Ginger. Ximena Renzo 'Endlesscurl'
para celebrar su entrada al equipo.
—No me importa la fiesta, lo que importa es que te olvidaste.
—¡Nunca me he perdido una presentación, Jake! Sé lo importantes que son para ti y lo mucho que te hace feliz. Solo lo olvidé esta vez. ¡Deja de hacer drama! —me quejé haciéndolo girar de nuevo.
—¿Me estás diciendo dramático?
—Lo eres. —Reí obvia.
—Bien, si me disculpas tengo un baño que limpiar. —Se levantó caminando hacia la salida.
—¿Eso qué significa? —pregunté siguiéndolo.
—Bueno, los baños se ensucian... Y alguien tiene que limpiarlos, entonces tomo estos guantes y...
—No, tarado. Me refiero a que, ¿me vas a ignorar?
—Sip —dijo forzando la letra P mientras se ponía los guantes.
—¿No me vas a perdonar?
—Gánatelo.
—¿Qué?
—Ya oíste, pecosa.
—Oh, no, yo me voy de aquí —me negué y caminé por el pasillo para bajar las escaleras.
Engreído musculoso de pacotilla. Si él no quería arreglar las cosas, no lo haría yo. Solo se me había olvidado una cosa de tantas. Sabía que era importante, pero un error lo cometía cualquiera.
Iba caminando a mi casa mientras tarareaba una canción inexistente en mi cabeza.
Me tomaba el tiempo de ver lo que había a mi alrededor, una pareja caminaba por la vereda tomados de la mano.
Al otro lado un grupo de amigos riendo y entrando al establecimiento de comida rápida.
Una familia conformada por una pareja y su hijo que iba en un pequeño auto.
Y luego estaba yo, sola. Caminando hacia mi casa porque mi mejor amigo era un resentido de lo peor.
—Oye. —Tocó el claxon bajando la ventana del auto. Me hubiese asustado, pero reconocí su voz. Yo giré a verlo y abrí la boca sonriendo en grande— ¿Qué haces tan sola, eh?
—Jake se enojó conmigo. —Ladeé el labio mientras rodeaba el automóvil y me sentaba como copiloto.
—¿Y por qué se enojó contigo?
—Falté a la ceremonia de bienvenida al equipo de béisbol.
—¿Ya se metió a ese equipo también? Ese chico no aprende. —Rio negando con la cabeza— ¿No me vas a saludar? ¿Es porque ya estoy viejo?
—Ay. —Besé su mejilla— Hola, pá.
—¿Vas a casa?
—Supongo que sí, no tengo otra cosa que hacer. —Me encogí los hombros.
—¿Qué tal si salimos tú y yo a embelesar al pueblo con nuestro encanto?
—¿Qué? —Volví a reír viéndole, él sonrió y guiñó el ojo.
Así que terminé en un parque de diversiones junto a mi papá, comimos hamburguesas hasta reventar y regresamos a casa viendo a mamá con cara de culpables, pero le llevamos pizza. Mamá no podía quejarse si tenía pizza.
Yo no me quejaría si tuviera pizza.
Pasados algunos días donde Jake y yo ignorábamos, Kim estaba en el medio, Derek paseaba con su rubia por la escuela, Alai cada vez se pegaba más a mí, el insignificante bicho de Theo hacía lo que solo un insignificante bicho podía hacer, el lunes volvió y yo solo quería enterrar mi cabeza en el jardín y esperar a que todo terminara.
—Oigan, ya pasó una semana, ¿van a seguir así? —preguntó Kim apoyando su cabeza sobre las manos.
—Yo no hablo con niños engreídos.
—Y yo no hablo con pecosas malhumoradas.
—Pues los niños engreídos y las pecosas malhumoradas tienen que darse cuenta de que es una tontería por la que pelearon.
—¿Tontería? ¡Era mi bienvenida al equipo de béisbol!
—¡Como tu bienvenida al equipo de fútbol americano, de tenis y de atletismo todos estos años! —grité alzando los brazos.
—Huff, silencio —llamó el profesor de matemáticas y yo asentí.
—Perdón, señor Williams. Porque yo sí sé disculparme —dijo Jake mirándome.
—¡Yo me disculpé! —Golpeé la mesa levantándome.
—¡Huff, dije silencio! —alzó la voz haciendo que mire a mi alrededor, tenía al menos cuarenta pares de ojos mirándome.
—Lo siento. —Me senté.
—La próxima vez saldrá de mi clase e irá a detención.
—Ya lo oí —gruñí bajando la mirada a mis notas.
—Bien, la teoría dice...
Y perdí la ilación de lo que decía. No quería seguir oyendo a ese viejo feo con cara de haber comido limón.
¡Mandarme a detención! ¡Lo que me faltaba!
—Huff, ¿cuál es la respuesta? —Alcé la vista alarmada. Rayos, rayos, rayos.
Eso me pasaba por ignorarlo.
—Hum... ¿Qué?
—No estaba prestando atención.
—No, no es eso... Es solo que... Bueno sí, no estaba prestando atención, profesor. —Me rendí mientras él bajaba un poco las gafas hacia su nariz. Alzó una ceja y señaló la puerta.
Me estaba botando de la clase.
Bufé cargando la mochila y pasé por su lado mientras tomaba el papel de detención e iba a la salida.
Por lo menos tendría tiempo para leer en silencio.
O tal vez no, porque la banda del equipo estaba ensayando.
Bien, tendría que buscar un lugar.
¿Y ahora a dónde voy?
—¿Qué pasó? ¿Se te perdió algo, Huffy?
Giré a verlo y casi sentí que caía de rodillas y clamaba al cielo que me llevaran.
¿Por qué yo? ¿¡Por qué!?
—¿Sigues con esa cosa? —habló refiriéndose al libro, yo rodé los ojos y lo ignoré caminando del otro lado al que iba él— Ven, te enseñaré algo.
Tomó mi brazo y no puse objeción. Si no era algo divertido, lo golpearía luego.
—CAPÍTULO 5—
Mejores amigos por siempre
Caminamos sin hacer comentarios hasta que decidí preguntar por qué no había entrado a clases, él solo respondió, «ya estamos cerca, Huffy. ¡Corre!». Y me cargó al hombro yendo más rápido que cualquier alumno de esa escuela cuando oían que había pizza en el cafetín.
Ginger —saco de papas— Huff, mucho gusto.
Theo y yo teníamos una relación de no amistad muy rara. A veces había momentos de paz —que duraba segundos— al tener amigos en común, así que mi situación era ir cargada haciendo peso muerto por todo el patio con cara de que nada en la vida me interesaba, pero poco a poco me empecé a marear. Pedí que me bajara y lo hizo rápido, incluso se preocupó.
—¿Estás bien? —Yo saqué una botella con agua de mi mochila y lo miré mientras tomaba de ella.
—Oh, por supuesto. Solo estuve a punto