Ideología y maldad. Antoni Talarn

Ideología y maldad - Antoni Talarn


Скачать книгу
acalla el razonamiento. Cuando la borrachera de pasión desaparece, vuelve a ser el mismo. El desenfrenado no posee una recta razón.

      ↘ Muchas gracias por su intervención. Lo que nos acaba de decir el docto Aristóteles me sugiere una pregunta. ¿Hasta qué punto se es, o no, siempre malvado? ¿El incontinente, como el borracho, no lo sería siempre y el desenfrenado sí?

      Kant: Creo que esa sería una buena respuesta. Este tema ha dado lugar a interesantes reflexiones filosóficas y prácticas. La filósofa Agnes Heller escribió sobre este punto después de la caída del régimen comunista.

      ↘ ¿Y qué decía?

      Kant: Decía que en un régimen totalitario hay los «malvados originales» y los «malvados por infección». Los primeros crean las máximas, los principios, y les son fieles hasta el final. Eso puede verse en las filmaciones del juicio de Núremberg, por ejemplo. Impresiona ver cómo los acusados, responsables directos de millones de muertos, sostenían sus teorías y no expresaban remordimiento alguno. Los infectados, o seguidores de los primeros, en cambio, pueden reescribir su pasado, dejar de ser totalitarios y no ejecutar otros males.

      ↘ ¿Se les ofuscó la razón, entonces?

      Kant: Fueron incontinentes, frágiles, se dejaron llevar por las ideas de otros. Por eso es tan importante poner coto a nuestros deseos. Insisto: no debemos tratar a los otros como medios sino como fines. Séneca, un romano al que no conocí decía: homo, res sacra hominiest, o sea, «el hombre es cosa sagrada para el hombre».

      Sócrates: ¿Quién podría negar el valor de esta sentencia, que se contrapone a la famosa máxima «el hombre es un lobo para el hombre», de nuestro amigo inglés Thomas Hobbes? Sin duda, un amor excesivo por uno mismo y la incontinencia frente a los propios deseos es fuente de grandes males. Pero aquellos males más enormes, más numerosos, aunque se articulan también a través de los deseos de algún humano, derivan de las ideas y de la razón. No olvidemos que Hobbes veía al hombre como malvado porque consideraba que cualquiera que sea el deseo de un hombre, a sus ojos siempre será un bien. Es decir, ese hombre estará, en muchas ocasiones actuando con ignorancia, que es lo que sostengo.

      Eibl-Eibesfeldt: Puesto que ha salido esta frase tan famosa de Hobbes, me gustaría matizarla. Creo que si pudiésemos comportarnos, en según qué aspectos, más como lobos que como hombres, algunas cosas nos irían mejor. Así que dejemos a los lobos en paz, que no poseen maldad alguna, excepto el del cuento de Caperucita Roja.

      ↘ Bueno, ya nos enseñó Bruno Bettelheim que, en ese relato, el lobo representa aspectos de la propia niña que ahora no vienen al caso.

      Eibl-Eibesfeldt: Sí, por eso es muy importante saber que los lobos, y muchos otros vertebrados, poseen mecanismos de inhibición de la agresividad y los humanos también. Estos mecanismos evitan males mayores en caso de conflicto.

      Lorenz: No lo creo. Como el ser humano no posee armas naturales, estos mecanismos inhibitorios no aparecieron en su filogénesis. No eran necesarios. Lo que ha pasado con el ser humano es que su evolución intelectual y tecnológica ha sido vertiginosa y no le ha dado tiempo a amortiguar su poder destructor. Esto es lo que ha hecho descarrilar la agresión natural y la convierte en un problema. En pocos años el hombre ha fabricado armas muy mortíferas y ello ha roto el equilibrio natural, por así decirlo.

      Eibl-Eibesfeldt: Eso de que el humano no posee mecanismos inhibitorios de la agresión no lo tengo tan claro. Pero con el concepto de «agresión descarrilada» sí estoy de acuerdo. En ese salirse de la vía marcada biológicamente, la agresión humana se puede transformar en maldad.

      Lorenz: Gracias. Por eso hace falta lo que denomino «moral responsable». Es lo único que puede compensar, a duras penas, el desequilibrio que mencioné antes. Soy moderadamente optimista, la verdad, con respecto a lo que puede suceder en un futuro. Creo que se puede enseñar a la humanidad a controlar mejor todo esto.

      ↘ ¿Cómo?

      Lorenz: No quiero extenderme, pero con un mayor conocimiento de las raíces biológicas de la conducta, fomentando la amistad, la cooperación y la sublimación, con educación humanista y canalizando el entusiasmo de las masas, las cosas podrían cambiar algo.

      Fromm: Bueno. Con todo respeto, estas me parecen recetas un tanto manidas. Creo que hace usted extrapolaciones excesivas al aplicar sus conclusiones biológicas al ser humano. Ya se lo dijo su amigo Niko Tinbergen, etólogo y premio Nobel: «no se puede trazar una línea recta entre los peces, los gansos, los primates y el ser humano». Sostengo que el hombre es una anomalía del universo, porque trasciende las leyes de la naturaleza. La historia social y cultural del ser humano exige otras consideraciones, más allá de la biología evolutiva.

      Lorenz: Sí, ya sé que usted cuestiona seriamente mis propuestas. Pero se le escapa una cuestión muy importante al criticarme. La de que los animales también poseen rudimentos de moralidad. Déjeme explicarle que ya en 1902 un ruso llamado Piotr Kropotkin, un hombre de vida fascinante, escribió un libro sobre la ayuda mutua en el que señalaba que la cooperación entre seres vivos es un elemento fundamental para la supervivencia. Un elemento diferencial con las ideas de Darwin. Es decir, no solo de lucha se vive. Y, hoy en día sabemos, como le decía, que los animales presentan muchos aspectos morales. Esto podría, además de explicar el enlace naturaleza y cultura, apoyar mis propuestas sobre un fomento de la moralidad y el control de la agresión, puesto que se ha demostrado que la moralidad también posee unas bases evolutivas.

      ↘ ¿Nos puede ampliar esa idea, por favor?

      Lorenz: La investigación moderna confirma que los humanos no somos los únicos seres morales. No podemos entrar en detalles, pero les diré que los animales poseen una variedad de comportamientos morales. Algunos tienen que ver con la cooperación, otros con la empatía. Kropotkin tenía razón, la naturaleza no es solo algo rojo con dientes y garras, cómo decía Darwin. La cooperación es también una estrategia adaptativa que ha evolucionado en muchas sociedades animales, incluida la humana.

      Kant: Señor Lorenz, con todos mis respetos, déjeme decirle que me parece que no entiende bien lo que significa el término moral. Usted, con su anterior aportación, lo que hace es, en realidad, presuponer una determinada moralidad objetiva y entonces, al constatar esos mismos comportamientos en los animales, tildarlos de morales. Sin embargo, todo el sentido de la ética radica en la libertad, condición de la que los animales carecen, por lo que resulta inadecuado atribuirles una moralidad.

      ↘ Creo que muchos oyentes, como yo mismo, estarán esperando sus explicaciones.

      Lorenz: No son investigaciones mías sino de colegas en el ramo de la etología, pero, si me lo permiten, les puedo hacer una breve síntesis.

      ↘ No solo se lo permitimos, se lo rogamos. Pero me imagino que está usted hablando solo de los primates.

      Lorenz: Para hablar de conducta moral hace falta que el animal posea cierta complejidad en la estructura social, con normas de conducta bien establecidas, una cierta capacidad cerebral, con capacidades cognitivas avanzadas y flexibilidad conductual. Hay ejemplos de cooperación entre ratones, hienas, lobos, primates, y de empatía entre ballenas, ratones, monos y elefantes.

      ↘ ¿Nos podría poner un ejemplo?

      Lorenz: Un experimento, muy conocido, demostró que un mono Rhesus hambriento no tiraba de la cadena que le proporcionaba comida si esto implicaba que otro compañero suyo recibía una descarga eléctrica. De hecho, el mono hambriento estuvo a punto de morir de hambre por no causarle dolor al otro. Y, como es sabido, las neuronas espejo se encontraron en monos. Entre ballenas, orcas y delfines se han dado casos de grupos que no abandonan a un herido o moribundo. Los elefantes tratan, claramente, de ayudar a sus congéneres heridos y pueden alimentar a los más débiles.

      Fromm: Perdone, pero ¿no es hacer antropomorfismo decir que


Скачать книгу