Las Ciencias Sociales. Omar Alejandro Bravo

Las Ciencias Sociales - Omar Alejandro Bravo


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      MEDITACIONES TEÓRICAS Y METODOLÓGICAS PARA EL ESTUDIO DE LOS PROCESOS HISTÓRICO-CULTURALES Antonio Padilla Arroyo, (MÉXICO)

      PRELUDIO

      ¿Cuáles son las herramientas teóricas y metodológicas de las que se vale el historiador para indagar en el pasado? ¿Acaso no supone una teoría de la historia, es decir, que le permite interrogarse en torno a la naturaleza del conocimiento histórico, del objeto de sus tribulaciones y sus cavilaciones, de la historia misma, de su condición de ciencia, disciplina o arte, y, por añadidura, de su orden ficción o realidad, de su categoría como relato y narración que organiza para hacer inteligible su materia? ¿La historia y la historiografía constituyen explicaciones o interpretaciones? ¿Son ambas cosas a la vez? ¿Acaso el historiador no parte de una idea de sociedad en que vive y lo interroga? ¿No trasluce una idea de sí mismo y de su lugar social e individual en relación con la comunidad académica a la que se adscribe o intenta adscribirse? ¿Cuál es el peso de una y otra en su concepción y en la organización y el orden del pasado? Antes que todo quisiera apuntar una verdad de Perogrullo pero que sitúa la naturaleza y la complejidad de la construcción del conocimiento histórico. La finalidad de la historia es reconstruir el pasado, es decir, su objeto de estudio es el pasado o, para ser más preciso, es el estudio de las acciones humanas en el tiempo las cuales se despliegan en lugares, en territorios, en espacios específicos. En esta tesitura, historia es pasado, pero no todo pasado es historia. Vale aclarar que todo pasado puede ser de interés de la historia o más precisamente del estudioso que se interesa por él. Pero, para serlo es necesaria la labor de “hacerla”, de escribirla, de narrarla; para ello es imprescindible inquirir en él, de interrogarlo. El pasado se hace historia porque acerca de este se hacen preguntas, de tal modo que la historia se elabora, se “fabrica” con interrogantes o, en otras palabras, con problemas de investigación porque sin ellos no hay historia posible, sino sólo pasado como un continuum fluir de múltiples actos e ideas inconexas entre sí y por añadidura ininteligibles para los hombres y las mujeres que, desde el presente, “miran” pero que no atisban en aquel su influencia y sus huellas, no se reconocen en él. A este respecto, cito de memoria un aforismo de Federico Nietzsche: “sólo comprendemos aquellas preguntas que podemos responder” y con el único afán de ilustrar la labor de la historia y de la historiografía o, al menos una postura frente a ambas, pero que creo podría compartirse plenamente, podía parafrasearse de la siguiente manera: “sólo comprendemos el pasado en razón de las preguntas que nos podemos hacer”.

      Desde esta perspectiva, la historia es una disciplina científica de tal modo que la historia comparte con todas las ciencias la búsqueda de la “verdad”. En efecto, para el conocimiento científico es un compromiso, no hablo de obligación ni de exigencia moral, sino del sentido y del significado de verdad pero que, en el caso de la historia, es ineludible sostener ante cualquier circunstancia. De nueva cuenta recupero a Nietzsche porque permite dilucidar con mayor claridad y exactitud lo que quiero sostener, a saber: “Nada es más necesario que la verdad y, con relación a ella, todo lo demás no tiene más que un valor de segundo orden”. Por las implicaciones que tiene para los hombres y las mujeres del pasado que nos han heredado en forma de pensamiento y acción este principio tal vez constituye “el ser y el hacer” de la historia.

      Una vez expresadas estas reflexiones, que podrían enmarcarse dentro de la teoría de la historia, de inmediato tengo que establecer una diferencia que es propia del objeto de estudio de la historia y de la “esencia” de esa “verdad”. La “verdad histórica” no está ahí, no se descubre, no se revela; esta no se reconstruye, no se aprehende de una vez y para siempre, se “hace” por medio de un conjunto respuestas que no pueden ser sino provisionales en tanto que pueden resultar poco convincentes o incompletas o, para utilizar una expresión propia de las ciencias duras y de algunas disciplinas que con frecuencia utilizan métodos cuantitativos, son hipótesis que, como todas respuestas preliminares, tienen que ser sometidas a revisión para mostrar su capacidad de comprensión, que sirven para enriquecer nuestra mirada del pasado, lo que, como toda ciencia, conlleva una acumulación de conocimiento y de saberes.

      De este modo, dichas


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