Coaching deportivo. María José Alaminos

Coaching deportivo - María José Alaminos


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sus categorías.

      Para poder contar con un gran número de deportistas que nutran las canteras de los clubes deportivos, manteniendo los resultados y el rendimiento durante el mayor tiempo posible, habrá que incorporar otra visión, otra perspectiva de trabajo con la base. En consecuencia, conviene tener en cuenta otra dimensión de las categorías más jóvenes: la del crecimiento y la formación como persona.

      Ser considerado como persona (niño o adolescente) es fundamental para hacer que ciertos aspectos que van a influir en su futuro rendimiento deportivo jueguen a su favor y a favor de los resultados esperados. Hablamos de aspectos tales como:

       Motivación e implicación.

       Aprendizaje.

       Responsabilidad y ejercicio de su capacidad de elección.

       Evolución y desarrollo.

       Conciencia de uno mismo.

       Autoconocimiento.

       Autoestima.

       Seguridad y confianza.

       Gestión emocional.

       Asunción de valores (esfuerzo, constancia y trabajo).

      Es en este “desarrollo como persona” donde el “coaching” puede jugar su mayor papel en el deporte de base, pues su propia filosofía subyacente (a saber: basarse en la capacidad o potencial que las personas tienen para buscar y descubrir las respuestas por sí mismas) ya hace que ésta sea una herramienta adecuada para trabajar aquellos aspectos mencionados.

      Conceptos tan utilizados en “coaching” como la responsabilidad y el protagonismo sobre la propia vida; el círculo de influencia; el cambio y la evolución; el no estancarse y seguir adelante; los objetivos deseados, positivos, medibles, retadores y alcanzables; la acción como oportunidad de logro, y el error como base del aprendizaje resultan adecuados para el trabajo con niños en cuanto a su desarrollo holístico e integral, y no exclusivamente como deportistas.

      Los expertos mencionan su preocupación por las altas tasas de abandono deportivo en edades escolares que se están produciendo. Y aunque a priori parezca que esto no tenga relación con el tema objeto de estudio, sí me gustaría detenerme en la relación existente entre este abandono y la motivación de los niños y adolescentes. Hay autores (Torregrosa y Cruz, 2007) que clasifican los motivos de los menores para practicar deporte en:

       Razones intrínsecas: son motivos que radican en el propio deportista, en su decisión, elección, o en sus sentimientos cuando practican el deporte. Ejemplo: divertirse, sentir la emoción, sentir el reto, aprender a hacer cosas.

       Motivos sociales: tienen que ver con el entorno. Ejemplo: estar con los amigos, hacer nuevos amigos, o evadirse de donde o con quien debería estar si no hiciera deporte, pasar un rato con mi madre cuando me lleva a entrenar.

       Razones extrínsecas: son motivos externos al deportista, que tienen que ver con la actividad. Ejemplo: competir, el reconocimiento externo, el premio, la propia modalidad deportiva, la admiración de los familiares.

      Tal como indica Dosil (2008), mantenerse en un deporte está relacionado con la orientación que se le da a su práctica, es decir, si está orientado a la competición, a la recreación o al desarrollo. Cuando la orientación es competitiva, el deporte está inmerso en un círculo de reforzadores estrechamente vinculados con la motivación extrínseca del practicante, lo que suele tener mucha importancia en el mantenimiento o en el abandono. Con esta motivación externa puede coexistir una motivación interna que, probablemente, será la que adquiera más fuerza para continuar en el deporte de competición en los momentos en que el deportista atraviese dificultades. Por tanto, para prevenir el abandono es importante que el proceso formativo de los deportistas centre parte de la atención en reforzar la motivación interna de los niños deportistas, y no potenciar el premio y los resultados competitivos como único motor para practicar el deporte de que se trate.

      La aportación del “coaching” en este punto es importante, en cuanto que potencia la motivación intrínseca y la implicación de los jóvenes con su disciplina deportiva, por lo menos, en dos aspectos:

       En cuanto a la empatía: en la medida en que el “coaching” implica una relación de empatía y confianza entre el “coach” y la persona que lo recibe. Especialmente cuando es ejercido por la propia figura del entrenador, genera motivos por los que practicar el deporte, y esto aumenta la implicación porque hace a los niños sentirse a gusto y experimentar con mayor plenitud y libertad todas las vivencias deportivas.

       En cuanto al trabajo por objetivos: la manera en que el “coaching” incentiva al “coachee” a conseguir sus objetivos, potencia el afán de superación y esfuerzo, que acaba ejerciendo un efecto palanca sobre aquella motivación e implicación.

      En otro orden de cosas, hay que mencionar también la consideración que el “coaching” tiene sobre la capacidad de cambio del ser humano. Estamos ante una disciplina basada en hacer crecer y evolucionar a las personas, promoviendo introducir cambios en sus vidas que provoquen resultados diferentes de los obtenidos hasta el momento. Estos resultados deben evaluarse con posterioridad y trazar así planes de acción adecuados para lograr los objetivos deseados. Por tanto, uno de los pilares del “coaching” es concebir al ser humano susceptible de cambio en cuanto que tiene capacidad de decidir y elegir su futuro, y no como seres rígidos e inmutables, con capacidades prefijadas genéticamente que implican un filtro determinista sobre las personas. Esto último conlleva excluir, y, como se ha visto anteriormente, la exclusión en categorías de base limita las opciones en categorías superiores. Sin embargo, confiar, como hace el “coaching”, en que las personas cambian y tienen capacidad para lograr los objetivos que se planteen conduce a entender que, con mucha probabilidad, detrás de cada niño deportista puede haber, a largo plazo, un deportista de elite o un gran campeón. Esta filosofía ofrece una tregua a aquellos jóvenes que en edades tempranas todavía no han obtenido grandes resultados competitivos, pues no quedan excluidos del marco de la planificación y programación deportiva que se haya elaborado. Palia algunas de las principales causas de abandono deportivo de escolares:

Énfasis competitivoExceso de presión y seriedad de los programasFalta de habilidad y competenciaAusencia de progreso técnico y aprendizajeMiedo al fracaso Porque el “coaching” se centra en el proceso de aprendizaje más que en la obtención de resultados, lo que contribuye a un ejercicio relajado y consciente de la progresión y evolución del/la deportista.

      Es esto lo que el “coaching” puede aportar al deporte de base: hacer que los pequeños y jóvenes deportistas se desarrollen como personas responsables con su vida y sus metas, que sean conscientes de sus elecciones y consecuentes con las acciones que deciden tomar respecto a las metas que ellos mismos desean conseguir. Y ello en el marco de un entorno de respeto y empatía que, lejos de conformarse con cualquier resultado, va a promover que cada deportista sea consciente de su aprendizaje y evolución, descubra cuál es su mayor potencial y busque su mejor rendimiento a su ritmo particular y a medio-largo plazo.

      Es importante hacer un breve repaso a cuáles son las dificultades que atraviesa el “coaching” en su ejercicio con las categorías de base. Algunas de ellas son compartidas, desgraciadamente, con las categorías sénior y/o veteranas, especialmente cuando se trata de deportes minoritarios.

      Es cierto que el entorno deportivo está cada vez más abierto a incluir en sus programas deportivos la preparación mental o psicológica, y que ésta está en vías de convertirse en un aspecto tan relevante como el desarrollo físico. Aunque esta consideración es reciente y aún tiene que evolucionar más, el aspecto psicológico de los deportistas ya se está teniendo lo suficientemente en cuenta como para constituir un trabajo autónomo


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