Emociones, argumentación y argumentos. Cristián Santibáñez
en un enunciado único. Y, muchas veces, los emotivos pueden reemplazarse, en las interacciones vía racionalización, por indicativos normales y comunes. Pero ello no debiera eliminar el hecho de que, finalmente, esos indicativos deben tratarse como emotivos.
Esto último le hace pensar a Hamblin que debiéramos distinguir entre creencias y creencias-sentimientos. Obviamente, las creencias-sentimientos no son, para Hamblin, parte esencial de las creencias, ni los sentimientos son la falta de creencias. Y también es engañosa la gramática de ciertas expresiones, como Siento tal y tal, que puede significar Pienso tal y tal. Pero también es cierto que puede haber momentos, estados mentales, en los que se siente una creencia sin la creencia (como, por ejemplo, estar parado en el borde de un acantilado y sentir que puedo caminar por el aire, lo cual no genera evidencia para atribuir la creencia de que puedo caminar por el aire). La diferencia entre creencias y creencias-sentimientos es que las primeras son estados de todo o nada y, para Hamblin, no tienen grados. Decir Tengo la mitad de la creencia tal y tal dice más de una introspección y reporte en tono de sentimientos. Ciertamente, en tercera persona se puede decir de alguien Él cree la mitad que tal y tal, y justificar la expresión indicando su comportamiento vacilante. Se puede decir Creo hasta el 50% que podría volar, pero se debe estar preparado para, a continuación, completar con Sabía en realidad que no podía volar. Las creencias del 50% lo que hacen es mostrar el tono emotivo, de cómo el hablante se siente con tal semi-creencia, la que claramente no lo compromete como una aserción estándar, ya que: ¿me puedo comprometer con lo que enuncia mi expresión en un 50%? Sí, puedo, pero solo cuando admito que he avanzado un emotivo.
5. OBSERVACIONES FINALES
¿Dónde nos deja la reflexión de Hamblin? A nuestro juicio, nos deja en dirección de dos caminos que convergen. En primer lugar, en la constatación de que las expresiones emotivas son actos de habla por derecho propio, por lo que deben ser tratados como tal y, sobre todo, requieren una especificación mayor que la tentativa de Hamblin impulsa. En segundo lugar, y a nuestro juicio de mayor importancia en lo relativo a la función de los actos de habla emotivos en el contexto de prácticas y discursos argumentativos, el perfil de los diálogos (Krabbe, 1999, 2002) donde ellos participan son distintos, y deberían generar un cambio actitudinal (orientando una revisión epistémica (Kirsch, 2020)) y un cambio en la concepción de la normatividad involucrada.
En lo que queda de este trabajo, solo se abordará el segundo aspecto que es un compuesto de tres líneas de investigación, y se hará de forma breve para efectos de sugerir desarrollos sucesivos. Las tres líneas son: 1) perfiles de diálogo con actos de habla emotivos; 2) una noción renovada de normatividad en diálogos argumentativos en los que se utilizan actos de habla emotivos; y 3) cambio actitudinal orientado a la revisión epistémica gatillado por emociones y actos de habla emotivos.
Las tres líneas serán tratadas conjuntamente a partir del análisis de los perfiles de diálogos ya que, curiosamente, en esto Hamblin (1970, p. 256) también ya había influenciado a los teóricos de la argumentación, en el entendido de que toda reconstrucción modelizada apunta tanto a la dimensión descriptiva como a la formal o normativa. En la primera, se observan las reglas y convenciones que operan en casos reales de discusión, y en la segunda se construye un set simple pero preciso de reglas y se despejan las propiedades de los diálogos que funcionan a partir de tales reglas. Siguiendo en esto a Krabbe (1999, 2002), se asume que los perfiles de diálogos representan de forma elemental los movimientos básicos que contiene un diálogo, el que se inicia con un desacuerdo a partir de algún acto crítico por parte del oyente. El punto de vista teórico a partir del que Krabbe concibe los perfiles de diálogos (2002, p. 155), es que la argumentación es una actividad orientada a una meta, siendo la meta la resolución de una diferencia, ya que argumentar es un hecho del mundo real que emerge por las diferencias de opinión que la gente posee y porque la gente comunica sus opiniones y otros las retrucan. Un perfil de diálogo gráficamente expuesto es como sigue10:
Esta representación reconstruye varias posibilidades dialógicas a la vez. Todo comienza con el avance de un punto de vista (p) por un agente J (Juan) que se entiende como protagonista, y el antagonista A (Ana) avanza una pregunta simple: por qué (p); J puede no hacer honor a su compromiso de hacerse cargo del peso de la prueba de todo aquel que avanza un aserción, terminando allí el diálogo; pero J puede avanzar al menos una r (razón) para apoyar su punto de vista, respecto de la que A puede reaccionar críticamente de, al menos, cinco formas diferentes (por ahora tomadas separadamente): 1) A puede preguntar por qué r (esto es, preguntar por la aceptabilidad de r); 2) o A puede preguntar por la relación entre r y p (esto es, preguntar por la relevancia, conexión, de r con p); 3) o A puede avanzar una razón distinta que va en contra del punto de vista (esto es, A asume una postura activa de contraargumentación); 4) o A puede declarar inadmisible r (esto es, según A, J con r comete algún tipo de falacia); 5) o A simplemente puede conceder p a partir del momento en que J avanzó r.
¿Cómo se reconstruye el perfil de un diálogo crítico argumentativo que comienza con un acto de habla emotivo?, ¿cuáles serían las posibilidades dialécticas que reflejan algunos de los compromisos por parte de J y A? Son interrogantes difíciles que a partir de la reflexión de Hamblin no se lograría responder completamente. No obstante, en la siguiente reconstrucción, como respuesta tentativa, solo se añade un estado previo en el que se apunta una actitud del hablante que pone entre paréntesis el paso directo y obligado de cargar con el peso de la pueba. Véase el siguiente diálogo:
Primero que nada, en esta reconstrucción deliberadamente se dejan todas las variantes de los movimientos críticos de O, pero más tarde se verá que se requiere una modficación. En segundo lugar, y como Hamblin mostró, el oyente de un acto de habla emotivo no debiera en principio sentirse afectado por el enunciado, pues no dice relación con la predicación de un estado de cosas veritativo; del mismo modo, el hablante no corre con el peso de la prueba estándar de una aserción. Entonces, ¿qué pasa en este contexto? Se sugiere que lo que sucede es que cuando el oyente desafía dialécticamente al hablante a partir de la pregunta por qué tal enunciado (que tampoco podría llamarse sin más punto de vista)11, lo que hace es generar una perplejidad que podría conducir a la reflexión de que, en general, los sentimientos enunciados no se desafían con los criterios que evalúan una creencia comunicada vía un aserción o,12 como segunda posibilidad, se abre paso una racionalización que obliga al hablante a transformar el acto de habla emotivo en uno indicativo atenuado (como Hamblin lo sugiere). Y es aprtir de tal derroterio dialéctico que podría seguir luego una diálogo crítico para resolver una diferencia de opinión de, se puede llamar, segundo grado. La exigencia, en otras palabras, estaría del lado del oyente, ya que estaría llamado a distinguir bien el acto de habla emotivo de acuerdo a un contexto que muestra las circunstancias, fuerza y alcance de tal enunciado, esto es, el oyente cargaría con algún tipo de obligación de detectar que se trata de un acto de habla emotivo respecto del que el hablante no está comprometido de forma estándar y no se le puede exigir consecuentemente. Nótese que cuando se sigue el derrotero dialéctico de la racionalización y transformación del acto de habla emotivo, se asiste a una manifestación del desarrollo básico de la experiencia emocional que, en la sección 1, se tematizó bajo la noción de contradicción intrapsíquica: las personas muchas veces requerimos experimentar la contradicción social de nuestras experiencias emocionales para generar internamente una observación sobre ellas. En la representación gráfica, ambas vías (no aceptar compromiso, o transformar a indicativo) se han enfatizado en color para indicar que ellas son posibilidades dialógicas del hablante que se explicitan críticamente. Si el hablante acepta el desafío de transformar el acto de habla emotivo en uno indicativo, ¿cuál sería su beneficio? La transformación generaría, se sugiere, un cambio de actitud con algunos beneficios importantes, que a continuación se elaboran brevemente para cerrar estas observaciones.
De acuerdo con Kirsch (2020), la literatura estándar en epistemología nos ha hecho pensar que, en relación con las emociones y/o experiencias emocionales, la deliberación interna no se requeriría ya que, entre otras razones, ellas son autoevidentes,