Ginger. Ximena Renzo 'Endlesscurl'

Ginger - Ximena Renzo 'Endlesscurl'


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en el día. Me iría a dormir, así se terminaría más rápido para mí. Buenas noches.

      ***

      —¡Ginger! ¡Diez minutos! —me gritó mamá golpeando la puerta, gruñí mientras buscaba mi zapato.

      —¡Estoy casi lista! —contesté encontrando el zapato debajo de mi cama.

      Entonces me puse una bufanda y bajé con la mochila ya lista.

      —Hola, Carrie —saludó Jake comiendo una tostada. Recordó el apodo que me puso cuando éramos pequeños. Veíamos unas caricaturas en donde había una zanahoria llamada Carrie, ese fue mi nombre para él desde entonces.

      —¿Qué haces aquí? —Le di un abrazo por la espalda y él frotó mi mano, que pasaba por su pecho, era su forma de corresponder.

      —A mí también me alegra verte —Jake contestó y me reí.

      —Tú sabes que me alegra, pero... ¿Qué haces aquí?

      —¿No puedo llevar a la escuela a mi mejor amiga?

      —Pero vives a dos calles de la escuela, ¿viniste hasta acá solo para llevarme? —pregunté acercándome a mis papás para saludarlos. —Buenos días, pá. —Besé su mejilla y luego a mamá. —Hola, má.

      —Yo creo que quiere algo —dijo papá sonriendo.

      —Apoyo a tu padre.

      —¡Ustedes deben apoyarme como buenos tíos que son! —se quejó Jake mordiendo la tostada de nuevo.

      —Lo que sea, desayuna de una vez niña. No quiero que llegues tarde.

      Bien, no iría en el bus escolar, pero sí en la moto de Jake: Anne. Moto a la que trataba como su bebé. Terminamos de comer entre pequeñas conversaciones, mi madre me devolvió el teléfono y me hizo prometer que ya no me metería en problemas.

      —Sube despacio y no toques el tubo de escape, te puedes quemar —comentó mientras se ponía el casco yo asentí.

      —Lo sé, en True Colors, Nathan se quemó la pierna al...

      —Ya lo sé, me obligaste a leer el libro —dijo poniéndome el casco.

      —Tienes una mejor amiga genial, recuérdalo siempre.

      —Lo haré, ahora sujétate bien —habló encendiendo la moto.

      Y dicho esto, arrancó.

      Cortos minutos después, estábamos en el aparcamiento de la escuela, conmigo bajando de Anne.

      Me gustaba viajar en moto, y más si no era necesario que yo manejase... De todos modos no sabía cómo.

      —Bien, ahora que estamos aquí solos, y no están papá y mamá, ¿por qué me trajiste?

      —Vi a Kim y Brad en Finn’s ayer —soltó de la nada.

      —¿Qué? ¡¿Y por qué no llamaste?!

      —Tu mamá dijo que tu teléfono hacia sido confiscado —contestó moviendo un poco la cabeza y recordé asintiendo.

      —Oh, rayos. ¿Te vio?

      —No, estaba demasiado ocupada compartiendo saliva con él.

      —¿Qué? —pegué otro grito, haciendo que Jake me tape la boca.

      —Tal vez te lo cuente ahora, no hagas un drama de todo esto.

      —Ya lo sé, estoy muy calmada —murmuré cruzando los brazos.

      —¡Hola, amiguitos! —saludó Kim rodeando el hombro de Jake, yo giré a verla y salté sobre su espalda.

      —¿Besaste al estúpido de Brad, Kimberly? —le grité sujetándome de su frente para no caerme.

      —Jake, quítame a esta niña de encima, por favor —comentó con toda la calma del mundo, Jake rio y me cargó como un bebé.

      —¡¡Contesta!! —le dije rodeando mi brazo en su cuello, aún siendo cargada por Jake— ¿Me puedes bajar? —le pregunté a mi amigo.

      —Lo siento, Carrie. —Rio bajándome, y solté a Kim.

      —Sí, lo besé.

      —¿Y no lo niegas? ¡¡Descarada!! —chillé de nuevo.

      —Somos novios —dijo pegando saltitos en el piso.

      —¿Qué?

      —Que lo besé y somos n...

      —¡Ya te oí! —interrumpí incrédula.

      —¿¡Entonces por qué sigues gritando «Qué»!?

      —¡Porque no me lo creo! —declaré tocándome el tabique.

      Teniendo tantos chicos en el colegio, eligió al más imbécil. Y de paso, amigo de Theo Collins. Bien hecho, Kim.

      —¿No estás feliz por mí? —preguntó mientras caminábamos por el pasillo.

      —Estoy feliz porque estás con la persona que te gusta y eso te hace feliz, pero tu novio es un bobo.

      —¿Por qué no? ¡Es tan lindo! —Sacó el labio inferior— ¿Verdad, Jakey?

      —No me digas Jakey, y prefiero mantener mi posición varonil. No voy a comentar sobre mi compañero de equipo de béisbol siendo «lindo», «bonito», o «apachurrable».

      —No te hace menos hombre admitir que es lindo. —Reí rodando los ojos. —Pero no lo es, es un bobo.

      —Como sea, me mantengo al margen. —Jake se encogió de hombros, pero un gran suspiro enamorado nos interrumpió. Hablando del rey de Roma, el burro se asoma.

      —Hola, bonita —dijo el imbécil abrazando a mi mejor amiga. Yo resoplé tratando de calmarme.

      —Óyeme bien, pomposo. Tú le haces daño a mi mejor amiga, y te las veras conmigo. —Me señalé— ¿Oíste? —Le pegué en el brazo y se quejó tocando el lugar afectado.

      —¡Oh! ¡Ya te aceptó! —Sonrió Kim besando su mejilla.

      —¿Me ha dicho pomposo? —preguntó confundido. Yo bufé y me di la vuelta.

      —Adiós, chicos. Me voy a clases.

      —Pero tu clase de música empieza en treinta minutos —dijo Kim confundida.

      —Sí, mentí. Solo quiero estar lo más lejos posible por ahora. —Les guiñé el ojo y me volví a despedir. Caminé por el pasillo con dirección al lugar al que empezaba a tomarle cariño.

      Subí las escaleras con lentitud, y me encontré con Theo Collins sentado mirando a la nada.

      —¿Qué haces aquí? —pregunté dejando la mochila en uno de los asientos.

      —Lo mismo que tú.

      —¿Y qué hago yo aquí?

      —Lo mismo me pregunto yo.

      —¿Qué? —dije confundida y me hizo reír, ¿qué había dicho?

      —¿Quieres sentarte? Si te molesto puedo irme, yo... —Hizo el amago de levantarse pero moví las manos para que volviera a donde estaba.

      —¿Te pasa algo, Theo? Estás muy serio, así no es divertido contestarte. —Se quedó callado por unos segundos mientras yo me sentaba en la otra esquina.

      —¿No te pasa que estás en el mejor momento y alguien viene y lo arruina rápidamente? —soltó de pronto y yo alcé las cejas.

      —Contestar una pregunta con otra es de mala educación, Theo Collins.

      —Al igual que no contestar una pregunta —dijo él, tenía respuestas rápidas.

      —Pero yo pregunté primero —hablé, yo también las tenía. Él sonrió asintiendo.


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