Embarazo, parto y primer año de vida. Leopoldo Filkenstein

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ideado y escrito de manera accesible y con información actualizada.

      ¡Esperamos le sea de utilidad!

      CAPÍTULO 1

      Antes de concebir

      Es bastante común que una mujer se embarace sin una planificación adecuada o sin que haya un deseo de su parte. En estos casos, el hecho simplemente se impone y queda actuar de la mejor y más saludable forma tanto para la criatura como para los progenitores.

      Mucho mejor es, por cierto, que el embarazo sea producto de una decisión previa, un hecho previsto y buscado de manera consciente. Una de las grandes ventajas de esta decisión es que permite comenzar el proceso de la maternidad tomando algunos recaudos, anteriores a la concepción, que lo harán más seguro y saludable.

      Para ejemplificar de una manera simple, podemos decir que usted podrá empezar a tomar ácido fólico desde antes de concebir a su hijo y así minimizar la probabilidad de que sufra de ciertos defectos neurológicos. O, en el caso de ser fumadora, podrá abandonar tan nocivo hábito con tiempo, de modo que no llegue a dañar al bebé. Éstas y otras cuestiones son las que abordaremos en nuestro capítulo inicial.

      Tal como su nombre lo indica, es la consulta que se efectúa antes de la concepción. La importancia de esta consulta consiste en recurrir a un profesional médico que pueda evaluar el estado de salud de la futura madre, reuniendo la mayor cantidad de información posible, y así poder tomar medidas preventivas en caso de que sean necesarias. El embarazo supone un esfuerzo tremendo para el organismo y lo óptimo (tanto para usted como para su bebé) es que éste se encuentre en el mejor estado posible para sobrellevarlo. Asimismo, la consulta preconcepcional será un buen momento para que usted evacue las dudas que tenga al respecto de la maternidad y comience a vislumbrar cuáles son las mejores condiciones para que ocurra el embarazo y el parto de su pequeño.

      ¿En qué consiste una consulta preconcepcional, qué tipo de información se recaba? ¿Qué clase de datos se solicitan? No hay una única forma de realizarla (de hecho, varía de profesional en profesional) pero sí hay una serie de puntos ineludibles a indagar. Ellos son:

      • Antecedentes familiares de la pareja: se trata de averiguar si hay o hubo casos de diabetes, asma bronquial, hipertensión arterial, antecedentes de embarazos múltiples (mellizos, etc.), epilepsia, anomalías congénitas, anemias crónicas, enfermedades ginecológicas, endocrinológicas o cardíacas, etc.

      • Historia clínica familiar: un dato importantísimo lo constituye la existencia de antecedentes de enfermedades genéticas o cromosómicas en la familia cercana, tanto suya como del futuro padre. Si la respuesta es afirmativa, le aconsejarán una consulta genética con un especialista para evaluar si hay riesgo de que el bebé también la desarrolle.

      • Historia clínica personal: enfermedades sufridas durante la infancia, presencia de enfermedades crónicas actuales, intolerancia o alergia a medicamentos, etc.

      • Cirugías: las que haya tenido deberán ser avisadas al profesional.

      • Antecedentes de traumatismos y fracturas: en caso de que haya tenido alguno deberá comunicarlo.

      • Relevamiento ginecológico: fecha de la primera menstruación, ritmo menstrual, métodos anticonceptivos utilizados hasta la fecha, infecciones ginecológicas, presencia actual de flujo vaginal, abortos, etc.

      • Número de embarazo: será fundamental tomar nota de cómo fue el anterior o los anteriores en caso de que los haya habido: cuánto duró, si tuvo algún tipo de inconveniente, etc.

      • Vacunas: todas las que haya recibido desde su infancia hasta el momento del embarazo.

      • Estilo de vida: cómo se compone su dieta, si ingiere alcohol, fuma o consume algún tipo de droga o medicamento con regularidad, cuántas horas acostumbra a dormir por noche, registra conductas de riesgo tales como tener más de un compañero sexual, etc.

      • Enfermedades crónicas: otro tema importantísimo ya que por lo menos dos de ellas: la hipertensión arterial (presión alta) y la diabetes (exceso de azúcar en la sangre) deberán estar estabilizadas al momento de la concepción.

      Es muy probable (y deseable) que usted salga de la consulta preconcepcional con una serie de órdenes para realizarse algunos análisis (sangre, orina y Papanicolau, básicamente) así como también con una prescripción para que tome un suplemento nutricional de ácido fólico y posiblemente hierro, minerales fundamentales en el período de gestación y que el cuerpo suele no tener en dosis adecuadas. También es posible que le indiquen la toma de un multivitamínico.

      Seguramente usted ya es consciente de la importancia de seguir una dieta equilibrada y saludable. Pero, en caso de no serlo, tener planeado quedar embarazada es una excelente circunstancia para sanear sus hábitos alimenticios. Dos razones son fundamentales. La primera es que una buena alimentación tiene efectos positivos sobre la fertilidad. La segunda es que asegura que tanto usted como su bebé tengan los nutrientes necesarios. Por eso, si tiene planeado quedar encinta, es bueno que revise su alimentación y comience a descartar alimentos nocivos y a incorporar aquellos otros que son por demás necesarios durante la gestación. Para saber cuáles entran en cada uno de estos dos grupos antagónicos, le sugerimos consultar nuestro capítulo 5.

      Sin embargo, más allá de eso, existen tres factores vinculados con la alimentación a tener muy cuenta si usted piensa quedar embarazada. Ellos son: el peso, el hierro y el ácido fólico.

      • El peso

      Es importante conocerlo ya que tanto el sobrepeso como el hecho de estar significativamente por debajo del peso adecuado resultan inconvenientes a la hora de gestar un hijo. Existen varios métodos para que usted conozca su peso adecuado y deberá ser el médico quien lo compruebe para luego tomar una decisión al respecto, ya sea tanto bajar como subir de peso. En caso de sobrepeso lo mejor es hacerlo antes de la concepción, ya que nunca se debe hacer una dieta hipocalórica cuando se está gestando un niño.

      • El hierro

      Tanto el crecimiento del bebé como el aumento del volumen de sangre durante el embarazo requerirán que usted tenga buenos depósitos de hierro en su organismo. El médico le indicará cuáles son los estudios que deberá hacerse para chequear el estado de esas reservas en su cuerpo, así como también, en caso de que sean insuficientes, qué hacer para remediarlo. Pero, si usted está en plan de quedar embarazada, será importante que empiece a conocer y a incorporar en su dieta alimentos ricos en hierro. Para ello, nuevamente, le recomendamos ver nuestro capítulo 5.

      • El ácido fólico

      También conocido como folacina y folato, es parte del complejo vitamínico B y se trata de un nutriente esencial para las embarazadas ya que ayuda a prevenir malformaciones fetales relacionadas con el cerebro y la médula espinal. Algo fundamental al respecto es que sólo es verdaderamente útil en la prevención de estas malformaciones si se lo toma desde antes de la concepción y durante la primera etapa del embarazo. Por ello, es primordial que toda mujer que esté en plan de concebir, ingiera un suplemento nutricional de ácido fólico y que, una vez producido el embarazo, siga haciéndolo, siempre bajo supervisión médica. Los alimentos más ricos en este nutriente son: espinaca, acelga, espárragos, levadura, huevos, nueces, maní y legumbres.

      Si bien toda mejora que implemente la futura mamá en su vida repercutirá benéficamente en el bebé, más allá del tiempo en que sea implementada, lo cierto es que cuanto más temprano se instrumente, más beneficiado se verá el pequeño. Especialmente en lo vinculado a la ingesta de bebidas alcohólicas, tabaquismo


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