Ginger. Ximena Renzo 'Endlesscurl'

Ginger - Ximena Renzo 'Endlesscurl'


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rubia justo ahora y nosotros estamos perdiendo el tiempo mientras hablamos de él.

      —Ese deb...

      —¡Hola, chicos! —gritó la pequeña hermana de Theo Collins con su cárdigan y tacones que le hacían caminar como un venadito.

      Era graciosa.

      —Hola, Alai. —Sonreí de lado echándole agua a Jake en la cara para molestarlo— ¿Qué haces aquí?

      —Bueno, iba directo a casa. Pero los vi por aquí y decidí venir a saludar.

      La pequeña era tan impredecible.

      Podía llegar un día con un vestido hermoso y de pronto podría llegar como un vagabundo a la moda.

      Demasiado impredecible, pero me caía mucho mejor que su hermano, seguro.

      —Bueno, ya que estás acompañada, iré a la prueba. Nos vemos en un rato. —Sonrió Jake tímido alejándose.

      Tímido.

      ¿Jake tímido?

      —Tu amigo es lindo. —Sonrió escribiendo algo en su teléfono.

      —Es un buen amigo. —Asentí viendo como caminaba hacia el equipo.

      —¿Irás a la fiesta de Brad? —preguntó bloqueando su teléfono.

      —No lo creo, no me gusta ir a fiestas. ¿Tú sí?

      —No, no conozco a muchos ahí. Además, mi hermano dice que sus compañeros de equipo son unos bobos.

      —Tu hermano es tonto. —La miré y reí tapándome la boca—. Perdón, la verdad se me sale de los poros y no puedo evitarlo.

      —Es un buen chico. —Rio codeándome—. Es solo que... Bueno, cuando conoces a una persona te das cuenta de que no sabes tanto como creías saber.

      —¿Y eso qué significa?

      ¡Entrometida!

      ¡Nadie te dijo que abras la boca, Ginger Huff! ¡Nadie!

      —Que todos tenemos nuestros secretos, ¿no? —dijo con una media sonrisa desbloqueando de nuevo su teléfono.

      —Yo no los tengo, mi vida es aburrida. —Ladeé el labio y encogí los hombros, recostándome un poco en las gradas del campo.

      —Yo creo que si conocieras más a mi hermano, se llevarían mucho mejor de lo que piensas.

      —Alai, me caes bien. Pero tu hermano es insoportable.

      —Ginger, cree lo que digo. —Me guiñó el ojo— ¿Te importaría responderme algo?

      —¿Algo como qué?

      —Bien, ya que no quieres ir a la fiesta de Brad, y yo no puedo... ¿Tienes algo que hacer ese día?

      —¿Yo? —Me señalé.

      Inútil, si estaba hablando contigo.

      ¡Es obvio!

      —No querida, le hablo al señor que está cortando el césped justo allá. —Señaló al encargado de limpieza y yo fruncí el labio aguantando un poco la risa.

      —Oye, no harías mala pareja con él.

      —¡Ginger! —Rio empujando mi brazo.

      Sí, bueno. Tal vez era un señor de sesenta años con una cabeza tan brillante que podía pasar fácilmente como la pista de aterrizaje de los bichos que vivían en lo que quedaba de su cabellera.

      No era el nombre más limpio, pero si el empleado más viejo de la escuela.

      —Bueno, creo que no. No creo que a Kim le importe.

      —¡Oh, puedes invitarla también! Kim es genial, es divertida, me gusta su forma de vestir. Tiene estilo. Te daré mi numero y me envías un mensaje mañana confirmando, tengo entradas para ir a la semana de la moda de Counterville y no quería ir con alguien que no lo disfrutara.

      —Eh, claro... Te avisaré mañana —dije mientras ella tomaba mi teléfono con total confianza y escribía su numero en él. Luego llamó al suyo con mi teléfono y guardó mi número.

      —¡Genial! Me alegra mucho haber pasado un rato contigo, G. Espero que puedan venir conmigo, me haría mucho ilusión.

      Dicho esto, y luego de abrazarme como si fuéramos las mejores amigas, se alejó del campo y salió por la puerta principal.

      —Hum, ¿adiós? —dije en cuanto noté que se había ido.

      Estaba loca, pero me caía bien.

      Y Kim se volvería más loca aún cuando se enterara que podía ir a un evento como ese sin tener que pagar un quinto. Kim amaba la moda.

      Yo la llamé porque debía enterarse de lo que iba a pasar.

      —¡La amo! —gritó mi amiga desde el otro lado del teléfono haciendo inevitablemente que lo despegue de mi oído.

      —Kim, pero yo no sé si ir, siento que nos estamos aprovechando.

      —¿Qué dices? ¡Es la semana de la moda junto a la hija de una astronauta! Además, ella nos invitó.

      —¡No es astronauta, Kimberly!

      —Como sea. Y deja de llamarme Kimberly.

      —¿Y qué con la fiesta de Bradley?

      —¡Bradley me importa tres rábanos fritos! ¿Qué no te oíste? Es la semana de la moda en Counterville.

      —Los rábanos no se fríen, amiga —respondí obvia, pude sentir como Kim bufaba desde el otro lado del teléfono.

      —¿Me estás escuchando, G? No sé, tú dile que sí a la rubiecita.

      Y mientras mi amiga hablaba, me di cuenta de una cosa que no había pensado antes.

      —Kim… ¿Cómo tienes un trabajo grupal de historia? Si tenemos ese curso el jueves y viernes.

      Un silencio apareció en la llamada y luego habló.

      —El número que usted ha marcado se encuentra deshabilitado. Dígale que sí a Alai para el desfile de la moda, muchas gracias. —Y me colgó. ¡Nos mintió en la cara y no lo habíamos notado!

      Y bueno, pensándolo bien, ¿todo un día con dos locas por la moda en fiestas, exposiciones y desfiles?

      ¡Válgame, Dios, no!

      —CAPÍTULO 4—

      Mi boca, mi gran problema

      —¡Me alegra muchísimo que hayan podido venir, chicas! ¡Me divertí mucho! —Alai comentaba abrazándonos, de verdad estaba feliz— Mi mamá está un poco ocupada con el trabajo y me hace mucha ilusión que sean ustedes. A mis amigas no les interesa todo este mundo.

      —La verdad es que yo no conocía mucho de esto, Kim sí. Pero me alegra haber venido, fue genial. —Sonreí sinceramente.

      Y la verdad hasta resultó divertido, algunos me miraban mucho el cabello y terminaban preguntando cómo lo cuidaba. Shampoo y agua era mi respuesta. No tenía una gran rutina, a decir verdad.

      En aquel lugar había tantas luces, profesionales de la moda, comida…

      Oh, la deliciosa comida.

      —Permitan que las lleve a casa, ¿sí? Es una forma de agradecerles —pidió Alai, miré a Kim y asintió, nos parecía más seguro estar juntas.

      —Pero ¿cómo nos vas a llevar? Alai no hay...

      —Nada. Ya llegó mi chofer —interrumpió la rubia haciéndome girar a ver el auto café oscuro que se había estacionado.

      Se suponía que regresaríamos en un taxi, ya que Kim no había llevado


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