El poder de la integridad. Kelley Kosow

El poder de la integridad - Kelley Kosow


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¿Cuál es el mayor acto de amor hacia mí mismo que puedo realizar en este momento? ¿Qué es lo mejor para mi mayor bien?

       3. ¿Qué se supone que he de aprender de esto?

       4. ¿Qué es lo que no hago?

       5. ¿Qué nivel de conciencia estoy aportando a este momento?

       6. ¿Cuáles son mi propósito y mi intención?

       7. ¿Qué significado le estoy dando a esta situación acerca de mí, mi vida o el mundo?

       La promesa de la integridad

       Integridad colectiva

       Reconocimientos

       Sobre la autora

      Introducción

      Pasar por encima de tu verdad

      ¿Te has percatado de lo que sucede en el mundo actual? Creo que lo llamaría una crisis de confianza. No nos fiamos unos de otros. No nos fiamos de nuestros vecinos, de nuestros jefes ni de nuestros políticos. No confiamos en la familia, en nuestros cónyuges ni en nuestros amigos.

      ¿Por qué? ¿Porque estamos todos corrompidos y solo pensamos en nosotros mismos?

      No.

      El motivo de que no confiemos en los demás es que, en el fondo, no confiamos en nosotros mismos.

      Eso es, en el fondo no nos fiamos de nosotros.

      Reflexiona un poco sobre esto. No confiamos en nuestros sentimientos, por eso tratamos de reprimirlos. Elegimos la seguridad por encima de lo que nos apasiona. No confiamos en aquellas de nuestras cualidades que nos parecen inaceptables, así que las tapamos. Hacemos caso omiso a nuestra voz interior y buscamos las respuestas fuera de nosotros. Nuestra falta de confianza, nuestra tendencia a buscar en el exterior lo que debe venir de dentro, nos lleva a pasar por encima de nuestra verdad. Usaré a menudo esa expresión en este libro con el significado de no confiar en nosotros mismos. Porque muy a menudo, cuando tomamos las decisiones equivocadas, lo hacemos con conocimiento de causa. Vemos la verdad justo frente a nosotros: «Él no te conviene», «Este trabajo te amargará la vida», «No hace falta que sigas trabajando; ya has trabajado bastante, ahora vete a casa con tus hijos»... Pero hacemos caso omiso de esa verdad. No confiamos en el GPS que tenemos en nuestro interior y que nunca va a permitir que nos perdamos.

      Piensa en las formas en que has traicionado las promesas que te hiciste, con lo que has provocado un estado de desconfianza permanente. Te prometiste a ti mismo alzar la voz en el trabajo, y luego, una vez más, permaneciste callado en la reunión. Te convenciste de que esta vez ibas en serio con la dieta, y para lo único que sirvió fue para ver cómo volvían a aumentar los dígitos de la báscula. Te comprometiste a cambiar, y terminaste reincidiendo en ese mismo comportamiento que tratabas desesperadamente de evitar.

      Aunque en ocasiones podemos deshacer o corregir lo que hemos hecho en el exterior, la huella que esto deja en nuestra psique no se puede borrar. Es como un clavo en un trozo de madera. Puedes sacarlo, pero el agujero se quedará para siempre. Todos tenemos agujeros en nuestra alma que representan las múltiples formas en las que nos hemos traicionado, mentido o despreciado a nosotros mismos: todas las formas en las que hemos pasado por encima de nuestra verdad. Estos agujeros sirven de pruebas a nuestras psiques, ya de por sí desconfiadas: ¡no eres de fiar! Y cuando no confiamos en nosotros, no podemos escucharnos. No podemos hacer caso de esa misma orientación que nuestra alma está tratando de proporcionarnos. Nos ­desconectamos de nuestra propia esencia y terminamos viviendo una vida que nos parece errónea, falsa y ajena a nosotros mismos.

      Este libro es una invitación a estar en el mundo de una manera totalmente distinta.

      Todo momento es una invitación; de hecho, en todo momento hay un sinfín de invitaciones danzando delante de nuestros ojos, que podemos aceptar inmediatamente, y nos prometen una infinidad de nuevas oportunidades.

      Este libro es una invitación a la honestidad, a ser auténtico contigo mismo, a escuchar la voz de tu interior, a aprender a confiar en ti y valorarte, en tu totalidad, no solo algunas partes de ti mismo. Lo bueno, lo malo y lo peor. He aprendido por mi propia experiencia las concesiones que debemos hacer si no nos enfrentamos a la verdad, si ignoramos lo que en el fondo sabemos. Todos lo sabemos. Siempre lo hemos sabido.

      Cuando dejamos de negarlo, cuando dejamos de movernos impulsados por el miedo, podemos empezar al fin a vivir con integridad.

      Integridad no significa perfección. No es una estrategia sino una manera de vivir. Es una manera de vivir en consonancia con quienes somos y con lo que queremos. La integridad es el valor más poderoso. Cuando somos íntegros, podemos empezar por fin a vivir de la manera que mejor se adecua a nosotros.

      Este libro te ayudará a conectar con ese conocimiento y te proporcionará el apoyo, las herramientas y la motivación para dejarte guiar por él.

      ✫✫✫

      Se suponía que iba a ser un día maravilloso. El día de un nuevo comienzo. Mi hermoso vestido blanco estaba listo. Se habían encargado las flores, la tarta estaba adornada también con flores hechas a mano, los camareros iban corriendo de un lado a otro sin parar, y la maquilladora y la peluquera me habían reservado un espacio en su agenda. Todo estaba minuciosamente preparado para celebrar una boda por todo lo alto.

      Parecía como un cuento de hadas a punto de hacerse realidad, ¿verdad?

      Pues no. Fue el día en que cometí uno de los mayores «errores» de mi vida.

      Y no es que ese «error» lo descubriera más adelante. No, lo supe ese mismo día. Esa mañana ya era consciente de estar cometiendo un «error». Pongo esta palabra entre comillas porque realmente no creo que existan los errores; lo que vivimos son situaciones que forman parte de nuestro plan divino y nos proporcionan la base para crecer y evolucionar. Este «error» fue lo mejor que me ha sucedido nunca ya que gracias a él he llegado a donde estoy ahora y además me aportó lo que más quiero en la vida (a mis tres hijas), pero en la mañana de la boda, ya sabía que no amaba de verdad al hombre con el que iba a casarme, o al menos no lo amaba del modo en que necesitaba amarlo para dedicarle mi vida. Sabía que no me trataba como yo quería que me trataran. Una y otra vez había habido señales de advertencia a lo largo de nuestro noviazgo.

      Pero el miedo me impedía admitir la verdad.

      En lugar de hacerlo, me tapé la cabeza con aquella toalla.

      Para tratar de desviar la atención de esa voz de mi interior,


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