Coaching deportivo. María José Alaminos
contar con un deportista de categoría superior que pueda hacer de modelo para los niños.
Otras herramientas del “coaching” que también repercuten positivamente en el rendimiento deportivo en cuanto que refuerzan la autoconciencia sobre las habilidades y áreas de mejora y el descubrimiento de uno mismo o, en su caso, del equipo, son los análisis DAFO (Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades), que se verán con más detalle en el capítulo de El rol del entrenador como líder-“coach”, o las dinámicas de grupo en las que los niños se transmitan mutuamente cómo se perciben unos a otros como deportistas. Un ejemplo muy simple de este tipo de dinámicas es la denominada Imagen de mi yo, que trata de analizar cómo la autoimagen que tenemos cada uno y la que tienen los demás de nosotros mismos no siempre coinciden, y abre la puerta a reflexionar sobre qué cualidades tenemos que los demás sí ven pero nosotros no.
Trabajar con estas actividades proporciona el autodescubrimiento de los propios deportistas sobre sí mismos y también sobre el equipo al que pertenecen, muy útil sobre todo a la hora de formar deportistas “inteligentes” y capaces de tomar decisiones sobre el terreno de juego. Puede tratarse también de cuestionarios que se les entreguen individualmente o de otro tipo de actividades de interacción entre ellos, pero siempre con la intención de realizar un análisis posterior de la información obtenida y de elaborar planes de acción que puedan reforzar habilidades o transformar debilidades.
En otro orden de cosas, es interesante detenernos aquí y hacer algún comentario acerca de la tesis que desarrolla Timothy Gallwey (2006) en su libro El juego interior del tenis. El autor desarrolla la teoría de la “dualidad de yoes”, es decir, afirma que cada deportista tiene dos fuentes de información para el ejercicio del deporte: uno es su mente (al que llama “yo número uno”) y el otro su cuerpo (al que llama “yo número dos”). Mantiene que este “yo número dos” tiene más información de lo que creemos acerca de cómo ejecutar las acciones físicas que nos requiere el ejercicio deportivo, y que se encuentra siempre a la sombra del “yo número uno”, que es quien lo controla a base de enjuiciar constantemente como buenas o malas las ejecuciones y el desempeño. Este enjuiciamiento limita al “yo número dos” para demostrar y poner en práctica las capacidades reales que tiene, porque se encuentra sometido a las órdenes del “yo número uno”, que está siempre ocupado en mantener un diálogo interno y juzgar los resultados, y en esforzarse y esforzarse una y otra vez para intentar hacer lo que cree que hay que hacer, en lugar de hacerlo simplemente. En síntesis, y reconduciendo el tema al contexto que nos ocupa, la propuesta del autor es aprender a acallar al “yo número uno”, es decir, dejar de juzgarse uno mismo y simplemente observarse, dejando que el “yo número dos” actúe libremente durante el desempeño de la actividad física. Consiste en sentir el cuerpo, sentir cómo ejecuta la técnica y recopilar el máximo de información acerca de cómo estamos haciéndolo, para luego dejarlo evolucionar por sí mismo hacia las sensaciones corporales que se quieren experimentar para conseguir el rendimiento deseado. Se trata (como en otro capítulo se explicará al hablar de la PNL y las visualizaciones) de concentrarse en las sensaciones físicas, corporales, que se experimentan cada vez que conseguimos el resultado deseado (esa sensación de una muy buena batida en un salto, de una muy buena salida en una carrera, de un buen golpe de revés con la raqueta, etc.). Son esas sensaciones que todo deportista ha tenido alguna vez de “¡me ha salido!” o “¡qué bien lo he hecho!”. Pues Timothy Gallwey utiliza estas ocasiones para hacer que generen precedente en nuestro desempeño, de manera que nuestro cuerpo aprenda a repetir y mecanizar las ejecuciones que van a hacerle experimentar de nuevo esas sensaciones idóneas para un resultado excelente.
FICHA DE LA IMAGEN DE MI YO | ||
Material | Desarrollo de la dinámica | Notas y adaptaciones |
Baraja de fotos de animales que demuestren una actitud o acción característica, por ejemplo: | El juego consiste en que cada persona participante asigne un animal concreto a cada compañero/a, según las cualidades que vean en él/ella. Cada participante responde a las siguientes preguntas, dejando siempre al/la “protagonista” para el final, de manera que se aprecie la diferente visión que tiene de sí mismo/a y cómo le ve el resto.Cuando X juega o practica fútbol, baloncesto, tenis, esgrima, esquí… ¿con qué animal le identificas? ¿Por qué?X, ¿tú con qué animal te identificas? ¿Por qué?¿Con qué animal te gustaría que se te identificara? ¿Por qué? ¿Qué necesitas para que sea así? | Se pueden hacer grupos de participantes que den una respuesta consensuada a las preguntas.En deportes individuales se puede realizar con un grupo de deportistas o aisladamente entre “coach” y “coachee”, e incluso con el/la entrenador/a.En deportes de equipo, se pueden adaptar las preguntas para ser respondidas pensando en el equipo y creando así una imagen colectiva del mismo. |
Al traer esta tesis al “coaching” con categorías de base, encontramos, en teoría, una ventaja: que es más fácil eliminar el filtro del “yo número uno” en los niños, pues no tienen tan interiorizados los criterios de enjuiciamiento sobre lo que es correcto o incorrecto de su ejecución. Pero, en este sentido, el “coach” tiene la ardua tarea de realizar un trabajo sistémico, es decir, sobre todo el entorno de los deportistas como sistema que afecta e influye en su desarrollo y formación (entrenadores, delegados, directivos, asesores técnicos, padres/madres o familiares, etc.), porque el juicio se desarrolla basándose en normas sociales y convencionalmente establecidas, que pretenden aportar criterios objetivos acerca de algo (en este caso, el desempeño deportivo). De hecho, según se aumenta de categoría y entramos en etapas adolescentes, los juicios sobre uno mismo se hacen más frecuentes y severos, arraigándose como creencias limitantes que el “coach” tendrá que trabajar con el deportista.
En cualquier caso, la tarea principal del “coach” en cuanto a la autoobservación del propio desempeño y de las propias acciones es hacer que los deportistas encuentren e identifiquen esas sensaciones que se experimentan cuando “te salen las cosas”, cuando se produce el resultado deseado, y si no lo han experimentado nunca, o en tan pocas ocasiones que no lo pueden recordar (algo que puede suceder en edades tan tempranas), hacer que las busquen, que estén pendientes de esas sensaciones para cuando se produzca dicho resultado. Este trabajo del “coach” generará un hábito en los niños que les orientará a dejar libre al “yo número dos” para que se comporte de la manera más exitosa que sabe. Obviamente, esta labor requerirá momentos de introspección casi individualizada o realizar actividades complementarias a los entrenamientos, con lo que pueden surgir las dificultades que ya se mencionaron en los epígrafes anteriores, especialmente respecto al tiempo de dedicación que los menores tienen.
EL ASPECTO EMOCIONAL DE LOS JÓVENES DEPORTISTAS
Prestar atención al aspecto emocional en los menores es crucial en muchos sentidos, pero principalmente porque las emociones constituyen un canal de comunicación relevante que ellos manejan. Obviamente, esto no significa que las dominen ni las controlen, pero sí que los mensajes emotivos o emocionales son un código que pueden descifrar con mayor agilidad y rapidez en comparación con los códigos lingüísticos. La dialéctica, como ya se ha expuesto, no resulta fluida en el trabajo con niños, puesto que su nivel lingüístico y la capacidad de discernir ciertos conceptos y abstracciones todavía están en pleno desarrollo. Sin embargo, no ocurre así con las emociones que experimentan. Los niños conocen sus emociones, saben lo que sienten porque lo sienten efectivamente, sin necesidad de pasar por ningún filtro intelectual para averiguarlo. Esto hace que las emociones puedan ser una puerta de entrada a la comunicación con estos deportistas, pues sitúan al “coach” en el mismo terreno de juego en que ellos juegan.
Dicho esto, cabe mencionar que el trabajo con emociones en el “coaching” para categorías de base tiene una labor primordial en cuanto