Diseño creativo: manual de ideas. Juan Diego Ramos Betancur

Diseño creativo: manual de ideas - Juan Diego Ramos Betancur


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quizás, y que todos ellos se expresen en el mundo y lo afecten.

      La intención está impregnada de voluntad. Si uno tiene una “ocurrencia”, como dice el filósofo español José Antonio Marina, entonces ese tipo de ideas, si están pobres de fuerza, de falta de claridad, no serán nada más que alimento para una mente frustrada en el futuro: yo quería, si hubiera, me hubiese gustado, yo no pude, nunca decidí, etc. Pero si hay intención, como emergencia mental real, esta energía será transformada en movimiento muscular para pararse de un sillón, dejar el “no tengo plata”, “no tengo tiempo”, y convertirse en palabras que motiven a otros a unirse a proyectos, en manos que dibujan, fabrican; en definitiva, personas que hacen realidad sus planes. Y, finalmente, la intención termina cuando se realiza y cumple el logro de ese deseo original.

      El Diseño Creativo tiene, además de la intención y todo lo que ello implica, un toque especial dado por las habilidades cognitivas y los conocimientos que poseemos. Y lo digo en plural, porque quiero relacionarlo con las diferentes características singulares de los individuos y de las culturas. No hay una “creatividad” o un único modo de llegar a ese estado integral del individuo. Todos podemos hacerlo si reconocemos nuestro propio sistema de Ser Diseñador Creativo. Aquí deben converger conscientemente todo lo que hemos aprendido: los talentos, las capacidades, las habilidades, destrezas, actitudes, aptitudes, etc. No debería faltar nada en esta receta loca de la vida. Pero se puede ser Diseñador Creativo en campos puntuales, por supuesto.

      El medio nos modela en buena medida. La familia, las relaciones con los padres y hermanos o parientes. El ambiente del barrio y la ciudad. El acceso a juegos y oportunidades lúdicas. Todo ello va teniendo influencia en lo que traemos dentro y en cómo surgirá en el futuro. Por ejemplo, el conocimiento y la educación que obtenemos del medio familiar y social desde nuestro nacimiento hasta final de la adolescencia, han sido estimulados por las escuelas y colegios y finalmente por las universidades, de un modo pasivo. Nos han sentado todo el tiempo, quitándonos un enorme poder interior de acción sobre el mundo. Perdemos la capacidad analítica, crítica, han destrozado nuestros talentos innatos, los sueños, la vitalidad de la infancia y lo mejor de nuestra juventud, con el fin de mantenernos homogéneos y controlados, dóciles. Hemos sido lesionados para que el pleno potencial del Diseño Creativo se desarrolle eficiente y eficazmente. Y después nos quejamos del subdesarrollo y los problemas que acarrean la inequidad, la corrupción y otras secuelas de nuestro propio caldo de cultivo. Un sistema de educación que debe rediseñarse creativamente.

      En un individuo, ya a sus dieciocho años, es poco lo que se puede hacer para recuperar más de trece años de vida extraviados en la monotonía de un pupitre escolar. Ese conocimiento que adquirimos y que repetimos de memoria no sirvió más que para hacer crucigramas. No sabemos inferir1 o usar el razonamiento inductivo2 para lograr concluir en algo nuevo y no usar los clásicos Arquetipos Mentales3 que tanto cuidamos. Ese es un problema particular que el Diseño Creativo puede atender. Existen ya en el mundo propuestas novedosas que ayudarían a las nuevas generaciones a salir airosas de esta condición. El Diseño Creativo puede “tocar” al mundo y muy especialmente a quien lo “usa”, como una buena y oportuna herramienta para transformar el entorno.

       ¿Cuál es el propósito?

p34

      Tango en el Paraninfo.

      Óleo

       Sigo viendo con escepticismo la posibilidad de que cualquier innovación tecnológica llegue alguna vez a reemplazar al “puro sudor de la frente” en el proceso de la creación…

      Howard Gardner1

      El Diseño Creativo siempre ha existido. Desde el Big Bang. Por ello, este texto no trata de probar o demostrar lo que son estos dos conceptos separadamente, sino, por el contrario, poner en evidencia cómo ambos forman parte de una unidad conceptual, teórica; y al mismo tiempo real, aplicada, práctica.

      Diseñar creativamente no solo es pensar sino hacer lo nuevo. En este texto sobre el Diseño Creativo me habita el deseo de explicar cómo funcionan juntos y qué podemos obtener de ello.

      La unión de ambos conceptos (diseño y creatividad) ha sido de vital importancia para la especie humana, a través del tiempo. Son evidencia de nuestra recursividad y los diversos modos de lograr la supervivencia como especie; es lo que llamamos o distinguimos con el uso de la palabra “inteligencia”.

      El Diseño Creativo se nos ha dado natural el último millón de años, sin tener que recurrir a “sesiones de diseño creativas” o a talleres de innovación. Hoy existe detrás, más bien, una urgencia por masificar la creatividad, por obtener de las corporaciones un maximalismo productivo, por moda o Zeitgeist. Claro que podemos forzar la creatividad al igual que hemos forzado a la tierra a ser más fértil y a las plantas a producir más granos. Pero acá hablamos de otra forma de convertirnos en seres humanos que crean con diseño.

      Herbert A. Simon, en 1969 publicó en su libro Las ciencias de lo artificial,2 el argumento de que los humanos fabricamos artefactos artificiales, porque han sido concebidos para resolver problemas. Enfatiza que las ciencias del diseño se ocupan principalmente de aquello que no existe, para hacerlo existir mediante métodos, materiales, ideas, tecnologías, etc., orientadas a determinados propósitos. Así pues, podríamos decir que diseñar es resolver problemas con nuevas soluciones llamadas artefactos. Estos artefactos pueden ser físicos o mentales, ya que el solo hecho de provenir de la inteligencia humana los enmarca en el ámbito de lo artificial.

      Desde otra perspectiva, un psicólogo investigador de la Universidad de Harvard, llamado David Perkins, escribió en el año de 1985 un libro titulado El conocimiento como diseño, y allí afirma: “El diseño se refiere al esfuerzo humano por dar forma a los objetos de acuerdo con propósitos […] Es una estructura adaptada a un propósito”.3Deberemos entrar entonces a dar más detalles e intentar rodear tanto el dar forma a los objetos, como analizar con qué tipos de formas, por qué y con qué propósitos diseñamos creativamente. Dar forma lo podemos interpretar desde lo formal como un rasgo estético, donde se busca la apreciación de la belleza. Y desde la estructura funcional o arquitectura de producto, como composición formal de las partes, sin la cual el desempeño no podría ser efectivo.

      Considerando otras ideas de David Perkins,4 en relación a lo que implica el pensamiento como diseño, este autor afirma que hay cuatro preguntas que ayudan a entender la naturaleza de cualquier diseño:

      1. ¿Cuál es su propósito (o propósitos)?

      2. ¿Cuál es su estructura?

      3. ¿Cuáles son casos modelo del diseño en cuestión?

      4. ¿Qué argumentos lo explican y lo evalúan?

      Esto nos permitirá comprender mejor que el Diseño Creativo involucra concebir determinadas ideas hacia ciertos objetivos, en razón a que los humanos exigen satisfacer necesidades vitales y deseos, por lo que surgen motivaciones, intenciones y demandas de supervivencia, así como concebir estrategias, hallar técnicas, procedimientos, materiales y usar algunos métodos para obtener resultados concretos. Parece entonces que los propósitos, es decir, las ideas en el futuro deseable, lo teleológico, lo prospectivo, determinan las decisiones y acciones que llevamos a cabo en un presente siempre insatisfecho, desde donde disparamos las flechas del Diseño Creativo. ¿Me comprenden?

       Ser en el diseño y Ser en la creatividad

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