Tu Mañana empieza Hoy. Rafael González

Tu Mañana empieza Hoy - Rafael González


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temor y el estar atado a lo seguro, nos hace renunciar a los cambios, o a desertar de nuestros sueños. Debes entonces tener presente que perseverando “todo puede lograrse”, que el amor y la fe nos darán la fuerza suficiente para obrar milagros, y que ningún camino es demasiado empinado para un hombre que avanza decidido y teniendo en claro sus objetivos. Las conquistas a lograr pueden ser muchas y variadas; sobrellevar una enfermedad, reconquistar una pareja, conseguir riquezas materiales, o abrazar con fe la espiritualidad.

      No importa cuál sea ese gran objetivo a concretar, “porque todo aquello que te propongas, está al alcance de tus manos”. Nadie dice que las condiciones para alcanzar el éxito sean fáciles, pero no hay otra manera de lograrlo más que trabajando duro, siendo perseverante, y creer ciegamente en lo que estás haciendo. No te rindas, no claudiques, no abandones tu propósito. Quema todas esas naves del pasado que te han llevado a un estado de abandono, tristeza e inseguridad... porque cuando eso ocurra, ya no podrás volver atrás, y no tendrás más opción que tomar los pedazos rotos de esa felicidad perdida, y recuperar esa energía para enfrentar con la cabeza en alto cualquier obstáculo que se interponga en tu camino.

       * ...El final de aquella historia de Alejandro Magno, finaliza contándonos que aquel valiente ejército finalmente logró vencer en aquella dura batalla, pudiendo regresar a su tierra a bordo de los barcos conquistados al enemigo.

      “Si pudiste reunir coraje para comenzar,

      encontrarás también coraje para llegar” –(David Viscott)

       Superar los miedos

      “Todo lo que deseas,

      está al otro lado de tus miedos”

      Los miedos, a menudo nos bloquean e impiden que avancemos hacia nuestros sueños... por ese motivo será primordial saber cómo afrontarlos y qué hacer para vencerlos. ¿Cuántas veces has querido ir tras un objetivo, probar un mejor empleo, o intentar una nueva relación afectiva, pero no lo has hecho por temor a lo que ocurra después?

      Hace ya un tiempo, llegué a la conclusión que todos los trastornos existenciales que nos perturban, ineludiblemente tienen su origen en algún infundado temor. Es infinita la variedad de miedos que existen, y también es difícil de explicar las diversas sensaciones que ellos nos provocan. El miedo es un enemigo invisible, una especie de virus que nos ataca cuando estamos con un bajo poder de optimismo o autoestima para contrarrestarlo. El miedo a perder algo que poseemos, o alguien a quien queremos, es uno de los temores más recurrentes que afligen al ser humano. Ante el alejamiento o la pérdida de un ser querido, de un empleo, o de nuestra salud, sentimos que todo nuestro universo se desmorona, y el miedo a cómo seguir, qué hacer, o por dónde ir, se adueña de todas nuestras emociones.

      No hay que tener miedo a sentir miedo, porque el mismo funciona como una alarma que se enciende ante un peligro inminente. Esa molesta alerta que se dispara no es para que nos “asustemos o inmovilicemos”, sino todo lo contrario, cumple el rol de advertirnos que algo no está bien, para que reaccionemos y actuemos en consecuencia.

      De ese modo, el miedo se convierte en una herramienta que nos ayudará a identificar los problemas y resolverlos de forma efectiva.

      Cuando sientas temor hacia situaciones o personas desconocidas, tómalo como una señal que debes conocer más a fondo a ese individuo o a esa situación.

      Para tu tranquilidad, casi puedo afirmarte que no existe un solo ser humano en este mundo que no le tema a algo. “Todos, sin excepción, tenemos miedos sin resolver”.

      De pequeños, es común temerle a la oscuridad, a seres imaginarios, a ser objeto de burlas, a no aprobar asignaturas, a ruidos desconocidos, a ciertos insectos, a la soledad, y a muchas otras cosas. Lo cierto es que no todos esos temores desaparecen con la vida adulta, sino que mutan hacia preocupaciones mucho más profundas e inquietantes, tales como...

      • miedo a sufrir enfermedades

      • a la inestabilidad económica

      • al futuro de nuestros hijos

      • miedo a la muerte

      • al qué dirán

      • a perder el empleo

      • a los accidentes

      • a las pérdidas de seres queridos

      • y a muchísimas otras cosas que nos perturban a diario

      De pequeños, no dudábamos en acudir a nuestros padres o hermanos mayores para enfrentar y superar esos miedos, porque sentirnos acompañados por alguien que consideramos más fuerte o inteligente, es una forma de envalentonarnos ante lo desconocido. La diferencia con la vida adulta, radica en que a veces por vergüenza escondemos o camuflamos los miedos, y no exteriorizamos esa emoción por temor a quedar en ridículo, o a mostrar ciertas debilidades en nuestro carácter. “Esto es un grave error”, porque a esas extrañas sensaciones deberías compartirlas con personas de tu entorno cercano para resolverlas, o de ser necesario, consultarlas con “profesionales” que puedan ayudarte a enfrentar esas fobias muchas veces infundadas.

      La mayoría de las personas experimenta el miedo mucho antes de ocurrir un determinado acontecimiento, pero no sienten pánico cuando están en el medio de una situación apremiante. Una de las ventajas de tener miedo, es que ese temor agudiza todos tus sentidos, y de esa manera, encontrarás la habilidad a como desempeñarte de forma eficiente y poderosa para enfrentarlo.

      Empieza a mirar al miedo como una oportunidad. Una vez que pase la incomodidad inicial del miedo, examínalo más de cerca para observar lo que puedes aprender de él.

      Nunca huyas del miedo, porque esa no es la solución... cuando intentas huir comienzas a crear excusas, pero esa actitud solo agranda la barrera que te impide superar ese miedo y conquistar lo que anhelas.

      Debes enfrentarlo, y pensar que, “Todo lo que deseas, está al otro lado del miedo”. Recuerda que ese temor que hoy sientes, podría estar bloqueando esa puerta de ingreso a una gran posibilidad de superarte, y desafiarlo, será la única oportunidad que tienes de pasar al lugar que aspiras. Una vez que hayas vencido el miedo por primera vez, puedes tener la completa seguridad que a la siguiente será mucho más fácil, y así sucesivamente. Por ejemplo, el primer día que llegas a una playa de veraneo, temes meterte al agua y enfrentar el impulso de la primera ola, pero una vez que la superas, todas las olas que vienen detrás ya no te asustan y comienzas a disfrutarlas.

      Solo tienes que confiar en ti mismo, y verás que cuando lo sobrepases y sigas adelante, ganarás en autoestima y confianza para ahora ir por todo lo que sueñas.

       Cuenta esta historia, que allá por siglo XVII una vieja nave de guerra ancló frente al puerto de las Antillas, en donde su experimentado capitán reclutó a medio centenar de jóvenes para servir como marineros. A pocas horas de zarpar, uno de los novatos entro en pánico al aproximarse una tormenta, y comenzó a llorar pidiendo que lo devuelvan al puerto.

       Preso del miedo, entre gritos maldecía haber abordado aquella embarcación, (argumentando que la vieja nave era insegura, que la madera estaba agujereada, que las velas estaban desechas, y advertía que una gran ola los iba a dar vuelta). El capitán, temiendo que tanto pesimismo contagiara al resto de los marinos, ordenó que amarraran un pequeño bote a la popa del barco.

      Observando que aquel novato no paraba de gritar y repetir improperios, mandó a varios tripulantes a poner a ese muchacho dentro del bote, y lo arrojaran al océano para no tener que escucharlo. Una vez que este joven y su barcaza tocaron el mar, la desesperación que sentía se multiplicó por cien al verse en soledad, sintiendo que las olas lo superaban llenando su


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