Ideología y maldad. Antoni Talarn

Ideología y maldad - Antoni Talarn


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No quiero excusarme y es cierto que todos podemos cometer errores. Errores en los que parece que la conciencia moral se desconecta. Lo que en términos psicoanalíticos diríamos se «escinde». Es que, en realidad, nunca nos llegamos a conocer del todo.

      ↘ Eso parece, pero doctor Fromm, siga usted, por favor, nos gustaría conocer más en detalle sus puntos de vista sobre la maldad y la agresión. Usted los ha trabajado más que Freud y sabemos que son muy interesantes. Además ha discutido acaloradamente, por escrito, muchas de las cosas que aquí se han dicho.

      Fromm: Creo que hay una agresión benigna, adaptativa, favorable a la vida y una agresión maligna, no adaptativa. La benigna sería común a hombres y animales, un programa para atacar o huir. Es instintiva o innata, como ustedes quieran, pero es universal. Como ejemplos tendríamos la agresión que se da en el juego, la autoafirmadora o la defensiva. La agresión maligna es exclusiva del humano, no es innata ni universal, por fortuna.

      ↘ ¿De dónde proviene la maldad, entonces?

      Fromm: Este es un tema del que me he ocupado con fruición. Como ya saben, en 1973 escribí un texto que se hizo famoso, titulado Anatomía de la destructividad humana.

      ↘ ¿Pero este no es un texto de un autor catalán llamado Adolf Tobeña?

      Fromm: No, no. Tobeña publicó otro bajo el título de Anatomía de la agresividad humana, en el año 2001.

      ↘ Pues parece que le plagió buena parte del título.

      Fromm: Bueno, eso lo dejo a la consideración de los oyentes. Un poco extraño sí que resulta, pero él sabrá sus razones. Desde luego, conociendo al autor no creo que sea un homenaje a mi figura, aunque, la verdad, me la trae al pairo. Los oyentes pueden leer los dos textos, si les place, y así tendrán más información.

      ↘ Buen consejo, sin duda. Quedaba en el aire la pregunta de dónde proviene la maldad, según usted.

      Fromm: Esa es una pregunta enorme. De entrada quiero aclarar que no estoy de acuerdo con el modelo freudiano de dos pulsiones básicas. No se puede explicar toda la agresión en base a una sola pulsión de muerte. Yo veo la cosa un poco más complicada. Tampoco estoy de acuerdo con Lorenz y su exagerado énfasis en el darwinismo. Ya he dicho que creo que se le escapan algunas peculiaridades del ser humano. Lorenz llega a afirmar que el instinto agresivo, si no se descarga, lo acabará haciendo in vacuo, es decir, sin estimulación externa de ningún tipo. Esto me parece una barbaridad. Nada en el ser humano es una respuesta en el vacío.

      Freud: Usted, como psicoanalista, ha tratado de vincular la psique con la cultura y la sociedad mejor que nadie y ha creado escuela. Explíquenos su modelo, por favor.

      Fromm: Será un placer y procuraré ser breve, lo cual no será fácil. Considero que existe algo que podemos llamar naturaleza humana. Pero, a diferencia de los etólogos, yo veo esta naturaleza como algo exclusivamente humano. Esta naturaleza consiste en un conflicto existencial; existencial en el sentido de que tiene que ver con la propia existencia del hombre. Conflicto entre su dotación biológica y su dotación psíquica. El humano, por el hecho de poseer razón y conciencia de sí mismo, no puede contentarse con satisfacer solo sus necesidades básicas y sentirse como una vaca satisfecha. Quiere más, ansía más. Tiene una serie de necesidades diferentes de las del animal. Y también tiene pasiones, vinculadas con esas necesidades.

      Sócrates: Pues mi discípulo Platón ya decía que las pasiones se apoderan del alma y producen injusticias.

      Kant: Y yo apunto: la pasión es una inclinación difícil o absolutamente invencible para el sujeto. Ya sea una pasión ardiente, como la ira, o una fría, como el ansia de poder.

      Fromm: Bueno, las pasiones no siempre producen injusticias. También pueden operar de modo constructivo. Hay pasiones muy útiles, como el afán de saber, por ejemplo, o la pasión amorosa bien elaborada.

      ↘ ¿Cuáles son esas necesidades, Dr. Fromm?

      Fromm: Se las enumeraré brevemente y les diré cómo estas necesidades pueden satisfacerse de dos modos: uno favorecedor de la vida y otro contrario a la vida. En este segundo modo aparece la maldad.

      ↘ Explíquenos, se lo ruego.

      Fromm: La maldad aparece cuando el ser humano da respuesta a las necesidades de la vida con pasiones contrarias a la misma. Pero he de dejar claro una cosa: tanto las pasiones enemigas de la vida como las favorecedoras de la misma son respuestas humanas a las necesidades. Unas y otras son profundamente humanas. Puede llamarse malo al hombre destructor porque la destrucción es mala, pero él es humano. No es un monstruo ni ha regresado a la vida salvaje. Un hombre malvado es un fracaso existencial. Solo aparecen las pasiones destructoras cuando faltan las condiciones necesarias para que se den las positivas. Estas condiciones positivas son: libertad, estimulación activa, afecto, ausencia de dominio explotador y modos de producción centrados en el hombre.

      ↘ Le repito la cuestión. ¿Cuáles son esas necesidades?

      Fromm: Las enumeraré para que al oyente le resulte fácil seguir mis razonamientos.

      1. Necesidad de orientación y devoción. Necesitamos sentirnos guiados, poseer un marco de referencia. Las impresiones han de tener un sentido y eso viene del consenso con los demás, en parte. No hay cultura sin ideología, por ejemplo. Las ideologías que pretenden resolverlo todo son muy atractivas. Aquí puede aparecer la maldad en tanto en cuanto nos dejemos sugestionar por doctrinas, religiones o políticas irracionales o destructivas.

      2. Necesidad de raigambre, de vínculos con el prójimo. Si estos se dan de modo amoroso, libre y productivo todo va bien, pero si se dan en base a la dominación o ser dominado, o en base al narcisismo pueden surgir problemas. Otro modo de relacionarse con los demás es aniquilarlos. Aunque resulte paradójico. Si nada existe fuera de mí anulo la necesidad de relacionarme.

      ↘ Perdone, pero me he perdido. Dice usted que tenemos la necesidad de vincularnos y una forma de satisfacer esta necesidad es aniquilar a los demás. No lo entiendo.

      Fromm: Lo que digo es que esa necesidad hay que satisfacerla, hay que calmarla, apaciguarla. Esto se puede hacer de un modo constructivo o destructivo. El modo destructivo se implementará en el carácter del sujeto si las circunstancias en las que ha crecido y vivido han sido desfavorables. Entonces aplicará aquello de «muerto el perro se acabó la rabia». Si destruyo al otro no sentiré más ansia por relacionarme con él.

      ↘ Me cuesta de ver pero siga, por favor.

      Freud: Creo que la idea sería, corríjame doctor Fromm si me equivoco: si odio a los demás ya no los necesito. Como las circunstancias de mi vida me han sido tan desfavorables prefiero sentir que no quiero a nadie ni necesito a nadie. Esto llevado a un extremo puede ser destructor.

      Fromm: Bravo por su ayuda maestro. Continúo pues. La tercera y cuarta necesidades son las de unidad y efectividad. Necesitamos sentirnos unidos al mundo en general, a la naturaleza, a la humanidad. Las religiones y rituales aquí juegan un papel fundamental. Pero un mal camino puede llevarnos a fusionarnos con organizaciones sectarias, dejando de ser persona para ser un número más. La efectividad, por su parte, es la necesidad de sentirnos útiles, capaces de hacer algo, activos, no solo pasivos, ser actores importantes. Si se cubre esta necesidad de modo negativo se ejerce el poder sobre los demás, o se los somete, tortura o asesina, sintiendo su miedo, apreciando que somos nosotros los agentes causantes de algo importante.

      ↘ ¿Esto último tendría relación con el llamado síndrome de Eróstrato? Es decir, con esas personas que buscan notoriedad y ser el centro de atención a través de los actos más viles, o sean cuales sean las consecuencias. Como aquel joven que propinaba patadas por la espalda a mujeres en Benidorm o Barcelona, para derribarlas, y después colgaba las filmaciones de la acción en las redes sociales.

      Fromm:


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