Atrévete a bucear (Color). Jaume Pinyol Martínez
bonita de las máscaras te puede arruinar una gran inmersión.
Para que una máscara cumpla su función, debe adaptarse perfectamente al contorno de tu cara. Por eso están fabricadas con silicona, un material plástico muy dúctil y resistente.
Para comprobar si una máscara es de tu talla, sólo tienes que hacer la siguiente prueba. Póntela en la cara pero sin utilizar la tira elástica que la sujeta a la cabeza. Verás que en su interior la máscara presenta una especie de solapa que has de poner en contacto directo con tu piel. Esta solapa es la que evita la entrada de agua en el interior de la máscara. Por eso, es fundamental evitar que entre ella y tu rostro se interpongan tus propios cabellos o el borde de neopreno de tu capucha. Si esto llegara a suceder, tu máscara no podrá evitar la entrada de agua. Una vez la tengas bien adaptada a tu rostro, presiona suavemente la máscara para provocar un leve efecto de ventosa. Aguanta unos segundos la respiración e inclina la cabeza hacia abajo como si te quisieras mirar los pies. Si la máscara es de tu talla, quedará perfectamente pegada a tu cara, sin caerse. En cambio, si la máscara se desprende, querrá decir que ha entrado aire y ha roto el efecto ventosa. Si usaras esa máscara bajo el agua, en vez de aire entraría agua, y te aseguramos que es muy fastidioso tener que ir vaciando de agua la máscara durante toda una inmersión. Así que no dejes de hacer esta prueba cada vez que pruebes un modelo que te guste antes de comprarlo.
Una vez que sabes cómo comprobar si una máscara es de tu talla, ya puedes tener en cuenta otros factores. Uno es el color de la silicona. Tradicionalmente hay dos: negra y transparente. Los usuarios de las máscaras translúcidas las prefieren porque son más luminosas. En cambio hay otros buceadores que las prefieren negras porque éstas evitan ciertos reflejos en los laterales. Sea como sea, usar un tipo u otro de máscara vendrá determinado por tus gustos personales.
Otro factor a tener en cuenta es si prefieres una máscara panorámica con un solo cristal para los dos ojos o, por el contrario, prefieres cristales independientes para cada ojo. Esta segunda opción puede ser la tuya si tienes alguna deficiencia visual y quieres montar lentes graduadas en tu máscara.
Otra característica importante de una máscara de buceo es que la nariz queda dentro de la zona aérea acristalada. Una característica fundamental, ya que de este modo podemos introducir aire en el interior de la máscara a medida que descendamos. Así evitaremos un excesivo efecto de ventosa de la máscara sobre nuestra cara que se produce por el aumento de presión con el descenso.
Cristales bifocales para corregir defectos de visión. La miopía o la hipermetropía no son problema.
En una máscara de buceo la nariz queda bajo un moldeado de silicona que permite pinzarla con los dedos pulgar e índice. Un gesto que la mayoría de buceadores necesitamos hacer para compensar la presión en los oídos cuando vamos ganando profundidad.
Habrá que moverse. Aletas y escarpines
Ya casi lo tenemos todo. Núria se puede sumergir a voluntad, respirando cómodamente y contemplando el mundo marino que se abre a su alrededor. Ahora sólo le falta poder desplazarse. Para esa labor están las aletas. Una aletada desplaza una gran cantidad de agua hacia atrás que, por reacción, hace al buceador avanzar hacia delante. En los laterales de las aletas se encuentra el nervio conductor. Es un reborde que, en cada aleteo, conduce el caudal del agua hacia el extremo de la aleta optimizando su eficacia locomotora.
Las aletas, nuestro motor.
Las aletas no tienen mucho secreto. A pesar de que hay muchos modelos y precios, son una simple pala más o menos flexible. A más flexibilidad, menos esfuerzo deberá hacer el buceador en cada aleteo, pero la distancia recorrida será menor. Una pala más rígida tiene un rendimiento mayor por cada aletazo. El buceador recorrerá una distancia mayor con menos aleteo, aunque, eso sí, también requiere un mayor esfuerzo por parte del submarinista.
Aletas abiertas o cerradas. Tú decides.
La característica más determinante a tener en cuenta en la compra de unas aletas es si las prefieres abiertas o cerradas. Las cerradas son las menos usadas. Cubren el pie totalmente y se las puede usar con escarpines sin suela o simplemente con el pie desnudo. En cambio, las aletas abiertas o calzables requieren un escarpín con suela. Que una aleta sea cerrada o calzable no condiciona en absoluto su rendimiento dentro del agua. Sin embargo, antes y después de la inmersión, cuando no las llevamos puestas y nos desplazamos andando –por un muelle, un barco o una playa–, agradeceremos una suela rígida a modo de zapato. En estos momentos unos escarpines con suela son mucho más prácticos y seguros para evitar cortes en los pies, y éstos, ya lo sabes, requieren una aleta abierta.
Ante todo, control, mucho control: ordenador, manómetro y profundímetro
Nuestra buceadora, en teoría, ya podría bucear. Está equipada con todo lo estrictamente necesario, pero aún no es suficiente. Para la práctica segura del submarinismo, el buceador debe saber en todo momento el tiempo que lleva sumergido, la profundidad a la que se encuentra, la máxima profundidad que ha alcanzado y el aire que le queda en la botella.
Profundímetro y manómetro te dan una información vital.
Si hubieras leído este curso a principios de los años 1990, cuando aún no estaba generalizado el uso de los ordenadores de buceo, ahora te hablaríamos del reloj, el profundímetro y el manómetro. Y vamos a hacerlo a pesar de que ya estamos en el siglo XXI. Ante todo, fundamentos.
Como aprenderás en próximos capítulos, los factores tiempo y profundidad marcan el perfil de una inmersión. Sólo conociendo estos parámetros podrás pla-near tu inmersión con el margen de seguridad que quieras. El tiempo, claro está, lo controlarás con un reloj, y la profundidad, con un profundímetro. Los profundímetros, sean analógicos o digitales, también te informan sobre la máxima profundidad que has alcanzado. Finalmente, una información tan valiosa como saber el aire que te queda en la botella te la proporcionará el manómetro. Te dará los datos en una unidad de presión llamada atmósfera (At) o en bares (bar), que son equivalentes: 1 atmósfera es igual a 1 bar. Generalmente, las botellas se llenan a 200 atmósferas. La aguja del manómetro señalará esa cifra y, a medida que vayas respirando, la aguja irá descendiendo al mismo ritmo que desciende la cantidad de aire que te queda en la botella. El manómetro va conectado mediante un latiguillo a una salida de alta presión de la primera etapa de tu regulador.
Pero la tecnología avanza que es una barbaridad y la informática ha llegado al mundo del buceo para facilitarnos nuestras inmersiones. Actualmente el buceo deportivo no se concibe sin un ordenador. Un ordenador te proporciona de una manera directa y de fácil lectura toda la información que necesitas para bucear con seguridad. Es un profundímetro porque te dice en todo momento la profundidad a la que te encuentras y la máxima que has alcanzado. Es un reloj porque cronometra el tiempo de inmersión. Y lo hace de una manera segura porque se pone en marcha automáticamente.
No lo dudes ni un segundo. Un ordenador de buceo es una herramienta de seguridad fundamental en el buceo deportivo. Aprende a utilizar el tuyo y tendrás un excelente asistente en tus inmersiones.
Un ordenador de buceo. La informática al servicio del submarinista.