Ideología y maldad. Antoni Talarn
Los invitados a la tertulia ya están todos en sus asientos y el presentador, que no es otro que el propio autor de este texto, da las últimas instrucciones para lograr una emisión ágil y sin demasiados tecnicismos. Les advierte que, aunque se trata de un espacio para oyentes de un cierto nivel cultural, tampoco hay que excederse.
La tertulia lleva por título «Hablando sobre la maldad», un tema que la dirección de la emisora cree que será de interés y de actualidad, dados los últimos acontecimientos sucedidos (un atentado terrorista en Barcelona, un crimen pasional en Teruel y un ataque con armas químicas en Siria).
Como es costumbre, tras la cortinilla de entrada, el presentador inicia el programa con una introducción general.
↘ Presentador: Buenos días. Hoy vamos a hablar sobre la maldad. Un tema que, sin duda, nos preocupa a todos y abre muchos interrogantes, especialmente tras los sucesos que estamos viviendo últimamente. En el programa anterior, como recordarán nuestros oyentes más asiduos, ya dejamos bien sentado que la maldad es una acción exclusivamente humana que provoca un daño o un dolor que podrían ser evitables. Así pues, retomamos el debate desde este punto.
Contamos hoy con un grupo de invitados de auténtico lujo. Les presento a los señores Sócrates e Immanuel Kant, representantes ilustres de la filosofía; a los insignes etólogos Konrad Lorenz e Irenäus Eibl-Eibesfeldt; a los reputados psicoanalistas Sigmund Freud y Erich Fromm y, por último, a Albert Bandura y Philip Zimbardo, psicólogos de prestigio internacional. A su vez, en este programa dejaremos las líneas telefónicas abiertas por si algún especialista a la escucha se anima a participar.
Antes de abrir el debate permítanme hacer unas reflexiones previas. Steven Pinker, en un libro que se ha hecho mundialmente famoso, titulado El angel que llevamos dentro, dice que la humanidad vive en el período más pacífico de su historia. Manejando gran cantidad de datos y referencias históricas, este psicólogo, profesor en Harvard, muestra cómo la violencia ha ido disminuyendo progresivamente a lo largo de los siglos y sostiene que la actual es la época menos cruel, peligrosa y violenta que hemos vivido nunca. Presenta argumentos difíciles de rebatir que demuestran que hay menos guerras, asesinatos, tortura, esclavitud, violaciones y vejaciones diversas; constata que se ha avanzado mucho en derechos para las mujeres, niños, ancianos y minorías antes estigmatizadas.
¿Significa esto que la humanidad ha progresado moralmente? ¿Qué les parece si abrimos el debate con esta cuestión?
Sócrates: Buenos días. Como soy el más mayor tomaré la palabra en primer lugar, si me lo permiten. Respecto a esta cuestión inicial que usted plantea piense que en mi época, por ejemplo, tener esclavos era una cosa que estaba bien vista. Incluso Platón y Aristóteles la justificaban. Hoy en día esto sería impensable, pero, muy probablemente, por el cambio de las costumbres y las leyes, no tanto porque dispongamos de una conciencia moral mayor que antaño.
Zimbardo: Como psicólogo social quiero decir algo en este punto. No es fácil hablar de progreso moral. En primer lugar, porque el concepto de progreso moral no ha de entenderse equivalente a un cambio en la conducta moral individual. Decir que ha habido, o no, progreso moral, no implica que haya habido un cambio en las inclinaciones del sujeto particular. La valoración del progreso moral no se puede hacer en términos de conductas individuales. Quizá nos matamos menos que antaño, pero no sé si somos más bondadosos. En segundo lugar, es difícil hablar de progreso moral porque no se puede considerar a la humanidad como un ente único, dadas las enormes diferencias de todo tipo entre las poblaciones humanas. Lo que nos permite valorar si hay o no progreso en una determinada sociedad es contemplar la sensibilidad de la misma hacia el sufrimiento y el dolor, así como también el respeto de esa sociedad hacia el valor intrínseco de las personas, su dignidad y libertad. Esto se puede ver en las leyes, costumbres e instituciones de cada sociedad en particular.
↘ ¿Entonces podemos decir que, en este sentido, hay sociedades que han progresado más que otras?
Zimbardo: Al menos teóricamente sí. Aquellas sociedades que poseen leyes explícitas para evitar sufrimientos, proteger a los más débiles y respetar los derechos humanos, son, o pretenden ser, más morales que otras que no las tienen.
Fromm: Pero no olvidemos que los estados, incluso los más ricos y democráticos, siguen siendo severos con sus ciudadanos de a pie —no con las élites— y crueles con los inmigrantes y refugiados. Los fanatismos no parecen decaer en su empuje y los «ismos» de todo pelaje surgen por doquier. La pena de muerte continua vigente en muchos lugares y la tortura se practica en tres de cada cuatro países del mundo. Las guerras se ceban ahora en la población civil y los derechos fundamentales son pisoteados por los ejércitos, las mafias, ciertas corporaciones financieras y no pocas multinacionales y Estados.
↘ Eso es cierto. Hace poco vino un representante de Amnistía Internacional y nos trajo su último informe. La conclusión fue clara: ni de lejos se puede considerar que la humanidad haya alcanzado un estado de mansedumbre o generosidad.
Fromm: No cabe regocijarse demasiado sobre el supuesto progreso empático del género humano. En todas partes hay mucha anestesia moral o «ceguera moral», como diría Zygmunt Bauman.
↘ Quizás por ello, y teniendo en cuenta los tiempos que corren, no faltan iluminados que proponen la mejora moral de la humanidad a través de la psicofarmacología.
Freud: ¿Lo dice en serio?
↘ Desde luego. No solo hay médicos tras esta idea, también hay psicólogos y filósofos en un debate muy abierto. Hay quien cree que se podría plantear aumentar el altruismo, la empatía o disminuir el racismo, tomando píldoras de oxitocina, por ejemplo.
Freud: En mis tiempos, ya anuncié que se fabricarían fármacos para combatir los trastornos mentales, pero esto no lo podía imaginar.
Fromm: Pues a mí me parece una barbaridad. Ya estamos próximos al soma de Huxley.
↘ Desde luego, la relectura de Un mundo feliz da mucho que pensar en pleno siglo XXI. Habría tema para un largo debate, sin duda. Pero sugiero centrarnos en el tema de la maldad, propiamente dicha. La violencia y la maldad no son entes en sí mismos que cabe analizar asépticamente. Ambas se ejecutan en unos escenarios históricos, como las revoluciones o las rebeliones; en ámbitos políticos, familiares, religiosos, culturales, deportivos, ideológicos; y por medio de diferentes agentes, ya sean colectivos, como el Estado, el ejército, las bandas, las mafias, o individuales. De ahí que los profesionales de la filosofía, la etología, la sociología y la psicología nos auxiliarán en este complejo y entretenido camino. ¿Quién empieza?
Sócrates: De entrada déjenme decirles, como representante de los filósofos, que el tema del mal tiene una enorme tradición en nuestro gremio, como pueden imaginarse. Solo el punto del porqué un Dios benevolente tolera el mal ha consumido miles de páginas.
↘ Pero hoy día, este tópico está ya superado, ¿no es así?
Sócrates: Se equivocarían si lo creyesen. En la actualidad aún existen filósofos que tratan de aclarar la relación entre Dios y el mal. Incluso hay quien sostiene que el sufrimiento puede ser un privilegio, aunque venga impuesto. Por ejemplo, el famoso filósofo Richard Swinburne.
↘ Me sorprende un tanto, la verdad. Creía que nadie sería capaz de sostener algo así en los tiempos que corren.
Sócrates: Pues ya ven ustedes. Es una tradición filosófica que arranca en San Agustín y llega hasta el siglo XXI. Aún hay quien sigue discutiendo si Dios es o no omnipotente ya que no puede eliminar el mal.
↘ Me gustaría saber qué le diría este tal Swinburne a un torturado o a una víctima de Estado Islámico. Pero propongo que dejemos de lado estas divagaciones, porque creo que, hoy día, no nos llevarían muy lejos. No es a los dioses a los que hay que interpelar sobre la maldad, sino a los humanos. ¿No les parece?
Kant: