Ginger. Ximena Renzo 'Endlesscurl'

Ginger - Ximena Renzo 'Endlesscurl'


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      —Hola, Ginger —saludó Derek entrando a clases de literatura junto a mí.

      —¿Qué tal, Derek? —respondí con una sonrisa de lado y abracé más el libro de El principito que estábamos leyendo en clase.

      —Bien, ¿y tú? No te veo desde que empezaron las vacaciones.

      —Tengo detención en la tarde y es posible que mamá me mande a dormir al techo cuando se entere, pero dentro de todo, supongo que bien. —Encogí los hombros haciéndole reír. Qué bonita risa tenía.

      —¿Y por qué tienes detención? Pensé que eras de las buenas.

      —Soy buena, disculpa, ¿eh? —me sorprendí de la facilidad con la que estaba hablando y quise darme una palmada en la espalda. —El profesor se me molestó luego de un par de advertencias porque le grité a Jake. Estábamos peleados y una cosa llevó a la otra, supongo.

      —Ah, entonces eres de las escandalosas, ¿verdad? —bromeó y me dejó pasar a la sala antes que él.

      —Claro que no, me gusta el silencio.

      —¿Estás diciendo que me calle?

      —No, me gusta oírte —dije y de inmediato me quedé en silencio. Alcé la cara y lo miré. —Dime que lo pensé. —El arrepentimiento me atacó en un momento, Derek no se veía incómodo.

      —¿Pensar qué? —se hizo el desentendido y la verdad, lo agradecía.

      —Gracias —musité llegando a mi sitio, me senté y también me sorprendí al ver que se sentaba a mi lado. Eso también me aliviaba de tener que soportar que Theo ocupara ese lugar.

      —¿Qué tan cierto es el rumor que corre como tren bala por la escuela? —indagó de pronto, yo giré a verlo confundida.

      —¿A cuál te ref… —A media respuesta, alguien interrumpió haciendo que pegue un salto del susto.

      —¡Hola, Huffy! Todos piensan que somos novios por nuestro beso, ¿puedes creerlo?

      —Yo no hablo contigo, solo traes problemas —dije sin dejar de ver a Derek—. ¿De qué beso hablas, por cierto?

      —¿Saben qué es gracioso? —me ignoró y siguió a lo suyo. —Observen —dijo Theo jalando mi mentón y besando mi mejilla rápidamente, alcancé a pegarle en el brazo, pero él solo señaló a Derek con su puño y luego se fue a otra silla.

      ¿Qué rayos había sido eso?

      ¡Noticia de último minuto! Se escapó un loco. Alto, cabello castaño, lunares y ojos bonitos.

      Theo Collins, se llamaba.

      ¿Ojos bonitos, dije?

      —Así que no son novios —dedujo solo, Derek sacó su cuaderno y negué.

      —Para nada —contesté rápido—, antes que eso, preferiría comerme una araña. ¿Qué te parece? —Él volvió a reír y mi corazón se hacía más chiquito cada vez que lo oía. Seguro una flor estaba naciendo en algún lugar del mundo por cada risa que salía de su ser—. ¿Y tú? ¿alguna novia de la que no esté enterada? —Aproveché en preguntar ya que él había empezado con el asunto.

      —La verdad no, solo está la hija del señor que financiará la obra de teatro y me está usando para que su papá no la moleste… —Trato de explicarse, yo alcé un poco las cejas y ladeó la cabeza al ver que no estaba resultando como esperaba—. Es una larga historia…

      —Así que era cierto… —murmuré sacando un lápiz.

      —¿El qué?

      —No, nada. Ya sabes, los rumores de aquí.

      —Aunque... Me gusta alguien, ¿sabes? —Ignoró mi anterior comentario. Lo miré y fingí sonreír con gracia. Tenía que escuchar como el chico que me gustaba, me contaba sobre cómo le gustaba otra persona. ¡Precioso!

      —¿Sí? Me alegra. —Asentí dejando la goma de borrar sobre la mesa. Quería que el tema quedara zanjado, pero él parecía interesado en seguir.

      —Pero dudo que ella guste de mí —dijo más bajito mirándome.

      —Hum, ¿y por qué no le preguntas? —lo animé y él negó.

      —Porque le gusta otra persona.

      —¿Y cómo sabes? —pregunté más interesada. ¿Por qué estaba tan confianzuda con el chico? ¿Y por qué seguía preguntando si ya no quería tocar el tema?

      Había pasado de sonreír como tonta y balbucear, a ser la chica de las preguntas en un segundo.

      —Solo... Se nota. —Se encogió de hombros y no pude saber más porque el mejor profesor del mundo llegó por la puerta haciendo una entrada triunfal.

      Caminaba junto a su bebida helada y una chaqueta que parecía ser recién traída del polo norte.

      —Hola, chicos —habló el hombre dejando su maleta en el piso—. Cuadernos arriba, ¿cuántos de ustedes hicieron el trabajo? —Entonces todos levantamos la mano.

      Este hombre de ojos verdes, con su sarcasmo pegado al cuerpo como una lapa, podía hablar por tres horas seguidas y aprobaríamos solo con oírlo.

      Harry, se llamaba.

      —A ver, ese señor de la esquina. —Señaló a Theo haciendo que se levante y camine hacia él—. ¿Qué aprendiste la semana pasada?

      —Que las rosas son egoístas.

      —Vete a tu sitio —ordenó haciendo que Theo riera caminando hacia su sitio mientras me guiñaba al ojo en cuanto vio que le miraba. Resoplé dirigiendo la mirada a otro lado.

      —Vamos a hacer una cosa, como ya hemos terminado los temas de toda la semana, van a leer un poco. Sé de alumnos que piensan que estamos leyendo «un libro para niños» —enfatizó las comillas con los dedos cuando hablaba—. Pero lo que quiero es que refuercen sus ideas. Que no solo lean, que también entiendan el contexto. Cuando las personas crecen, no solo lo hacen de forma física, también sus mentes. Así que cualquier tema, libro, película, canción que haya pasado por sus cabezas a los diez, no será vista de la misma forma a los veinte años. ¡Esa es la magia del pensamiento! Así que dejen de quejarse y hagan lo que les digo o me voy a enojar tanto que le permitiré a McFodd que cuente algunos chistes, ¿eso es lo que quieren? —Todos negamos y el profesor sonrió satisfecho—. Eso pensé.

      —Profe, ¿y si nos cuenta otra historia? —sugirió uno, Harry lo pensó durante un segundo y se acomodó en la silla tomando de su bebida.

      El hombre era todo un personaje, junto a la forma en la que hablaba y su simpática voz, logró que todos lo apreciaramos en menos de un año escolar.

      —¿Les conté del día en que mis amigos de la universidad y yo formamos una banda que tuvo un día de vida porque casi nos demandan?

      Todos se reían por la anécdota. —Y porque lograron su cometido de «perder clase», que en realidad no era así—. Conocía los métodos del profesor. Siempre hacía preguntas casuales al final de la historia y lograba reforzar la forma en la que nos expresábamos públicamente. Todos daban su opinión del tema y compartían un poco de sus propios pensamientos. Era un gran ejercicio mental. Pero en ese momento, yo estaba en silencio pensando en quién rayos era la chica a la que le gustaba Derek. No fue por mucho tiempo porque me distraje de lo que me atormentaba cuando escuché a Harry hablar de una de sus bandas favoritas, sonreí. El hombre era fanático de las bandas antiguas.

      Era bueno estar en esa clase, el profesor no se hacía problemas por nada y lo solucionaba de buena manera. Hasta tenía ganas de hacer tareas. Nunca me había ido tan bien en un curso sin tener que estudiar, otro tema era con historia. Si Elmer Butts seguía siendo nuestro profesor, desaprobaría historia de por vida.

      —Y por eso mi hija se llama Penny —terminó de hablar, eso me recordó a un libro que había leído


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