Ginger. Ximena Renzo 'Endlesscurl'

Ginger - Ximena Renzo 'Endlesscurl'


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equipo, luego el señor Thompson dijo que me callara y que a la próxima me iría del salón, entonces no presté atención a lo que dijo, luego me preguntó que cuál era la respuesta, pero yo estaba evitando oírlo porque es un viejo feo con cara de haber comido limón y se enojó porque no estaba prestando atención y me señaló la puerta y me salí no sin antes tomar el papel de detención, así que ahora estamos aquí y yo te cuento lo que pasó. ¡Lo bueno es que ya me amisté con Jake! —Sonreí recuperando el aire. Había dicho todo tan rápido que me cansé. El rostro de mi mamá iba relajándose poco a poco.

      —¡El señor Thompson! ¿En matemática, Ginger?

      —Sí, ya sé. Prometo no salir desaprobada. De hecho, estoy haciendo trabajos justo ahora. Matemática viene luego. —Le mostré los folios y ella solo rodó los ojos.

      —Bien, pero igual estás castigada.

      —Lo merezco, mami. —Asentí tomando el lápiz. Ella soltó una risilla agregando algo más.

      —Y sin teléfono hasta mañana. —Estiró la mano y yo alcé las cejas sacando el labio inferior.

      —¿Hasta mañana? —Dejé el teléfono sobre su mano, pero también me mantuve ahí, por si cambiaba de opinión.

      —Ya oíste, ahora sigue haciendo esas tareas. —Me terminó de quitar el aparato de las manos y asentí derrotada. —Las desventajas de tener una hija que se porta bien es que no se le puede sancionar como se debe. ¡No sé cómo se le castiga a un hijo de verdad! —se quejó negando con la cabeza mientras salía de mi habitación. Reí volviendo a mi tarea de la industrialización.

      Pero pensándolo bien, algo de lo que dijo mi mamá era bonito: No sabía cómo castigarme porque sentía que nunca le daba problemas.

      —¡Ya llegué! —gritó papá desde abajo, cerré los ojos y esperé un par de minutos, para sentir una corriente en la cintura que me hizo pegar un brinco automáticamente. Siempre llegaba a saludarme con cosquillas.

      —¡Pá! —Reí quejándome y él chocó mi puño, ese era nuestro saludo.

      —Hola, Bombón. —Besó mi frente y sonreí.

      —¿Qué tal tu día?

      —Bien, y si todo va como hasta ahora, a fin de mes tendré un ascenso. ¿Qué te parece? —Mi padre se puso en cuclillas frente a mí, le echó un vistazo a lo que estaba haciendo.

      —¡Genial! Me alegra mucho, pá —comenté escribiendo algunos datos en el cuaderno.

      —¿Y tu día?

      —Adivina. —Rodé los ojos alzando el papel de detención que mamá había dejado en mi escritorio.

      —¿Ya te amistaste con Jake?

      —Sí. —Asentí sonriendo.

      —Bueno, eso está bien para mí. —Guiñó el ojo dejando el papel en el escritorio.

      —No tanto para mí.

      —¿Castigada?

      —¿Tú qué crees?

      —Sin teléfono —dedujo riendo.

      —¡Todo un día! —Dramaticé alzando los brazos.

      —Asume tus actos, Bombón.

      —Ya sé, pá. Lo acepto, fue mi culpa. —Encogí los hombros mientras enviaba el comando para imprimir la hoja de dibujos.

      —¿Y lo demás?

      —De Elmer Butts.

      —¿Sigue molestando? —preguntó preocupado, él sabía que no me agradaba.

      —Como siempre —bufé recogiendo la hoja para empezar a cortar.

      —Ya veremos cómo solucionarlo, Bombón.

      —Eso espero. O le damos unas buenas patadas en su apellido.

      —¡Pá! —Solté una risilla pegando los dibujos en el cuaderno— Bueno, ya está historia. Una tarea menos. —Lancé el libro a mi cama, pero cayó al piso.

      —¡Buena puntería! —se burló levantando el cuaderno y se recostó en mi cama.

      —Gracias, nunca tan buena como la tuya señor soy-el-mejor-en-todo.

      —Bombón, no es mi culpa tener ese don innato de hacer todo bien —habló con gracia y elegancia mientras movía los brazos.

      —Mejor ve a comer o algo. —Le saqué la lengua abriendo el cuaderno de matemática, junto a los apuntes de Jake.

      —¡Cariño! ¡Nuestra hija está enojada conmigo por hacer las cosas bien! —gritó papá saliendo de mi habitación, fingió que lloraba, reí rodando los ojos y volví a mi tarea.

      El señor Thompson, junto a Elmer Butts, estaba en mi lista negra.

      —CAPÍTULO 8—

      Hola, hijos

      Punto de vista de Theo

      —Y eso es todo hasta hoy —hablé dándole un mordisco a la pizza.

      —¿Verdad que debería decirle que le gusta? —comentó Alai riendo.

      —No, aún no —contestó Nate con el celular en la mano.

      —Es cierto, todavía no es momento —mencionó Abby desde la videollamada.

      —¿Ven? Somos tal para cual. Ella es cupido y yo soy su sexy asistente y socio —dijo Nate golpeando su barbilla con el puño.

      —Sueña. —Reí rodando los ojos.

      —Como los amo —dijo Alai mordiendo la manga de su jersey.

      —Y yo a ti bonita —contestó Abby sonriendo.

      —Chicos, Abby y yo tenemos algo que proponerles.

      —¿Ahora, Nate?

      —Sí, que sea de una vez, chispita. Anda.

      —¿De qué hablan? —pregunté confundido.

      —Bueno, los chicos inician las clases dentro de poco, y como verán, nosotros estamos bastante ocupados con los contratos en Latinoamérica —habló Nate mirándonos.

      —Así que... Necesitamos a alguien que los cuide por un par de meses hasta que volvamos a casa. Vendremos de vez en cuando, no vamos a estar dos meses sin ver a los niños —contó Abby sonriendo.

      —En realidad, mamá se encargará de ellos, pero los días que tenga esas reuniones en la oficina, como hoy en las que desaparece todo el día, necesitaremos de ustedes como niñeros.

      —¿Tanta cosa para eso? —Rio Alai soltando la manga.

      —¡Eso no es problema! Sky y James nos aman. —Sonreí mientras Nate miraba a Abby.

      —¿Entonces no les molesta? —preguntó Nate y nosotros negamos— ¿Ya ves, desconfiada? ¡Te dije que era buena idea!

      —Tú dijiste que ellos... —Abby rio y negó— Bien, no importa. Lo importante es que los niños que cuidé cuando era niñera, serán los niñeros de mis hijos.

      —Tu vida es una novela constante, Abby. —Alai comentó.

      —Literalmente una novela. —Reí aplaudiendo mi propia broma— ¿Entiendes? ¡Literal! ¡Porque tienes un libro!

      —Hermano, cállate —dijo Alai mirándome, yo saqué el labio inferior y bajé la cabeza.

      —Bueno, chicos y chica, ya es un poco tarde por acá y necesito dormir. Los veo dentro de poco. Pórtense bien.

      —¡Te queremos, Abs! —hablé junto a mi hermana mientras ella mandaba besos.

      —Te


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