y eso significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada.52
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