Ginger. Ximena Renzo 'Endlesscurl'
—Gordito, ¿en serio, má?
—Tienes diecisiete, pero aún siento que eres ese pequeño de cinco años que lloraba porque Abby iba a dejar de cuidarlo. —imitó la mueca de un bebé que está a punto de llorar y yo solté una carcajada.
—¿Dónde está la enana cara de nalga? —pregunté abrazándola, desde su perspectiva podía ver en la mesa una foto de nuestra familia. Nate se veía joven.
—Theodore, ten más respeto por tu hermana.
—Sí, mami. —Sonreí saliendo de la oficina y sacando mi teléfono del bolsillo—. ¡Le voy a escribir!
Hermanito
Enana, estoy en casa. Si quieres que te vaya a buscar, avisa ahora. Después no salgo más.
16:42
Enano
No, no te preocupes. Estoy con tu G en una practica de atletismo.
16:43
Hermanito
No es mi G, supera eso ya. Deja de hablarme.
16:43
Enano
JAJAJAJAJA te amo, hermanito.
16:44
Rodé los ojos y subí las escaleras para llamar a alguien que tenía pendiente. Una videollamada para alegrarme el día.
—¡Pero mira quién se digna a hablar con su hermano mayor! —dijo él desde el otro lado de la pantalla.
—Como si no hablara contigo seguido, qué mentiroso. —Me senté en la cama para estar más cómodo.
—La última vez que nos vimos era Navidad y Abby se la pasó hablando de como nos conocimos. Lo cuál no es en forma de queja porque la forma en la que nos conocimos es la mejor. —Sonrió y reí al ver que Abby apareció cerca.
—Te estoy oyendo, eh —dijo ella de espaldas y reí en cuanto Nate fingió asustarse.
—¿Cómo están mis sobrinos?
—Hermosos, igual que su mamá —contestó Nate sonriendo.
—¿Cuándo vendrán? —pregunté recostándose en el respaldar de la cama.
—Espero que este mes, pero no es seguro. Acabamos de firmar un contrato y es muy posible que empecemos a sacar sedes del hotel en Latinoamérica. —Celebró bailando ridículamente y reí negando.
—No puedo creer que seas un empresario respetado.
—Sí, y yo no puedo creer que seas el mismo Theo que me prefería cuando era bebé.
—Yo siempre fui su favorita, ¿verdad, Theo? —preguntó Abby rodeando el hombro de mi hermano.
—Eso no se pregunta, cuñada. Claro que sí.
—¿Ves? Siempre gano. —Le guiñó el ojo y volvió a alejarse.
—Gracias, hermano, te amo. —dramatizó tapándose la cara— hablando de «te amo», ¿y Ginger?
—Sigue siendo una pelirroja gruñona.
—¿Ya usaste el Huffy? —preguntó señalándome.
—En cada momento.
—Pero si ser gruñón es cosa nata de los Collins —volvió a hablar Abby mientras mi hermano entrecerraba los ojos.
—Abby, leyó tu libro.
—Amo a esa chica.
—No la conoces.
—¿Le gustó el libro?
—Bastante, dijo específicamente que eres una persona genial que ha ayudado a mucha gente.
—Entonces la amo, listo. —Alzó la manos y reí.
—Le dije que seguro habías fumado algo el día que escribiste sobre los verdaderos colores de la vida.
—Gracias, Theo, menos mal que soy tu favorita.
—También le dije que no me gustaba tu libro. —Reí recordando la cara enojada de aquella pecosa.
—Tienes suerte de que haya cambiado los nombres de los personajes, querido «Sammy» —dijo mostrando sus dedos al hacer las comillas.
Abby decidió prevalecer nuestra privacidad ante todo, así que solo cambió los nombres, así nadie lo notaría.
—Lo sé. Pero es que aunque me guste mucho tu libro, me da mucha gracia molestar a Ginger.
—No la molestes mucho que se te va a escapar de la manos, eh —advirtió saliendo de la cámara dejando solo a mi hermano de nuevo.
—Ya lo dijo la señora. —Alzó las manos y yo reí— ¿Y mi pequeña?
—Está con Ginger en una prueba de atletismo.
—Bueno, ya está tomando su papel de cuñada. Cuando la veas dile que quiero hablar con ella.
—Sí, claro.
—Bien, debo dejarte. Estoy en medio de la preparación de una pizza y se ha perdido la masa —dijo confundido y reí al verlo.
—Nos vemos, saluda a Sky y James de mi parte.
—Y tú a mamá. —Nate sonrió asintiendo.
—Bien.
—Adiós, hermano.
—¡Te quiero! —gritó Abby de lejos.
—¡Yo también! —grité para luego terminar la videollamada.
¿Odiar True Colors? Eso era como odiar mi vida, por favor.
***
Punto de vista de Ginger
—Ponle más emoción —habló Jake saltando a mi lado como si de caperucita roja se tratara.
—Estoy siendo obligada, no tengo emoción —dije caminando junto a mi amigo, tomé su brazo para que deje de pegar saltos.
—¿Qué te pasa, Carrie? —me preguntó deteniéndose en medio del pasillo.
El lugar estaba vacío, como era la primera semana de clases, algunos aún estaban en proceso de elegir sus clases optativas, así que no era obligatorio quedarse hasta la hora de salida.
—No pasa nada. —Acomodé la correa de mi mochila de nuevo y seguí caminando, pero fui detenida de nuevo.
—Le estás mintiendo a alguien que te conoce desde los cinco años. Es un problema del corazón y lo sé, pero créeme que tu historia con el señor mono dorado fue más fuerte que cualquiera que pudiste tener con un zopenco. ¿Oíste? Yo vi cuando te separaban de ese mono, y si vuelvo a ver que te hacen daño por...
—Es Derek —bufé para callarlo.
—¡Yo lo rajo! —Se dio la vuelta y abrí los ojos en cuanto le vi remangarse la camisa.
—¡Jake, no! —Lo detuve tomando su brazo.
En realidad él se detuvo, yo no podría detenerlo.
—¡Solo voy a averiguar qué te hizo! —dijo con su celo fruncido, puse mi dedo sobre su frente deshaciendo toda marca de amargura.
—Vamos a la prueba y te cuento, ¿bien? Vamos. —Me dirigí hacia él y caminamos juntos al campo de entrenamiento mientras le contaba mi desdichada —no completa o iniciada— historia de amor.
—Entonces lo encontraste besando a una rubia y decidiste pensar que era su novia.
—¿Acaso no? —pregunté jugando con sus llaves.
—Sí, pero tú no lo sabías.
—Eso me da tanta esperanza,