Emociones, argumentación y argumentos. Cristián Santibáñez
href="#ulink_27be3ac3-f4d1-56b1-ae26-4e08e9b2ec1f">9 Téngase presente que esta convicción de la Escuela de Ámsterdam está en uno de sus textos principales ([1992], aquí se consulta su traducción de 2002 al español), pero que se repite muchos años después, en el monográfico del 2004 (página 65). En el índice analítico de este monográfico (2004) aparece el concepto emoción con dos menciones. Lo más llamativo, no obstante, es que en la obra retórica de la pragma-dialéctica (van Eemeren, 2010) la palabra emoción ni siquiera aparece en el índice analítico. Y poco se dice mucho sobre el pathos (que es la forma tradicional en el ámbito retórico para hablar de emociones), y nada de las pasiones. Las malas noticias continúan cuando se atestigua que en el Handbook of Argumentation (2014) que reunió la colaboración de muchos cultores de la teoría argumentativa, la palabra emoción aparece nombrada solo una vez (en casi mil páginas editadas). En español tampoco lo hacemos mucho mejor, en el Compendio de Lógica, Argumentación y Retórica (2011), simplemente las emociones no existen. Muy recientemente (2019), la revista Informal Logic publicó un número especial sobre emociones y sus editores (Pollaroli, Greco, Oswald, Miecznikowski-Fuenfschilling & Rocci, 2019) en la introducción se decantan claramente por comentarios de carácter retóricos señalando que ha habido cierto avance en la teoría de la argumentación sobre el tópico. Aquí se estima que tal no es el caso, exceptuando el trabajo de Gilbert y Plantin. En este número especial, otros autores (Herman & Sefaris, 2019) desarrollan una análisis siguiendo parte de la literatura ya comentada, pero aún con un énfasis retórico combinado con el modelamiento de la Escuela de Lugano, para defender la tesis de que la argumentación emocional es un buen ejemplo de la noción de argumentatividad, esto es, que los discursos tienen un potencial argumental constante dado los vínculos muchas veces implícitos entre sus constituyentes (premisas) y las metas de los participantes, el contexto y la audiencia a quien se dirige los mensajes. Plantin (2019) participa de este número especial aplicando lo que aquí se comenta respecto de su ángulo.
10 Aquí nos restringimos a una representación mínima de los perfiles de diálogos que Krabbe ofrece. De acuerdo con las posibilidades de las reacciones lingüísticas reales y potenciales de los involucrados, los perfiles se despliegan de forma distinta.
11 Recuérdese que Hamblin indica que incluso cuando se transforma a indicativo un acto de habla emotivo, su perfil asertivo no es tal, vale decir, habría que siempre tener en mente mantener la identidad de un acto de habla emotivo y, si esto es el caso, también habría que cotejar cómo repercute este aspecto cuando se le considere como punto de vista, dimensión conceptual que desborda las pretensiones de este trabajo.
12 Tradicionalmente (Carruthers, 2013) se ha concebido que las personas tenemos acceso directo, inmediato y seguro a nuestras experiencias emocionales, y no deliberamos sobre ellas.
13 Barrett para concluir esto se apoyó en evidencia neurocientífica, fisiológica y psicológica durante al menos 20 años de investigación, que no podemos detallar aquí.
Las motivaciones en la argumentación1
José Ángel Gascón
1 Este trabajo fue posible gracias al proyecto CONICYT/FONDECYT de Postdoctorado Nº 3190149 del Gobierno de Chile.
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