Coaching deportivo. María José Alaminos

Coaching deportivo - María José Alaminos


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      Por establecer un marco de referencia para el lector, comenzaré concretando qué se va a entender por categorías de base o deporte base. Son conceptos íntimamente ligados a la edad, pues los deportistas que se encuadran en ellos no superan los 20 años. A partir de aquí, entran (en la mayoría de las disciplinas deportivas) en la categoría sénior, entendiéndose concluida su etapa de formación (lo cual puede ser discutible) y enfocando el trabajo deportivo hacia el perfeccionamiento de la práctica (especialmente el orientado al rendimiento y la competición). Así pues, estamos hablando de jóvenes deportistas que van a tener la principal misión de sostener la práctica deportiva en la modalidad de que se trate, evitando que ésta se vaya extinguiendo en la medida en que sus figuras veteranas vayan retirándose de escena. Suponen la base sobre la cual descansa todo el elenco de categorías superiores y de la que, en algún momento, pueden nutrirse para completar plantillas, banquillos, jugadores, reservas, etc. Es por esto que se denominan categorías de base. Pero yendo un poquito más lejos, y aun sin ánimo de anticipar conclusiones y contenidos, debemos relacionar ese concepto de deporte base con el número de deportistas que lo integran. De ahí surge una reflexión relacionada con cómo quedan estructuradas las entidades deportivas en función de la cantidad de deportistas que integran sus filas en las diversas categorías. Las siguientes figuras muestran la configuración de aquellas estructuras, siendo su altura la evolución de los deportistas en el tiempo, según ascienden de categoría, y la anchura el número de deportistas:

      Ésta es una estructura en la que el número de deportistas en etapas de iniciación deportiva se mantiene inmutable hasta sus categorías júnior y sénior. Es la estructura “cuasi-ideal”, porque no se pierden “adeptos”. Pero para que fuese realmente ideal debería ser mucho más ancha, lo que implicaría mayor cantidad de deportistas en todas sus categorías, compensándose las bajas de una temporada con altas en la temporada siguiente. No obstante, esta figura peca de ser poco realista, puesto que el paso del tiempo realiza su función y filtra a los deportistas, produciéndose abandonos provocados, fundamentalmente, por cambios en los motivos que sustentan la práctica del deporte.

      Ésta es una estructura en la que hay un gran número de deportistas en etapas de iniciación y que se van perdiendo conforme van creciendo y subiendo de categorías. Es una situación que se aproxima mucho a la realidad de algunas modalidades deportivas, en las que el abandono en etapas formativas acaba haciendo mella en las categorías superiores y, por tanto, el “deporte base” no cumple esa función a la que antes se aludía.

      Es ésta, a mi entender, la estructura que supone un desafío realista, un reto fácilmente alcanzable si se trabaja en la línea requerida. En ella se aprecian unas nutridas categorías inferiores que van perdiendo deportistas progresivamente y de manera natural, porque no podemos negar que los motivos de la práctica deportiva en edades tempranas van evolucionando y cambiando, porque, con ello, cambia también la motivación, aumentan las cargas académicas, las lesiones, etc. Y todo ello conlleva un filtrado. Pero los profesionales del deporte debemos gestionarlo y controlarlo para que los abandonos no seanmás de los estrictamente inevitables, aunando esfuerzos para que las categorías “de base” cumplan efectivamente su misión y supongan aportaciones significativas a las categorías superiores.

      Con todo, espero haber introducido un pequeño ideario de lo que va a ser este capítulo, y haber resumido de manera clara las líneas de trabajo por las que se va a apostar a continuación.

      Cuando nos referimos a las categorías de base de un deporte, el trabajo hacia el rendimiento deportivo, es más, hacia el “alto” rendimiento deportivo, debe pasar siempre por el filtro de la edad de aquellos con los que estemos trabajando. Este hecho obliga a hacer adaptaciones en los programas deportivos y en las planificaciones, adaptaciones relativas a los criterios que es conveniente utilizar para fijar los objetivos deportivos, a los plazos para cumplirlos y a la flexibilidad en la exigencia de la obtención de los resultados. Y los motivos no son sólo el grado de capacitación y el nivel actitudinal que los niños tienen en el ejercicio de la actividad física en comparación con las etapas adultas, sino también el hecho de que están todavía en plena evolución. Los cambios a nivel anatómico, físico, psicológico y emocional se suceden con mucha mayor rapidez que en una etapa adulta. De una temporada a otra, los deportistas pueden experimentar cambios básicos y fundamentales para determinar su carrera deportiva. Por tanto, es importante indicar que las conclusiones absolutas y rígidas respecto al rendimiento de los deportistas de base no deben tenerse en cuenta hasta llegada cierta etapa de madurez y consolidación del crecimiento.

      Considerar a un niño deportista en el único aspecto del desarrollo deportivo en cuanto que actividad física, y pretender explotar esa faceta para obtener resultados inmediatos, no va a garantizar la continuidad de ese mismo nivel de rendimiento en las etapas sucesivas. A modo ilustrativo, transcribo aquí los datos de un par de estudios realizados respecto a la evolución en el tiempo de los deportistas y el mantenimiento de su nivel de rendimiento, así como el momento de aparición significativa de resultados competitivos:

      1 En el estudio realizado por García-Verdugo Delmas (expuesto en su ponencia Bases del entrenamiento en niños y jóvenes. De la formación al alto rendimiento, dentro del II Congreso Internacional de Ciencias del Deporte organizado por la Universidad de Vigo), centrándose en las pruebas de fondo y mediofondo de atletismo, y sin discriminar entre hombres y mujeres, el autor trató de reflexionar sobre cuál era el mantenimiento del rendimiento de los atletas cuando, a edades tempranas, se han demostrado resultados significativos en la competición. Así, a partir de los datos que a continuación se detallan, obtuvo el número de atletas que, habiendo estado entre los 15 primeros del ranking nacional en esas pruebas en categorías cadete, continuaban 10 años después practicando las pruebas equivalentes en categoría sénior al mismo nivel competitivo. El resultado fue que sólo 2 atletas sénior seguían entre los 15 primeros del ranking (figura 1).

      2 Posteriormente, García-Verdugo Delmas realizó el análisis a la inversa, a fin de obtener el “momento de aparición” de los atletas sénior que destacan en el ranking nacional (en todas las pruebas de resistencia), es decir, en qué categoría aparecían por primera vez estos atletas entre los primeros del ranking de su categoría. Se fijó en los atletas sénior que estaban entre los 10 primeros del ranking e investigó su evolución a lo largo de las categorías precedentes, hasta encontrar el momento en que fue la primera vez que tuvieron un resultado competitivo significativo. Ésta es la tabla que resume los resultados obtenidos:

      Así, de entre 171 deportistas sujetos al estudio que quedaron entre los 10 primeros del ranking en categoría sénior, sólo 15 aparecieron en cadete, lo que supone un 8,77%. Igualmente, de entre otros 231 deportistas sujetos al estudio, 39 aparecieron en júnior, lo que supone un 16,88%. Y por último, de entre otros 165 deportistas sujetos al estudio, 45 aparecieron en promesa, lo que supone un 27,27%. Si se observan detenidamente los números, se aprecia que el número de apariciones aumenta según se asciende de categoría, con lo que el mayor número de “momentos de aparición” con resultados competitivos significativos tiene lugar en la categoría sénior (concretamente el resto del porcentaje hasta llegar al 100% de la población estudiada, es decir, un 47,08%). Esta conclusión se aprecia con mayor claridad en la siguiente gráfica:

      Como curiosidad que respalda la


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