Ginger. Ximena Renzo 'Endlesscurl'

Ginger - Ximena Renzo 'Endlesscurl'


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por favor. ¿Astronauta? como sea, nadie conoce más de los hermanos Collins que lo poco que sabemos. Y no me interesa su vida, así de simple.

      —El problema de todo es que Collins es un apellido muy común y es difícil saber quiénes son. Gracias, cariño. —Le sonrió Finn mientras yo asentía y tomaba mi helado para caminar a la salida.

      —Ya dije que no me interesa su vida. Mejor vamos a ver qué película hay en la cartelera de una vez —corté la conversación y me llevé a mi amiga al cine.

      Tenía que despedir mi último fin de semana en vacaciones viendo una buena película con mi mejor amiga.

      Aunque en mi mente quedó una duda: Theo y Alai Collins, ¿de quién se escondían?

      —CAPÍTULO 2—

      Vuelvo a clases

      —¡Ginger, tienes veinte minutos para levantarte! —gritó mamá desde la cocina, solté un quejido y me acurruqué en las sábanas arrugando la nariz.

      Mi madre tenía una voz potente.

      ¿Y que por qué mi madre interrumpía mi sueño de belleza?

      Dos palabras que podían aclarar muchas cosas y oscurecerlas aún más si las pensabas mucho.

      La escuela.

      Mis vacaciones se habían ido en un suspiro… Y mis veinte dólares también, Dorothy me las iba a pagar.

      —¡Diez minutos, Ginger! ¡No me hagas subir las escaleras porque vas a terminar con el colchón en el jardín! —Abrí los ojos de golpe y me levante como si mi vida se fuese en ello.

      Mi madre era bastante obstinada si se lo proponía, y la verdad es que le creía, ya había terminado con el colchón en el piso antes.

      »¡Y no me hagas gestos que te conozco, pecosa! —gritó haciendo que vuelva a mi cara inicial, alargando un poco el labio superior hacia abajo mientras ocultaba una risilla.

      Entonces el día empezó. Una ducha, un desayuno a medio comer, y yo corriendo al autobús para no perderlo.

      ¿De qué servía tener una mejor amiga con auto si no podía llevarte a la escuela?

      Pero claro que ella vivía lejos de mí, y no pasaba cerca cuando iba de camino.

      Caminé por el pasillo del bus más tranquila en cuanto estuve ahí.

      Contigo no me siento.

      A ti no te conozco.

      No eres bienvenido en mi vida.

      Tú me asustas.

      Tú me aturdes.

      Bien... sí, ese asiento es perfecto.

      Me reí internamente porque sí, en ese lugar no había nadie más.

      Entonces me senté acomodando mi mochila en mis piernas.

      El día era cálido y había un poco de viento frío, y es que así se ponía en los meses de septiembre.

      Abrí True Colors donde me había quedado y busqué la última frase que leí. Reí al leer sus graciosos momentos de «estoy enojada y te insulto en italiano». Y eso me hizo pensar que me encantaría aprender italiano.

      —¡Buen día queridos, compañeros! —alzó la voz mientras subía al bus.

      Cerré los ojos por un segundo en cuanto lo oí.

      ¿No le bastaba tener un auto genial? ¿Por qué tenía que subir al bus escolar?

      —¡Hola, Huffy! —Theo se sentó a mi lado, por supuesto no contesté, luego de mirarle de lado, seguí leyendo— ¿Cómo estás? Hace un poco de frío, ¿verdad?

      —No me caes bien —murmuré acomodándome un poco a la izquierda.

      —¡Esas son puras mentiras! —Rio agitando la mano con desdén— ¿Qué lees?

      —¿Te importa? ¿Si quiera sabes leer? —Fingí una sonrisa de lado y volví a mi lectura.

      —Oh, True Colors, odio ese libro —comentó quitándomelo de las manos.

      —No sabes nada de la vida. —Le saqué el libro de vuelta y lo cerré guardándolo en mi mochila.

      —Vamos, claro que sí. Además, ¿los colores de la vida? Esa chica debe estar loca y fumaba algún tipo de alucinógenos cuando lo escribió.

      —Mira, Theo. Es tu opinión, pero Abby es una persona genial y ha ayudado a mucha gente. Sus personajes son importantes, incluso los más pequeños.

      —¿Sammy y Molly? Claro, los hermanitos de Nathan —acotó mientras asentía— no lo creo, sigue sin gustarme.

      —¿Entonces por qué lo leíste?

      Había logrado enfrascarme en el tema y también que le contestara. ¡Genial!

      —A pedido de alguien especial. No podía decirle que no. Además, no leí todo el libro...

      —Bueno, deberías. Si quieres. —Me encogí de hombros y me puse los audífonos. Había declarado esa conversación por terminada.

      No a todos les iba a gustar lo mismo que a mí, así que solo debía dejarlo ir. Como había mencionado antes, la vida de una fan es dura, y hay que afrontarla.

      ***

      —¡Oye, G! —gritó Kim alzando la mano en nuestra mesa de almuerzo, sonreí y saludé mientras caminaba hacia ella. —Me tomé la libertad de elegir tu almuerzo. Demoraste mucho.

      —Estaba hablando con el consejero —comenté sentándome con mi amiga—. No sé qué hacer, ¿cómo quieren que decida a qué voy a dedicarme toda la vida a esta edad? ¿No ven que soy una niña aún? —me quejé.

      —Yo siempre te vi muy artística, Solecito —Kim habló y tomó un poco de jugo. ¿Me había dicho Solecito?—. Ya lo encontrarás.

      —Como sea, ya veré qué hago, ¿qué tal tu día?

      —Bien, me enteré de que Theo Collins viajó en el autobús escolar. —Rio tapándose la boca. Los chismes en la escuela iban más rápido que un guepardo.

      —Sí, se sentó a mi lado y empezó a criticar True Colors, ¿puedes creerlo? —Tomé un poco de agua y rodé los ojos mostrando mi descontento.

      —Ya me imagino que lo destruiste y lo dejaste en vergüenza nacional, ¿no?

      —No lo hice, solo intenté hablar lo menos posible. Pero ese chico me hace hablar de más —me quejé ladeando el labio.

      —Vamos, G, él es divertido.

      —Claro que no, sus bromas son tontas. Por eso todos lo quieren.

      —Hablando del rey de Roma… —Rio bajito empezando a comer su hamburguesa.

      —Si no estudiáramos en el mismo colegio, podría pensar que me persigues, Huffy. —Sonrió el chico pasando por mi lado, yo solo lo ignoré y seguí hablando con Kim.

      A él solo le gustaba molestarme porque no me reía de sus chistes. ¡Lo único que pedía era un poco de paz!

      —¿Te apuntarás para el taller de teatro? —mi amiga interrumpió mis pensamientos, le había dado una mordida a la hamburguesa, así que solo encogí los hombros esperando a poder hablar.

      —No lo sé, no he revisado bien la lista de cursos extras…

      —Pues entonces considéralo, dicen que Derek se ha apuntado —sugirió poniendo la cabeza sobre sus manos apoyadas.

      Derek —lindo, castaño e inteligente— Griffin.

      No era el mariscal del campo, el capitán de béisbol o un tipo popular entre la gente, en realidad


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