Ginger. Ximena Renzo 'Endlesscurl'
estás haciendo hermano?
—Me encontré esto en la guantera, supongo que lo dejó James. Así que decidí usarlo. —Se encogió de hombros, empezando a respirar como un asmático en crisis. Tal como el personaje. Aunque no tan lejos de la realidad, mi hermano era asmático.
—Quítate eso. —Reí encendiendo el auto.
—Y se supone que eres el menor. —Se quitó la mascara a regañadientes acomodando el cinturón de seguridad.
—Alguien tiene que ser maduro a veces.
—Claro que sí, señor, me avergüenzo de mi hermano y oculto su identidad.
—No me avergüenzo, solo quiero que las cosas con Ginger resulten bien.
—Pues te estás tardando.
—Pues te estás metiendo —contesté.
—Pues me das pena.
—¡Pues eres un fastidio!
—No decías lo mismo cuando eras bebé. Yo era tu persona favorita. —Mi hermano bajó la cabeza haciéndose la víctima y decidí molestarlo un poco más.
—Los bebés no piensan.
—Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad.
—Cállate.
—¿Te dejé tan impresionado que quedaste sin palabras? Lo sé, hermano.
—¡Nate!
—¿Theo? —Sonrió mirándome.
—Cállate.
—¿Quieres helado? —preguntó.
—No.
—Yo lo pag...
—Está bien —interrumpí.
Pero no lo iba a disfrutar.
—CAPÍTULO 10—
911
Punto de vista de Ginger
—¡Ay! ¡Qué curvas y yo sin frenos! ¡Sube rápido! —me gritó mi mejor amiga desde el otro lado del estacionamiento.
Si bien era una reina de la moda siendo la finura y delicadeza en persona; cuando se lo proponía, podía ser tan ordinaria como el estereotipo de un camionero.
—Kim, por favor. —Reí entrando al auto.
Había pasado una hora leyendo y enviándole mensajes sobre lo mucho que deseaba no estar ahí a Kim. Pero, ey, no había sido tan malo después de todo, por lo menos estaban en silencio y me dejaban leer.
—¿Qué tal tu día?
—Tranquilo, Elmer Butts desapareció toda la hora de castigo.
—Sala de profesores.
—Obvio. —Asentí poniéndome el cinturón de seguridad.
Entonces nuestro camino a casa de Kim se volvió más divertido cuando encendimos el reproductor y Julien Garnier empezó a cantar «911».
—¿Ese no es el auto de Theo? —preguntó Kim mientras yo buscaba las llaves en su gran bolso.
—Eh, sí, creo —respondí, encontré las llaves y entré dejando el bolso.
¡Necesitaba ir al baño y nadie lo impediría!
Al salir, más calmada, bajé las escaleras y me encontré con Theo, Alai y Kim en la puerta.
—Hola, peque. Hola, bicho. —Asentí y Alai corrió hacia mí, abrazándome como si fuera un koala.
—Ella me ama —dijo Theo señalándome, reí y miré a mi mejor amiga, se veía extraña.
—¿Te pasa algo, Kim?
—Sí, todo correcto —contestó ella volviendo al silencio.
—Okay. —Fruncí el ceño confundida.
¡Kimberly Thompson en silencio! Esto debía quedar marcado para la posteridad como un suceso único en el mundo... Pero me preocupaba.
—Bueno, yo creo que mi hermana ya me envió todas las indirectas posibles para que me vaya, y como ya se le acabaron las excusas, me voy por mi cuenta —bromeó alejándose del marco de la puerta. —Adiós, Kim. Nos vemos, Huffy. —Se alejó caminando hacia su auto y giró. —Cuando quieras que venga por ti, solo llama —dijo mirando a Alai.
¿O a mí? ¿Por qué me miró mientras lo decía? «Bueno, ya empezaste a desvariar querida Ginger», pensé.
—Sí, adiós, hermanito. —se despidió Alai agitando la mano, y entró a la casa junto a mí.
—¡Salúdalo de mi parte! —Kim alzó la voz mientras cerraba la puerta, giré a verla y alcé una ceja.
—¿Saludar a quién? —pregunté aún mirándola. Ella rio y negó con la cabeza.
—Oh, es que Alai y Theo venían con un señor y me cayó bien. —Sonrió tranquila
Entonces asentí dándole el beneficio de la duda. Ya averiguaría qué estaba pasando.
La tarde fue divertida, conocimos más a Alai y descubrimos que teníamos gustos parecidos en películas. La pequeña no podía evitar emocionarse a veces cuando salía algún famoso que conocía en persona, e incluso nos contó algunos chismes graciosos de ese mundo.
Lo último que sucedió, antes de la despedida, fue la llegada de una invitación a casa de Bradley. Kim estaba organizando una ceremonia en celebración a la formalización de su noviazgo con el pomposo. Y con formalizar me refería a «llevamos una semana, así que se lo contaré a toda la secundaria, ¡hagamos una fiesta y celebremos como unos locos hasta el amanecer!». A ese punto, no sabía yo si es que a mí me parecía un poco ridículo, o realmente lo era. Después de todo, no era experta en relaciones amorosas o siquiera sociales.
Pero era mi amiga, y si estaba feliz con eso, la apoyaría en la ridiculez. Tampoco le estaba haciendo daño a nadie.
Pasaron un par de días después de aquella invitación, las clases iban bien, sin contar a Elmer Butts; Theo y yo llevábamos una tregua tranquila, pero los rumores en la escuela corrían rápido.
—¡Ginger! —Kim llamó mi atención, estábamos en su casa, eligiendo el atuendo que llevaríamos.
—¿Sí, Kim? —Giré a verla, tenía una blusa rosa en las manos, el color era bonito, pero no me gustaba para mí.
—¡Por favor!
—Por favor, no, no usaré eso —me enfurruñé sentada con las piernas cruzadas en su cama. Me sentía como una de sus muñecas mientras ella elegía qué podía usar.
—¡Es que no quieres usar nada, niña! ¡Esta fiesta no es nudista, eh! —bromeó haciéndome reír, pero no duró mucho porque volví a poner cara de que estaba enojada.
—¡Pues no estoy feliz con ir a esa fiesta, eh! —imité su tono en forma burlona y ella me sacó la lengua de la forma más infantil.
—¿Y si vamos de compras?
—¿En qué clase de película adolescente crees que estamos? No tengo dinero y hay ropa.
—Bien, me rindo. No usarás nada de aquí. —Asintió sentándose a mi lado. —Tengo que hacer unas llamadas —habló levantándose como si tuviera un resorte pegado al trasero y sacó rápido el teléfono.
—Mini Kim, tengo una misión para ti.
—¿Una misión? —pregunté articulando con los labios y ella me empujó con su dedo sobre la frente haciendo que caiga para atrás. Mala idea estar sentada con las piernas cruzadas.
—Es