Emociones, argumentación y argumentos. Cristián Santibáñez

Emociones, argumentación y argumentos - Cristián Santibáñez


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papel de los esfuerzos en tercera persona de un agente para entender el desarrollo del auto-conocimiento. Kirsch basa sus ideas en los avances propuestos por Barrett (2018) relativos a que las emociones son constructos conceptuales que se usan sobre sensaciones introceptivas a partir de lo que está sucediendo alrededor, en el ambiente. Barrett (2018; Gendron y Barrett, 2019) sostiene que cuando los humanos tratamos de nombrar una emoción y desarrollar un concepto para ella (como por ejemplo, que en este momento alguien comunica que siente una angustia aguda), se está afectando la habilidad de experimentarla.13 Barrett incluso es más radical, pues sostiene que al ensanchar nuestro repertorio conceptual emocional nos habiltamos, incluyendo a nuestro cerebro, para construir nuevas emociones. Una persona con mayor repertorio conceptual emocional tiene lo que Barrett denomina granularidad emocional, esto es, la capacidad de discriminar experienias emocionales específicas, con mayor precisión y con mayor funcionalidad, dentro de estados emocionales generales, como por ejemplo sostener que se tiene una angustia aguda. Incluso habría casos en los que ciertas emociones tienen una dimensión cognitiva y prerequisitos conceptuales. Así, si bien una emoción básica como miedo es hardwired, esto es se puede experimentar sin concepto, es difícil pensar que vergüenza esté en la misma categoría. Así también, podríamos esperar obviamente que un niño de tres años sienta y/o experimente pena, pero es difíl esperar que él experimente angustía existencial.

      De modo que las experiencias emocionales más sofisticadas tienen, cuando las estamos nombrando, un esfuerzo de auto-interpretación. Pero esta auto-interpretación se ayuda, apoya, en las narrativas sociales que circulan en una comunidad. Angustia existencial es un concepto emocional formado públicamente. Como bien enfatiza Kirsch (2020), la auto-interpretación emocional tiende a dirigirse a sensaciones internas, pero a partir de hechos del mundo o la situación del sujeto que padece o experimenta. Los conceptos emocionales que poseemos, de esta manera, y obviamente, influencian nuestros esfuerzos auto-interpretativos. La auto-interpretación, para no dejar dudas al respecto, hace uso de ambas fuentes: el mundo interno y el externo del agente, y a mayor sofisticación de la expriencia emocional, mayor uso del mundo externo. Siguiendo en esto a Barrett (2018), Kirsch (2020) concluye que los humanos podemos influenciar nuestras experiencias emocionales al nivel sub-personal a partir de expandir nuestro repertorio conceptual emocional desde el momento en que nuevos conceptos emocionales organizan el contexto cognitivo para nuevas experiencias emocionales.

      ¿Cómo se relaciona esto con los actos de habla emotivos en un diálogo crítico? Quizás la siguiente representación gráfica puede ayudar:

      Como se observa en la reconstrucción, se ha añadido un movimiento al mismo nivel, o momento dialéctico, en que el sujeto protagonista avanza una razón. Este movimiento se denomina como acto deliberativo de auto interpretación, pues se considera aquí que cuando tratamos de racionalizar un acto de habla emotivo, lo que hacemos es construir en la razón parte del concepto emocional que tiene uso colectivo, esto es, ofrecemos un argumento para todas las partes involucradas en el diálogo crítico que, creemos, hace explícito la definición del acto de habla emotivo. Recuérdese que el propio Hamblin habia apuntado la característica de los actos de habla emotivos respecto de que poseen cierta inmediatez que no necesariamente contendría un concepto totalmente desarrollado de la emoción involucrada. Respecto de la transformación al indicativo del acto de habla emocional, el oyente, a su vez, podría pedir aclaraciones utilizando la crítica a la conexión o contrargumentando. No podría, se sugiere, declarar inadmisible la razón (como en un argumento estándar para defender una aserción estándar), ya que declararlo falaz supondría, y siguiendo en esto a Hamblin, que el oyente previamente distinguiera si el acto de habla emotivo es parte de la categoría de emociones subjetivas, o es parte de las objetivas. Quizás para el caso de la segunda categoría el oyente estaría más autorizado en declarar la razón inadmisible vía una acusación de falaz. Sobre esto último, que es muy especulativo aún, habría que ofrecer más ejemplo y análisis. Del mismo modo, el oyente tampoco podría avanzar la crítica a la aceptabilidad de r, ya que ello supondría tener una definición alternativa clara y precisa de la emoción involucrada, lo que supondría posteriormente un diálogo de auo-intepretación de la emoción involucrada con beneficios epistémicos para ambas partes.

      Se concuerda con Hamblin que, finlamente, los actos de habla emotivos que refieren particularmente a estados de cosas (como: ¡Deprimente!, transformado a Mi situación es deprimente) tiende a tener un perfil de creencia-sentimiento respecto de las que las obligaciones y compromisos dialécticos tienen otro peso normativo, diferente a los de los imperativos e indicativos. No obstante, y como también subraya Hamblin, el registro de compromisos emotivo estaría acompañado por un compromiso indicativo. Cada vez que un oyente crítico se encuentre frente a un hablante que avanza un acto de habla emotivo, hará bien en distinguir si las condiciones de habla corresponde a emociones objetivas o subjetivas y, sobre todo, tener claridad que parte importante del impulso del diálogo argumentativo está en función, muy problablemente, de una auto-interpretación si es que desafía al hablante a entregar una razón. Habrá que seguir puliendo el perfil del diálogo de un acto de habla emotivo. Con esta herramienta se podría ir esclareciendo algunas dimensiones de su normatividad, esto es, la manera en que debiéramos juzgarlo.

      Agradecimientos: Este trabajo forma parte del proyecto Fondecyt Regular 1200021.

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      Guiraud,


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